Más de 215 mil ancianos viven en Costa Rica sin ningún tipo de pensión ¿Esta bien o mal?

Estados Unidos son puros seguros privados y si no tienes seguro te cobran miles de dólares por hacerte cualquier procedimiento, mientras que la caja te da mayor cobertura
A que costo ? cuando la salud se socializa todos pagamos por ella aunque no la usemos , el socialismo marxista-lenista tiene quebrado al pais y la estafa piramidal que usa la ccss esta por reventar , esperar mas de 6 meses para ver un expecialista no es mayor cobertura.
 
La cifra seguirá aumentando hasta que no se hagan los cambios necesarios para poder garantizar una jubilación digna para todos los ciudadanos
 
Ahí en el barrio de mi tía se ven maes que desde que tengo memoria se dedican a drogarse o a delinquir sin ser precisamente fichas, pueden pasar por un mae normal, pero trabajo no han tenido, habrá que ver si en 30 años alguien dice: ay pobrecito ese viejito sin pensión...

Igual con las putas que no cotizan y quieren pensión, antes de los derechos vienen los deberes.
Lo interesante es que exiten muchas pensiones de lujo de gente que nunca a cotizado y aún así las tienen lamentablemente
 
En Costa Rica, más de 215.000 adultos mayores viven sin ningún tipo de pensión, una realidad que evidencia la fragilidad del sistema de protección social del país. Este número no es solo una cifra fría; representa a miles de personas que, tras décadas de trabajo, llegan a la vejez sin la seguridad económica que se espera en esa etapa de la vida.
  • ¿Cómo se explica este fenómeno en un país que se enorgullece de sus políticas sociales?
  • ¿Qué falla en la estructura que debería proteger a quienes han contribuido al desarrollo de la nación?
La principal causa de esta situación radica en la informalidad laboral. Una gran parte de la población costarricense ha trabajado durante años sin estar registrada formalmente en el sistema de seguridad social. Esto significa que no cotizaron para una pensión y, al llegar a la edad de retiro, se encuentran desprovistos de un ingreso estable. El trabajo doméstico, la agricultura, y el comercio informal son sectores donde la informalidad predomina, afectando especialmente a mujeres y personas en zonas rurales.

A esta realidad se suma la dificultad del sistema estatal para cubrir a toda la población. Aunque existen programas de pensión no contributiva, estos no alcanzan a todos los que lo necesitan. La burocracia y los requisitos para acceder a estos beneficios son barreras que muchos no pueden superar. Además, el monto de estas pensiones es insuficiente para cubrir las necesidades básicas de una persona mayor. Estamos hablando de montos que no superan los 90.000 colones, una cifra que apenas alcanza para cubrir gastos de alimentación.

En este contexto, la carga económica recae en las familias. En una sociedad donde el envejecimiento poblacional es cada vez más pronunciado, las familias costarricenses, ya de por sí afectadas por la crisis económica, deben hacerse cargo de sus adultos mayores sin apoyo estatal adecuado.

¿Es justo que una sociedad relegue a los más vulnerables a depender de la caridad de sus hijos o de la solidaridad de sus vecinos?

Este escenario solo perpetúa un ciclo de pobreza intergeneracional.

Pero el problema no termina ahí. La ausencia de una pensión también significa que estos adultos mayores quedan excluidos de acceder a otros beneficios sociales que están ligados al sistema de seguridad social. Por ejemplo, el acceso a servicios de salud de calidad se ve limitado, lo que agrava su situación. Envejecer sin una pensión en Costa Rica es, en muchos casos, envejecer sin dignidad.

Este panorama nos lleva a cuestionarnos como sociedad: ¿qué valor le damos a nuestros adultos mayores? En un país donde el "pura vida" se vende como eslogan turístico, pareciera que la vida de aquellos que ya no pueden producir no importa tanto. Se les invisibiliza, se les deja a su suerte, mientras seguimos promoviendo un país solidario y feliz. La contradicción es evidente, y el problema no es solo económico, sino profundamente social y cultural.

La vejez no debería ser sinónimo de pobreza ni de abandono. Las políticas públicas deberían enfocarse en garantizar que todos los adultos mayores, sin importar su historia laboral, tengan acceso a una pensión digna. Esto requerirá reformas profundas en el sistema de pensiones y una revalorización del trabajo no formal. Se necesita una mirada más inclusiva y justa para integrar a quienes han sido excluidos históricamente del sistema.

Por otro lado, la educación sobre la importancia de cotizar a lo largo de la vida laboral es esencial, pero también lo es reconocer que no todas las personas tienen las mismas oportunidades para hacerlo. En este sentido, el Estado tiene una responsabilidad ineludible de garantizar que el derecho a una pensión sea universal y no esté condicionado solo a aquellos que han tenido empleos formales.

El envejecimiento de la población es una realidad que Costa Rica no puede ignorar. Cada vez más personas llegarán a la tercera edad y, si el sistema no se ajusta, las cifras de adultos mayores sin pensión seguirán aumentando. Es hora de que como sociedad nos preguntemos: ¿qué tipo de futuro queremos construir para quienes han construido nuestro presente?

La situación de los adultos mayores sin pensión en Costa Rica no solo refleja fallas económicas y burocráticas, sino también un problema de valores. Si no actuamos pronto, estaremos condenando a generaciones enteras a envejecer en la pobreza, mientras seguimos celebrando una falsa imagen de prosperidad y solidaridad muy complicáis esto
 
Ahí en el barrio de mi tía se ven maes que desde que tengo memoria se dedican a drogarse o a delinquir sin ser precisamente fichas, pueden pasar por un mae normal, pero trabajo no han tenido, habrá que ver si en 30 años alguien dice: ay pobrecito ese viejito sin pensión...

Igual con las putas que no cotizan y quieren pensión, antes de los derechos vienen los deberes.
Lo interesante es que exiten muchas pensiones de lujo de gente que nunca a cotizado y aún así las tienen lamentablemente
El problema de la falta de educación financiera… y pensar que uno nunca va a llegar a viejo. Hay que tener un plan de retiro.
Hoy en día es eso lo que se tiene que hacer, empezar a pensar en su futuro y planear su estabilidad financiera
 
En Costa Rica, más de 215.000 adultos mayores viven sin ningún tipo de pensión, una realidad que evidencia la fragilidad del sistema de protección social del país. Este número no es solo una cifra fría; representa a miles de personas que, tras décadas de trabajo, llegan a la vejez sin la seguridad económica que se espera en esa etapa de la vida.
  • ¿Cómo se explica este fenómeno en un país que se enorgullece de sus políticas sociales?
  • ¿Qué falla en la estructura que debería proteger a quienes han contribuido al desarrollo de la nación?
La principal causa de esta situación radica en la informalidad laboral. Una gran parte de la población costarricense ha trabajado durante años sin estar registrada formalmente en el sistema de seguridad social. Esto significa que no cotizaron para una pensión y, al llegar a la edad de retiro, se encuentran desprovistos de un ingreso estable. El trabajo doméstico, la agricultura, y el comercio informal son sectores donde la informalidad predomina, afectando especialmente a mujeres y personas en zonas rurales.

A esta realidad se suma la dificultad del sistema estatal para cubrir a toda la población. Aunque existen programas de pensión no contributiva, estos no alcanzan a todos los que lo necesitan. La burocracia y los requisitos para acceder a estos beneficios son barreras que muchos no pueden superar. Además, el monto de estas pensiones es insuficiente para cubrir las necesidades básicas de una persona mayor. Estamos hablando de montos que no superan los 90.000 colones, una cifra que apenas alcanza para cubrir gastos de alimentación.

En este contexto, la carga económica recae en las familias. En una sociedad donde el envejecimiento poblacional es cada vez más pronunciado, las familias costarricenses, ya de por sí afectadas por la crisis económica, deben hacerse cargo de sus adultos mayores sin apoyo estatal adecuado.

¿Es justo que una sociedad relegue a los más vulnerables a depender de la caridad de sus hijos o de la solidaridad de sus vecinos?

Este escenario solo perpetúa un ciclo de pobreza intergeneracional.

Pero el problema no termina ahí. La ausencia de una pensión también significa que estos adultos mayores quedan excluidos de acceder a otros beneficios sociales que están ligados al sistema de seguridad social. Por ejemplo, el acceso a servicios de salud de calidad se ve limitado, lo que agrava su situación. Envejecer sin una pensión en Costa Rica es, en muchos casos, envejecer sin dignidad.

Este panorama nos lleva a cuestionarnos como sociedad: ¿qué valor le damos a nuestros adultos mayores? En un país donde el "pura vida" se vende como eslogan turístico, pareciera que la vida de aquellos que ya no pueden producir no importa tanto. Se les invisibiliza, se les deja a su suerte, mientras seguimos promoviendo un país solidario y feliz. La contradicción es evidente, y el problema no es solo económico, sino profundamente social y cultural.

La vejez no debería ser sinónimo de pobreza ni de abandono. Las políticas públicas deberían enfocarse en garantizar que todos los adultos mayores, sin importar su historia laboral, tengan acceso a una pensión digna. Esto requerirá reformas profundas en el sistema de pensiones y una revalorización del trabajo no formal. Se necesita una mirada más inclusiva y justa para integrar a quienes han sido excluidos históricamente del sistema.

Por otro lado, la educación sobre la importancia de cotizar a lo largo de la vida laboral es esencial, pero también lo es reconocer que no todas las personas tienen las mismas oportunidades para hacerlo. En este sentido, el Estado tiene una responsabilidad ineludible de garantizar que el derecho a una pensión sea universal y no esté condicionado solo a aquellos que han tenido empleos formales.

El envejecimiento de la población es una realidad que Costa Rica no puede ignorar. Cada vez más personas llegarán a la tercera edad y, si el sistema no se ajusta, las cifras de adultos mayores sin pensión seguirán aumentando. Es hora de que como sociedad nos preguntemos: ¿qué tipo de futuro queremos construir para quienes han construido nuestro presente?

La situación de los adultos mayores sin pensión en Costa Rica no solo refleja fallas económicas y burocráticas, sino también un problema de valores. Si no actuamos pronto, estaremos condenando a generaciones enteras a envejecer en la pobreza, mientras seguimos celebrando una falsa imagen de prosperidad y solidaridad.
Mis papás son adultos mayores y no reciben pensión, así que puedo estar biased, sin embargo, nadie merece vivir en condiciones decadentes. Nosotros probablemente no vamos a tener pensión, y aunque hayamos cotizado nos va a ir igual
 
En Costa Rica, más de 215.000 adultos mayores viven sin ningún tipo de pensión, una realidad que evidencia la fragilidad del sistema de protección social del país. Este número no es solo una cifra fría; representa a miles de personas que, tras décadas de trabajo, llegan a la vejez sin la seguridad económica que se espera en esa etapa de la vida.
  • ¿Cómo se explica este fenómeno en un país que se enorgullece de sus políticas sociales?
  • ¿Qué falla en la estructura que debería proteger a quienes han contribuido al desarrollo de la nación?
La principal causa de esta situación radica en la informalidad laboral. Una gran parte de la población costarricense ha trabajado durante años sin estar registrada formalmente en el sistema de seguridad social. Esto significa que no cotizaron para una pensión y, al llegar a la edad de retiro, se encuentran desprovistos de un ingreso estable. El trabajo doméstico, la agricultura, y el comercio informal son sectores donde la informalidad predomina, afectando especialmente a mujeres y personas en zonas rurales.

A esta realidad se suma la dificultad del sistema estatal para cubrir a toda la población. Aunque existen programas de pensión no contributiva, estos no alcanzan a todos los que lo necesitan. La burocracia y los requisitos para acceder a estos beneficios son barreras que muchos no pueden superar. Además, el monto de estas pensiones es insuficiente para cubrir las necesidades básicas de una persona mayor. Estamos hablando de montos que no superan los 90.000 colones, una cifra que apenas alcanza para cubrir gastos de alimentación.

En este contexto, la carga económica recae en las familias. En una sociedad donde el envejecimiento poblacional es cada vez más pronunciado, las familias costarricenses, ya de por sí afectadas por la crisis económica, deben hacerse cargo de sus adultos mayores sin apoyo estatal adecuado.

¿Es justo que una sociedad relegue a los más vulnerables a depender de la caridad de sus hijos o de la solidaridad de sus vecinos?

Este escenario solo perpetúa un ciclo de pobreza intergeneracional.

Pero el problema no termina ahí. La ausencia de una pensión también significa que estos adultos mayores quedan excluidos de acceder a otros beneficios sociales que están ligados al sistema de seguridad social. Por ejemplo, el acceso a servicios de salud de calidad se ve limitado, lo que agrava su situación. Envejecer sin una pensión en Costa Rica es, en muchos casos, envejecer sin dignidad.

Este panorama nos lleva a cuestionarnos como sociedad: ¿qué valor le damos a nuestros adultos mayores? En un país donde el "pura vida" se vende como eslogan turístico, pareciera que la vida de aquellos que ya no pueden producir no importa tanto. Se les invisibiliza, se les deja a su suerte, mientras seguimos promoviendo un país solidario y feliz. La contradicción es evidente, y el problema no es solo económico, sino profundamente social y cultural.

La vejez no debería ser sinónimo de pobreza ni de abandono. Las políticas públicas deberían enfocarse en garantizar que todos los adultos mayores, sin importar su historia laboral, tengan acceso a una pensión digna. Esto requerirá reformas profundas en el sistema de pensiones y una revalorización del trabajo no formal. Se necesita una mirada más inclusiva y justa para integrar a quienes han sido excluidos históricamente del sistema.

Por otro lado, la educación sobre la importancia de cotizar a lo largo de la vida laboral es esencial, pero también lo es reconocer que no todas las personas tienen las mismas oportunidades para hacerlo. En este sentido, el Estado tiene una responsabilidad ineludible de garantizar que el derecho a una pensión sea universal y no esté condicionado solo a aquellos que han tenido empleos formales.

El envejecimiento de la población es una realidad que Costa Rica no puede ignorar. Cada vez más personas llegarán a la tercera edad y, si el sistema no se ajusta, las cifras de adultos mayores sin pensión seguirán aumentando. Es hora de que como sociedad nos preguntemos: ¿qué tipo de futuro queremos construir para quienes han construido nuestro presente?

La situación de los adultos mayores sin pensión en Costa Rica no solo refleja fallas económicas y burocráticas, sino también un problema de valores. Si no actuamos pronto, estaremos condenando a generaciones enteras a envejecer en la pobreza, mientras seguimos celebrando una falsa imagen de prosperidad y solidaridad.
Muy mal muchos han trabajado en el campo o informalmente merecen una pensión
 
La ccss y sus políticas....cobro excesivos qué espantan a cualquier con un salario mínimo..
Nunca han apostado por volumen de asegurados...cuota baja y obligatorio.
 
Esta es una triste realidad. Cercanos a mi hoy en día no tienen pensión, porque en algún momento sus vidas se volvieron tan complicadas que no siguieron con el seguro. Las cuotas faltantes o deudas son más grandes de lo que recibirían en los años que les falta de vida, es muy triste
 

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