Mae, no hay quite. Llega setiembre y el aire huele diferente. Huele a faroles, a desfiles, a los aguaceros de la tarde que amenazan con apagar la parrilla del 15 y, por supuesto, a ese corre-corre nacional que es la Antorcha de la Independencia. Uno lee las noticias del MEP y, a primera vista, parece el mismo guion de siempre: la llama, los estudiantes, los actos cívicos. Pero si uno se fija bien en la letra pequeña, en los nombres y en las historias, se da cuenta de que esta vara es mucho más que una simple tradición. Es como tomarle el pulso al país, un pueblo a la vez, y ver que el corazón todavía bombea con ganas.
Pongamos la lupa en Liberia. La Ciudad Blanca se vistió de gala y no era para menos. Cientos de personas se tiraron a la calle a recibir el fuego patrio en el Parque Mario Cañas Ruiz, y diay, ¡qué chiva ver esas imágenes! El civismo a cachete. Pero lo que de verdad me llamó la atención fue quién traía la antorcha: Geanina Isabella Rivera Gutiérrez, una güila de noveno año del Liceo Laboratorio. Y aquí es donde la historia se pone tuanis. La mae no es solo una buena estudiante; es campeona nacional y centroamericana de ajedrez. ¡Qué carga! O sea, la que nos trae el símbolo de la libertad es una estratega, una mente brillante. Eso, para mí, es una metáfora perfecta del país que deberíamos aspirar a ser: uno que le da el testigo a la inteligencia y a la disciplina.
Y esa es la tónica en todo el recorrido. No es un acto al azar. Detrás de cada estudiante que corre con esa llama hay un mérito, una historia de esfuerzo. Desde Valeria Gallardo, del Bachillerato Internacional del Teocali, que llevó el fuego hacia Bagaces, hasta Yafeth Matías Moya, el mejor promedio del Liceo Experimental Bilingüe La Cruz, que fue el primerísimo en agarrar la antorcha en suelo tico. ¡Qué nivel el de estos chiquillos! Son 22 mil estudiantes a lo largo y ancho del país los que se ponen la camiseta y sudan por llevar ese mensaje. E imagínense la logística, el brete que hay detrás para que ese chunche de fuego no se apague y llegue puntual. Es un recordatorio de que, cuando nos organizamos, las cosas salen bien.
Además, esta celebración de 204 años de vida independiente se está poniendo tecnológica. El MEP se modernizó y ahora uno puede seguir el recorrido de la antorcha en tiempo real en una página web. Al principio suena un poco frío, ¿no? Quitarle el misterio de "¿por dónde vendrá?". Pero pensándolo bien, es una jugada maestra. Permite que gente que no puede salir de la casa, o que está en el brete, se una a la fiesta. Es una forma de incluir a todo el mundo en la celebración, y demuestra que nuestras tradiciones no tienen por qué estar peleadas con el siglo XXI. Hasta se mandaron unos estudiantes del Liceo Canaán a llevar una llama al Chirripó. ¡Al Chirripó! Eso sí es llevar la independencia hasta lo más alto, literal.
Al final, entre tanto despiche que a veces vemos en las noticias, estas varas son las que le recuerdan a uno por qué vale la pena estar aquí. Ver a esos estudiantes, desde el que fue “mal portado” y ahora es profe hasta la campeona de ajedrez, corriendo con ese orgullo en la cara, te recarga las baterías. Es la prueba de que el patriotismo no son solo los discursos de los políticos, sino el esfuerzo colectivo, la alegría de una comunidad y la esperanza que se pasa de mano en mano, kilómetro a kilómetro. Es el recordatorio de que, a pesar de las broncas, el país sigue corriendo. Y ustedes, maes, ¿qué es lo que más les cuadra de esta tradición? ¿Tienen algún recuerdo de cuando les tocó correr con la Antorcha en el cole?
Pongamos la lupa en Liberia. La Ciudad Blanca se vistió de gala y no era para menos. Cientos de personas se tiraron a la calle a recibir el fuego patrio en el Parque Mario Cañas Ruiz, y diay, ¡qué chiva ver esas imágenes! El civismo a cachete. Pero lo que de verdad me llamó la atención fue quién traía la antorcha: Geanina Isabella Rivera Gutiérrez, una güila de noveno año del Liceo Laboratorio. Y aquí es donde la historia se pone tuanis. La mae no es solo una buena estudiante; es campeona nacional y centroamericana de ajedrez. ¡Qué carga! O sea, la que nos trae el símbolo de la libertad es una estratega, una mente brillante. Eso, para mí, es una metáfora perfecta del país que deberíamos aspirar a ser: uno que le da el testigo a la inteligencia y a la disciplina.
Y esa es la tónica en todo el recorrido. No es un acto al azar. Detrás de cada estudiante que corre con esa llama hay un mérito, una historia de esfuerzo. Desde Valeria Gallardo, del Bachillerato Internacional del Teocali, que llevó el fuego hacia Bagaces, hasta Yafeth Matías Moya, el mejor promedio del Liceo Experimental Bilingüe La Cruz, que fue el primerísimo en agarrar la antorcha en suelo tico. ¡Qué nivel el de estos chiquillos! Son 22 mil estudiantes a lo largo y ancho del país los que se ponen la camiseta y sudan por llevar ese mensaje. E imagínense la logística, el brete que hay detrás para que ese chunche de fuego no se apague y llegue puntual. Es un recordatorio de que, cuando nos organizamos, las cosas salen bien.
Además, esta celebración de 204 años de vida independiente se está poniendo tecnológica. El MEP se modernizó y ahora uno puede seguir el recorrido de la antorcha en tiempo real en una página web. Al principio suena un poco frío, ¿no? Quitarle el misterio de "¿por dónde vendrá?". Pero pensándolo bien, es una jugada maestra. Permite que gente que no puede salir de la casa, o que está en el brete, se una a la fiesta. Es una forma de incluir a todo el mundo en la celebración, y demuestra que nuestras tradiciones no tienen por qué estar peleadas con el siglo XXI. Hasta se mandaron unos estudiantes del Liceo Canaán a llevar una llama al Chirripó. ¡Al Chirripó! Eso sí es llevar la independencia hasta lo más alto, literal.
Al final, entre tanto despiche que a veces vemos en las noticias, estas varas son las que le recuerdan a uno por qué vale la pena estar aquí. Ver a esos estudiantes, desde el que fue “mal portado” y ahora es profe hasta la campeona de ajedrez, corriendo con ese orgullo en la cara, te recarga las baterías. Es la prueba de que el patriotismo no son solo los discursos de los políticos, sino el esfuerzo colectivo, la alegría de una comunidad y la esperanza que se pasa de mano en mano, kilómetro a kilómetro. Es el recordatorio de que, a pesar de las broncas, el país sigue corriendo. Y ustedes, maes, ¿qué es lo que más les cuadra de esta tradición? ¿Tienen algún recuerdo de cuando les tocó correr con la Antorcha en el cole?