¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez. Resulta que la Autobusera Lumaca, esa que nos lleva pa’ Cartago y otras calendas, anda pidiendo permiso a la Aresep para subir los pasajes. De ¢660 a ¢805, dicen. ¡Un buen pellizquito pa' el bolsillo del pueblo trabajador!
Según explican desde la compañía, la culpa la tiene la torta del tráfico. Ya saben, ir de San José a Cartago ahora parece una aventura épica, llena de paradas, bocinas y estrés. Además, dicen que la pandemia cambió todo: menos gente usando autobuses, más teletrabajo… vaya, un brete de excusas, ¿no?
Y claro, como si no fuera suficiente, les sumaron que los costos han ido subiendo, subiendo. Gasolina, mantenimiento de los buses, mano de obra...todo cuesta más caro, aparentemente. Pero bueno, ¿quién no está pasando por eso en este país? La inflación nos tiene a todos atrapados en su red.
La solicitud formal ya está ante la Aresep, que seguramente la va a estar estudiando con lupa. Dicen que a partir del año que viene comenzarán a evaluar si el aumento es razonable, eficiente y si realmente beneficia a la empresa sin afectar demasiado al usuario. Vamos a ver qué sale de ahí, porque la verdad, con estos precios ya ni ganas de salir.
Pero no todo es bronca, hay quienes defienden a Lumaca. Algunos viajeros aseguran que el servicio es de primera, especialmente si vienen de afuera. Se nota que los turistas no andan pegados a los problemas que nosotros, los nacionales, vivimos día tras día con el transporte público. Que suerte tienen algunos, ¡diay!
Otros, en cambio, pintan un panorama bien diferente. Aseguran que los buses llegan tarde, están llenos de mugre y que el servicio es, simplemente, “remalo”. Carlos Rodríguez, un usuario frecuente, no se anda con rodeos: dice que aunque haya mucha o poca gente, el servicio sigue siendo pésimo. ¡Ya uno se frustra, mae!
Y ni hablar de Gerardo Redondo, quien sí cree que el aumento es “lo normal a como está el costo de la vida.” Parece que ya se resignó a pagar más por moverse. Rafael Amaro, turista mexicano, quedó encantado con el servicio, lo que demuestra que la percepción varía según la perspectiva. Cada quién ve lo suyo, como decimos por acá.
Ahora, la gran pregunta queda abierta: ¿Estamos dispuestos a seguir pagando más por un servicio que, en muchos casos, deja bastante que desear? ¿O debería Lumaca buscar alternativas para mejorar la eficiencia y reducir costos antes de pasarle la factura al pasajero? ¿Creen que la Aresep hará lo correcto y protegerá el bolsillo de los usuarios?
Según explican desde la compañía, la culpa la tiene la torta del tráfico. Ya saben, ir de San José a Cartago ahora parece una aventura épica, llena de paradas, bocinas y estrés. Además, dicen que la pandemia cambió todo: menos gente usando autobuses, más teletrabajo… vaya, un brete de excusas, ¿no?
Y claro, como si no fuera suficiente, les sumaron que los costos han ido subiendo, subiendo. Gasolina, mantenimiento de los buses, mano de obra...todo cuesta más caro, aparentemente. Pero bueno, ¿quién no está pasando por eso en este país? La inflación nos tiene a todos atrapados en su red.
La solicitud formal ya está ante la Aresep, que seguramente la va a estar estudiando con lupa. Dicen que a partir del año que viene comenzarán a evaluar si el aumento es razonable, eficiente y si realmente beneficia a la empresa sin afectar demasiado al usuario. Vamos a ver qué sale de ahí, porque la verdad, con estos precios ya ni ganas de salir.
Pero no todo es bronca, hay quienes defienden a Lumaca. Algunos viajeros aseguran que el servicio es de primera, especialmente si vienen de afuera. Se nota que los turistas no andan pegados a los problemas que nosotros, los nacionales, vivimos día tras día con el transporte público. Que suerte tienen algunos, ¡diay!
Otros, en cambio, pintan un panorama bien diferente. Aseguran que los buses llegan tarde, están llenos de mugre y que el servicio es, simplemente, “remalo”. Carlos Rodríguez, un usuario frecuente, no se anda con rodeos: dice que aunque haya mucha o poca gente, el servicio sigue siendo pésimo. ¡Ya uno se frustra, mae!
Y ni hablar de Gerardo Redondo, quien sí cree que el aumento es “lo normal a como está el costo de la vida.” Parece que ya se resignó a pagar más por moverse. Rafael Amaro, turista mexicano, quedó encantado con el servicio, lo que demuestra que la percepción varía según la perspectiva. Cada quién ve lo suyo, como decimos por acá.
Ahora, la gran pregunta queda abierta: ¿Estamos dispuestos a seguir pagando más por un servicio que, en muchos casos, deja bastante que desear? ¿O debería Lumaca buscar alternativas para mejorar la eficiencia y reducir costos antes de pasarle la factura al pasajero? ¿Creen que la Aresep hará lo correcto y protegerá el bolsillo de los usuarios?