Diay maes, ¿se acuerdan de toda la vara con el cafetín de la Asamblea Legislativa? Aquel despiche de los ₡27 millones de nuestros impuestos que se iban en galletas, frutas y cafecito para los diputados. Pues bueno, agárrense, porque la novela tiene un nuevo capítulo. Resulta que, después de que la Contraloría les parara el chunche por ser “improcedente”, ahora encontraron la vuelta para revivirlo. No es un chiste: el servicio de bocadillos vuelve, pero ahora bajo la mágica figura de un "reglamento para casos excepcionales".
Hagamos memoria para entender la magnitud de la torta. A mediados de 2024, una auditoría interna sacó los colores a la Asamblea: ₡27 melones al año solo en los bocadillos del Plenario, sin contar los más de ₡80 millones en alimentación general. ¡Es un despiche de plata! Con toda la razón del mundo, la Contraloría General de la República (CGR) pegó el grito en el cielo y dijo que financiar esos gustitos con fondos públicos simplemente no caminaba. La vara se puso tan seria que tuvieron que suspender el servicio el 18 de agosto. Parecía una pequeña victoria para el sentido común, pero ya sabemos cómo funciona la cosa en Cuesta de Moras.
Ahora, la gerente del Congreso, Karla Granados, sale a decir que, por una “vía de la excepción”, se puede contratar el servicio de nuevo. ¿La justificación? Agárrense de nuevo: es para garantizar la "continuidad del servicio" y "sostener el quorum". O sea, para que los maes no se vayan y dejen el Plenario botado, necesitan un cafecito y una galleta a la mano. Según esta lógica, el cafetín no es un lujo, sino una herramienta de trabajo casi tan importante como el micrófono. La promesa es que ahora será "lo básico" y habrá una "optimización". Habrá que ver qué entienden ellos por "básico", porque el concepto parece ser bastante flexible por allá.
Lo más irónico es que todo este teatro ocurre mientras se discute un presupuesto legislativo de casi ₡50 mil millones para 2026. Durante la misma audiencia, salió a la luz otro dato curioso: la partida para pagar incapacidades de funcionarios subió en ₡30 millones. Cuando la diputada Pilar Cisneros, con ese colmillo que la caracteriza, preguntó si es que "esperan una epidemia", la respuesta fue un simple "esperemos que no", seguido de una justificación técnica sobre proyecciones. Es en estos pequeños detalles donde uno ve el universo paralelo en el que viven. Se preocupan por asegurar las galletas para no romper el quorum, mientras el país lidia con problemas mucho más urgentes.
Al final, este reglamento se siente como un portillo legal para seguir haciendo lo que ya la Contraloría les había señalado como incorrecto. Se jalaron una torta con el gasto, los cacharon y, en lugar de aceptar el error, buscaron la forma de maquillarlo para que pareciera una necesidad operativa. El plan original de gastarse esa millonada se fue al traste, pero como buenos pulseadores, encontraron la forma de revivirlo, aunque sea a media máquina. La pregunta del millón sigue en el aire y la respuesta parece obvia para cualquiera que no esté calentando una curul.
Y ahora, se las tiro a ustedes, maes del foro: ¿De verdad creen que un cafetín es crucial para que nuestros diputados hagan su brete? ¿O es simplemente otro ejemplo de cómo se las ingenian para justificar gastos que, para el resto de nosotros, son un puro sin sentido?
Hagamos memoria para entender la magnitud de la torta. A mediados de 2024, una auditoría interna sacó los colores a la Asamblea: ₡27 melones al año solo en los bocadillos del Plenario, sin contar los más de ₡80 millones en alimentación general. ¡Es un despiche de plata! Con toda la razón del mundo, la Contraloría General de la República (CGR) pegó el grito en el cielo y dijo que financiar esos gustitos con fondos públicos simplemente no caminaba. La vara se puso tan seria que tuvieron que suspender el servicio el 18 de agosto. Parecía una pequeña victoria para el sentido común, pero ya sabemos cómo funciona la cosa en Cuesta de Moras.
Ahora, la gerente del Congreso, Karla Granados, sale a decir que, por una “vía de la excepción”, se puede contratar el servicio de nuevo. ¿La justificación? Agárrense de nuevo: es para garantizar la "continuidad del servicio" y "sostener el quorum". O sea, para que los maes no se vayan y dejen el Plenario botado, necesitan un cafecito y una galleta a la mano. Según esta lógica, el cafetín no es un lujo, sino una herramienta de trabajo casi tan importante como el micrófono. La promesa es que ahora será "lo básico" y habrá una "optimización". Habrá que ver qué entienden ellos por "básico", porque el concepto parece ser bastante flexible por allá.
Lo más irónico es que todo este teatro ocurre mientras se discute un presupuesto legislativo de casi ₡50 mil millones para 2026. Durante la misma audiencia, salió a la luz otro dato curioso: la partida para pagar incapacidades de funcionarios subió en ₡30 millones. Cuando la diputada Pilar Cisneros, con ese colmillo que la caracteriza, preguntó si es que "esperan una epidemia", la respuesta fue un simple "esperemos que no", seguido de una justificación técnica sobre proyecciones. Es en estos pequeños detalles donde uno ve el universo paralelo en el que viven. Se preocupan por asegurar las galletas para no romper el quorum, mientras el país lidia con problemas mucho más urgentes.
Al final, este reglamento se siente como un portillo legal para seguir haciendo lo que ya la Contraloría les había señalado como incorrecto. Se jalaron una torta con el gasto, los cacharon y, en lugar de aceptar el error, buscaron la forma de maquillarlo para que pareciera una necesidad operativa. El plan original de gastarse esa millonada se fue al traste, pero como buenos pulseadores, encontraron la forma de revivirlo, aunque sea a media máquina. La pregunta del millón sigue en el aire y la respuesta parece obvia para cualquiera que no esté calentando una curul.
Y ahora, se las tiro a ustedes, maes del foro: ¿De verdad creen que un cafetín es crucial para que nuestros diputados hagan su brete? ¿O es simplemente otro ejemplo de cómo se las ingenian para justificar gastos que, para el resto de nosotros, son un puro sin sentido?