No has vivido si no te has visto una maldita madrugada tomando café, comiendo galletas, matando tu maldito tiempo en FDCR, escuchando a Silvio, viendo pornografía y sosteniendo chats de fuerte contenido sexual en forma de palabras encadenadas y preguntándote qué mierdas haces con tu maldita vida —o estás trabajando—.