¡Ay, pata! ¿Quién diría que la aparente calma en temas de robos y asaltos en algunas colonias podría esconder una realidad más turbia de lo que pinta?
El ministro de Seguridad y don Chepe Chaves andan tirándole flores sobre la reducción de delitos contra la propiedad, diciendo que estamos progresando. Pero el fiscal general, Carlo Díaz, nos acaba de soltar un balde de agua fría, advirtiendo que esta bajada podría ser señal de que las bandas organizadas están agarrando más fuerza y control del territorio, ¿se imaginan eso?
Díaz nos explica que estas bandas, que no precisamente están jugando cartas dominó, se están adueñando de barrios enteros. No es que la policía haya hecho maravillas, sino que estos tipos están imponiendo sus propias reglas, cobrando hasta candeleros a los negocitos y manteniendo la “paz” a su manera. ¿Y qué pasa con la gente? Pues bien agarrados de la sana distancia, con miedo de denunciar cualquier cosita por si les tocan.
Estas estructuras, que pa’ ustedes son puro cuento de película, están buscando meterse en todos los bretes: extorsión a comerciantes, control de la venta ambulante… ¡hasta dicen que castigan a los ladroncillos para no llamar la atención de la poli! Imagínate, te robas un chunche y te toca pagarle al mismo que te robó... ¡tremendo lío!
El tema es que, mientras el gobierno celebra los números, las bandas se fortalecen y hacen lo que quieren, manejando las barriadas como si fueran sus propios reinos. Y lo peor de todo es que, según el fiscal, muchos de los asesinatos que vemos por ahí son ajustes de cuentas entre estos mismos grupos, peleándose por controlar la plata y el negocio ilícito. Digamos que la seguridad no es exactamente lo que pintan.
Y ojo, que esto no es solo un problema de robos. Según el OIJ, los fraudes se han disparado a niveles astronómicos – casi un fraude cada 18 minutos. Mientras tanto, los robos de carros y los delitos contra la vida siguen siendo un dolor de cabeza, pero bueno, eso parece que ya nadie lo quiere ver. Parece que algunos prefieren enfocarse solo en lo que les conviene políticamente, dejando de lado la realidad que vive la gente en la calle.
Pero no todo es miel sobre hojuelas. El director del OIJ, Randall Zúñiga, nos dice que el panorama ha cambiado por completo, que los jóvenes que antes se dedicaban a robar bicicletas ahora aspiran a cosas más lucrativas como el sicariato o la extorsión. Además, con el teletrabajo y las cámaras de seguridad, a los viejos chorros les cuesta más encontrar oportunidades para hacer sus fechorías. La delincuencia se ha sofisticado, diay.
Entonces, ¿qué opinan mis queridos lectores del Foro? ¿Es posible que la reducción de ciertos delitos sea una fachada que oculta un problema de seguridad aún más grave? ¿Debería el gobierno cambiar su discurso y enfocarse en abordar las causas profundas de la delincuencia organizada, o seguir festejando una estadística engañosa? ¡Déjenme sus comentarios y vamos a echarle duro a este tema!
El ministro de Seguridad y don Chepe Chaves andan tirándole flores sobre la reducción de delitos contra la propiedad, diciendo que estamos progresando. Pero el fiscal general, Carlo Díaz, nos acaba de soltar un balde de agua fría, advirtiendo que esta bajada podría ser señal de que las bandas organizadas están agarrando más fuerza y control del territorio, ¿se imaginan eso?
Díaz nos explica que estas bandas, que no precisamente están jugando cartas dominó, se están adueñando de barrios enteros. No es que la policía haya hecho maravillas, sino que estos tipos están imponiendo sus propias reglas, cobrando hasta candeleros a los negocitos y manteniendo la “paz” a su manera. ¿Y qué pasa con la gente? Pues bien agarrados de la sana distancia, con miedo de denunciar cualquier cosita por si les tocan.
Estas estructuras, que pa’ ustedes son puro cuento de película, están buscando meterse en todos los bretes: extorsión a comerciantes, control de la venta ambulante… ¡hasta dicen que castigan a los ladroncillos para no llamar la atención de la poli! Imagínate, te robas un chunche y te toca pagarle al mismo que te robó... ¡tremendo lío!
El tema es que, mientras el gobierno celebra los números, las bandas se fortalecen y hacen lo que quieren, manejando las barriadas como si fueran sus propios reinos. Y lo peor de todo es que, según el fiscal, muchos de los asesinatos que vemos por ahí son ajustes de cuentas entre estos mismos grupos, peleándose por controlar la plata y el negocio ilícito. Digamos que la seguridad no es exactamente lo que pintan.
Y ojo, que esto no es solo un problema de robos. Según el OIJ, los fraudes se han disparado a niveles astronómicos – casi un fraude cada 18 minutos. Mientras tanto, los robos de carros y los delitos contra la vida siguen siendo un dolor de cabeza, pero bueno, eso parece que ya nadie lo quiere ver. Parece que algunos prefieren enfocarse solo en lo que les conviene políticamente, dejando de lado la realidad que vive la gente en la calle.
Pero no todo es miel sobre hojuelas. El director del OIJ, Randall Zúñiga, nos dice que el panorama ha cambiado por completo, que los jóvenes que antes se dedicaban a robar bicicletas ahora aspiran a cosas más lucrativas como el sicariato o la extorsión. Además, con el teletrabajo y las cámaras de seguridad, a los viejos chorros les cuesta más encontrar oportunidades para hacer sus fechorías. La delincuencia se ha sofisticado, diay.
Entonces, ¿qué opinan mis queridos lectores del Foro? ¿Es posible que la reducción de ciertos delitos sea una fachada que oculta un problema de seguridad aún más grave? ¿Debería el gobierno cambiar su discurso y enfocarse en abordar las causas profundas de la delincuencia organizada, o seguir festejando una estadística engañosa? ¡Déjenme sus comentarios y vamos a echarle duro a este tema!