¡Ay, Dios mío! Quién iba a decir que La Fortuna, un pueblito dedicado a la ganadería, se convertiría en la joya turística que es hoy. Después de la erupción del Volcán Arenal en 1968, la cosa cambió totalmente, pasando de ser un lugar tranquilo a un hervidero de actividad y, ¿quién me va a ganar?, un imán para turistas de todas partes del globo. Ahora, la zona vive un brete enorme con tanto movimiento.
La transformación no fue mágica, chunches. Se requirió de mucho sudor, planificación y, sobre todo, una visión a largo plazo por parte de los líderes locales. Integraron a la comunidad, supieron aprovechar los recursos naturales y apostaron por un modelo de turismo sostenible, echándole ganas y demostrando que sí se podía. ¡Un ejemplo claro de cómo el ingenio tico puede sacar adelante cualquier vara!
Hoy en día, La Fortuna recibe a más de un millón de turistas al año, unos mae que vienen buscando aventura, relax y conectar con la naturaleza. Como dice Tadeo Morales, presidente de la Arenal Cámara de Turismo y Comercio, “hay de todo, desde hoteles de lujo hasta hospedajes más humildes. Hay pa’ todos los bolsillos y gustos”. Esto demuestra que el turismo no tiene que ser exclusivo, puede ser accesible para todos los costarricenses.
Pero no todo es miel sobre hojuelas, diay. Con tanto turista, la presión sobre el ambiente es evidente. Ahí entra la importancia de cuidar nuestros recursos y asegurar que el turismo no se convierta en una torta, destruyendo lo que precisamente atrae a la gente. Por suerte, la mayoría de los negocios de la zona están comprometidos con prácticas sostenibles, tratando de minimizar su impacto ambiental. Eso sí es trabajar con conciencia.
Uno de los puntos fuertes de La Fortuna es, sin duda, la Catarata La Fortuna. Un espectáculo de agua cristalina cayendo 70 metros en medio de la selva. Y lo mejor de todo, los ingresos generados por la visita se destinan a programas sociales y ambientales en las escuelas y comunidades cercanas. ¡Eso sí es darle cachete al turismo responsable! Laura Chacón, supervisora del proyecto, cuenta que en temporada alta reciben hasta 2.500 personas diarias. ¡Imagínate la maraña, pero con una buena causa!
Otro factor clave es el turismo internacional. La mayoría de los visitantes provienen de Estados Unidos, Canadá y Europa, pero cada vez vemos más españoles, franceses y brasileños. Y aunque el turismo extranjero es vital para la economía local, ADIFORT, liderado por José Eduardo Jiménez, quiere asegurarle un trato especial al turista nacional. “Porque queremos que el costarricense también viva esta experiencia”, enfatizó. ¡Así debe ser! Que nosotros mismos disfrutemos de nuestra propia tierra antes de presumírsela al mundo entero.
Y ni hablar de las aguas termales, ¿eh? Con temperaturas entre los 40°C y 68°C, invitan al descanso y la relajación. Lugares como Ecotermales Fortuna o el Hotel Boutique Casa del Río apuestan por integrar la salud, la cultura y la sostenibilidad. Hayward Vargas, gerente del hotel, explica que quieren ofrecer una experiencia completa, con actividades culturales y deportivas. Y claro, la comida típica no puede faltar, reflejando lo mejor de la gastronomía costarricense. ¡Un chuche para los sentidos!
Ahora bien, la gran pregunta que quiero dejarles para el foro es la siguiente: ¿Cómo podemos garantizar que el crecimiento turístico en La Fortuna sea realmente sostenible, protegiendo el medio ambiente y beneficiando a las comunidades locales a largo plazo, sin que se vaya todo al traste? ¡Denle duro a esta vareta!
La transformación no fue mágica, chunches. Se requirió de mucho sudor, planificación y, sobre todo, una visión a largo plazo por parte de los líderes locales. Integraron a la comunidad, supieron aprovechar los recursos naturales y apostaron por un modelo de turismo sostenible, echándole ganas y demostrando que sí se podía. ¡Un ejemplo claro de cómo el ingenio tico puede sacar adelante cualquier vara!
Hoy en día, La Fortuna recibe a más de un millón de turistas al año, unos mae que vienen buscando aventura, relax y conectar con la naturaleza. Como dice Tadeo Morales, presidente de la Arenal Cámara de Turismo y Comercio, “hay de todo, desde hoteles de lujo hasta hospedajes más humildes. Hay pa’ todos los bolsillos y gustos”. Esto demuestra que el turismo no tiene que ser exclusivo, puede ser accesible para todos los costarricenses.
Pero no todo es miel sobre hojuelas, diay. Con tanto turista, la presión sobre el ambiente es evidente. Ahí entra la importancia de cuidar nuestros recursos y asegurar que el turismo no se convierta en una torta, destruyendo lo que precisamente atrae a la gente. Por suerte, la mayoría de los negocios de la zona están comprometidos con prácticas sostenibles, tratando de minimizar su impacto ambiental. Eso sí es trabajar con conciencia.
Uno de los puntos fuertes de La Fortuna es, sin duda, la Catarata La Fortuna. Un espectáculo de agua cristalina cayendo 70 metros en medio de la selva. Y lo mejor de todo, los ingresos generados por la visita se destinan a programas sociales y ambientales en las escuelas y comunidades cercanas. ¡Eso sí es darle cachete al turismo responsable! Laura Chacón, supervisora del proyecto, cuenta que en temporada alta reciben hasta 2.500 personas diarias. ¡Imagínate la maraña, pero con una buena causa!
Otro factor clave es el turismo internacional. La mayoría de los visitantes provienen de Estados Unidos, Canadá y Europa, pero cada vez vemos más españoles, franceses y brasileños. Y aunque el turismo extranjero es vital para la economía local, ADIFORT, liderado por José Eduardo Jiménez, quiere asegurarle un trato especial al turista nacional. “Porque queremos que el costarricense también viva esta experiencia”, enfatizó. ¡Así debe ser! Que nosotros mismos disfrutemos de nuestra propia tierra antes de presumírsela al mundo entero.
Y ni hablar de las aguas termales, ¿eh? Con temperaturas entre los 40°C y 68°C, invitan al descanso y la relajación. Lugares como Ecotermales Fortuna o el Hotel Boutique Casa del Río apuestan por integrar la salud, la cultura y la sostenibilidad. Hayward Vargas, gerente del hotel, explica que quieren ofrecer una experiencia completa, con actividades culturales y deportivas. Y claro, la comida típica no puede faltar, reflejando lo mejor de la gastronomía costarricense. ¡Un chuche para los sentidos!
Ahora bien, la gran pregunta que quiero dejarles para el foro es la siguiente: ¿Cómo podemos garantizar que el crecimiento turístico en La Fortuna sea realmente sostenible, protegiendo el medio ambiente y beneficiando a las comunidades locales a largo plazo, sin que se vaya todo al traste? ¡Denle duro a esta vareta!