¡Ay, Dios mío, qué chivísima la nota! María Corina Machado, la gallina de pelea venezolana, se llevó el Nobel de la Paz. Y ni hablar, pura miel que se le pegó, porque la mujer se lo comió con huevo. Acá en Costa Rica, donde sabemos valorar la democracia y la paz, esto nos da un aire fresco, nos recuerda que la lucha por la libertad nunca termina y hay gente valiente ahí afuera dando la cara.
Para ponerlos en clima, la señora Machado lleva años batallando contra la dictadura de Maduro, un brete que parece imposible de resolver. Han tratado de tumbarla, de acallar su voz, pero la maza no se raja, ¡ni modo! Su vida ha sido una constante demostración de coraje, enfrentando persecuciones, amenazas y hasta encarcelamiento, pero siempre levantándose con más fuerza. Como diríamos acá, se fajó el saco.
Este premio es un reconocimiento mundial a su perseverancia y a la noble causa que defiende: la restauración de la democracia en Venezuela. No es un simple trofeo, es un faro de esperanza para millones de venezolanos que anhelan recuperar sus libertades y vivir en un país justo y próspero. Digámoslo claro, la situación allá es un quilombo mayúsculo, con tanta crisis económica y política que da pena ajena. Pero gente como Machado les da un empujoncito de ánimo para seguir adelante.
Lo lindo de la ceremonia fue ver cómo su hija leyó el discurso en su lugar, pues el mar Caribe andaba embravecido, ¡una torta! Eso demuestra lo mucho que la aman y la apoyan su familia y su pueblo. En esas palabras resonaba la frase: “La libertad no es algo que debamos esperar, sino algo a lo que debemos dar vida”. ¡Duro y real! Nos hace pensar si nosotros estamos haciendo lo suficiente por defender nuestros derechos y nuestra democracia, que también es un tesoro que hay que cuidar.
El Comité Noruego del Nobel no se quedó callado, tampoco. Sacaron pecho y denunciaron con crudeza los horrores que sufren los venezolanos, recordándonos que cuando la democracia se va al garete, la violencia y la guerra empiezan a crecer como maleza. Y tienen razón, señoritas y señores, sin respeto por las leyes y por los derechos de las personas, cualquier país se convierte en un polvorín a punto de explotar. Por eso, aplaudir a Machado es aplaudir la búsqueda de la paz y la justicia.
Nosotros aquí en Costa Rica tenemos nuestras propias cositas que resolver, ¿quién lo niega?, pero podemos aprender mucho de la experiencia venezolana. El fortalecimiento de las instituciones democráticas, la promoción del diálogo y la defensa de los derechos humanos son pilares fundamentales para construir un futuro mejor para todos. Además, la solidaridad internacional es clave para apoyar a aquellos que luchan por la libertad y la paz en otros países. Que no nos duerman el ojo con excusas, ¡el deber es ayudar!
Muchos expertos analizan que este reconocimiento puede abrirle puertas a Machado para participar en futuras elecciones en Venezuela. Sería una oportunidad histórica para que el pueblo venezolano exprese su voluntad en las urnas y cambie el rumbo de su país. Y aunque algunos pueden decir que es utópico, la realidad es que con voluntad y determinación, todo es posible. Como dice el dicho, “más vale maña que fuerza”.
En fin, la historia de María Corina Machado nos llena de esperanza y nos invita a reflexionar sobre nuestro propio compromiso con la democracia y la paz. Ahora, díganme, ¿creen ustedes que este premio realmente ayudará a cambiar la situación en Venezuela, o será solo un gesto simbólico? ¿Y qué papel creen que debería jugar Costa Rica en apoyo a la transición democrática venezolana?
Para ponerlos en clima, la señora Machado lleva años batallando contra la dictadura de Maduro, un brete que parece imposible de resolver. Han tratado de tumbarla, de acallar su voz, pero la maza no se raja, ¡ni modo! Su vida ha sido una constante demostración de coraje, enfrentando persecuciones, amenazas y hasta encarcelamiento, pero siempre levantándose con más fuerza. Como diríamos acá, se fajó el saco.
Este premio es un reconocimiento mundial a su perseverancia y a la noble causa que defiende: la restauración de la democracia en Venezuela. No es un simple trofeo, es un faro de esperanza para millones de venezolanos que anhelan recuperar sus libertades y vivir en un país justo y próspero. Digámoslo claro, la situación allá es un quilombo mayúsculo, con tanta crisis económica y política que da pena ajena. Pero gente como Machado les da un empujoncito de ánimo para seguir adelante.
Lo lindo de la ceremonia fue ver cómo su hija leyó el discurso en su lugar, pues el mar Caribe andaba embravecido, ¡una torta! Eso demuestra lo mucho que la aman y la apoyan su familia y su pueblo. En esas palabras resonaba la frase: “La libertad no es algo que debamos esperar, sino algo a lo que debemos dar vida”. ¡Duro y real! Nos hace pensar si nosotros estamos haciendo lo suficiente por defender nuestros derechos y nuestra democracia, que también es un tesoro que hay que cuidar.
El Comité Noruego del Nobel no se quedó callado, tampoco. Sacaron pecho y denunciaron con crudeza los horrores que sufren los venezolanos, recordándonos que cuando la democracia se va al garete, la violencia y la guerra empiezan a crecer como maleza. Y tienen razón, señoritas y señores, sin respeto por las leyes y por los derechos de las personas, cualquier país se convierte en un polvorín a punto de explotar. Por eso, aplaudir a Machado es aplaudir la búsqueda de la paz y la justicia.
Nosotros aquí en Costa Rica tenemos nuestras propias cositas que resolver, ¿quién lo niega?, pero podemos aprender mucho de la experiencia venezolana. El fortalecimiento de las instituciones democráticas, la promoción del diálogo y la defensa de los derechos humanos son pilares fundamentales para construir un futuro mejor para todos. Además, la solidaridad internacional es clave para apoyar a aquellos que luchan por la libertad y la paz en otros países. Que no nos duerman el ojo con excusas, ¡el deber es ayudar!
Muchos expertos analizan que este reconocimiento puede abrirle puertas a Machado para participar en futuras elecciones en Venezuela. Sería una oportunidad histórica para que el pueblo venezolano exprese su voluntad en las urnas y cambie el rumbo de su país. Y aunque algunos pueden decir que es utópico, la realidad es que con voluntad y determinación, todo es posible. Como dice el dicho, “más vale maña que fuerza”.
En fin, la historia de María Corina Machado nos llena de esperanza y nos invita a reflexionar sobre nuestro propio compromiso con la democracia y la paz. Ahora, díganme, ¿creen ustedes que este premio realmente ayudará a cambiar la situación en Venezuela, o será solo un gesto simbólico? ¿Y qué papel creen que debería jugar Costa Rica en apoyo a la transición democrática venezolana?