Maes, hay que hablar de una vara que de verdad me ahueva. Leer que las bandas narco están reclutando chiquillos cada vez más jóvenes es... diay, es la definición de que como sociedad nos jalamos una torta monumental. No es una noticia más de sucesos, es un síntoma de que algo muy profundo se nos pudrió. Cuando un güila ve más futuro en jalar un gatillo que en abrir un libro, es porque fallamos todos. Y lo peor es que llevamos años viendo las señales, pero parece que hasta ahora, que el despiche nos está reventando en la cara con balaceras a plena luz del día, es que las altas esferas deciden que quizás, solo quizás, es hora de hacer algo.
Y claro, como un relojito suizo, sale la foto de la “reunión de alto nivel”. El OIJ, el Ministerio de Seguridad, la PCD… todos los meros meros sentados en una mesa, con cara de serios, prometiendo que ahora sí, van a “maximizar recursos”, “compartir información” y “definir objetivos comunes”. Suena muy bonito, casi que a presentación de PowerPoint de un brete de la U. El trabajo de ellos es coordinarse, obvio, pero uno, que ya tiene colmillo, siempre se queda con esa espinita de si esto no es pura hablada para calmar las aguas mientras la violencia sigue su curso. Porque reuniones hemos visto muchas, pero los resultados en la calle a veces se sienten lejanos, casi como una leyenda urbana.
Pero aquí es donde el plan empieza a cojear y la realidad nos pega un manazo. En la misma reunión, con una honestidad casi dolorosa, aceptan que “los recursos son limitados”. ¡Qué novedad! Mae, esa es la historia de siempre en Costa Rica. ¿Cómo se supone que van a frenar un monstruo como el narco, que tiene plata para regalar, si a nuestras policías a veces les falta hasta para la gasolina? Se habla de “articulación interinstitucional” como si fuera una palabra mágica, pero sin presupuesto, es como querer apagar un incendio con una pistola de agua. Es la receta perfecta para que cualquier buena intención se vaya al traste y todo quede en un simple comunicado de prensa.
Y mientras los grandes discuten en salones con aire acondicionado, ¿qué pasa con los güilas en los barrios marginalizados? ¿Por qué un chiquillo de 14 años prefiere andar con una 9mm que estar mejengueando? No es porque “nacieron malos”, esa es la salida fácil. Es porque en muchas comunidades, la banda es la única que ofrece “brete”, respeto, sentido de pertenencia y hasta una especie de familia. Si el Estado no llega con educación de calidad, con canchas de fútbol iluminadas, con oportunidades reales de trabajo para sus tatas... diay, llega el narco con unas tenis nuevas, un celular carga y una pistola. Así de simple y así de jodido. Están salados desde que nacen, con el futuro hipotecado por el código postal.
Al final, la vara es mucho más profunda que solo poner más policías en la calle. Eso es una curita para una hemorragia. Este es un problema de abandono, de décadas de mirar para otro lado mientras la desigualdad se comía a las comunidades más vulnerables. Celebrar una reunión está bien, es un primer paso, pero no frena las balas ni le da un futuro a un güila que hoy está decidiendo entre la escuela y el sicariato. Y aquí es donde les pregunto a ustedes, la gente del foro: más allá de tirarle al gobierno de turno, ¿qué putas hacemos como sociedad? ¿Cómo le devolvemos a esos chiquillos la opción de tener un futuro que no termine en una bolsa negra del OIJ?
Y claro, como un relojito suizo, sale la foto de la “reunión de alto nivel”. El OIJ, el Ministerio de Seguridad, la PCD… todos los meros meros sentados en una mesa, con cara de serios, prometiendo que ahora sí, van a “maximizar recursos”, “compartir información” y “definir objetivos comunes”. Suena muy bonito, casi que a presentación de PowerPoint de un brete de la U. El trabajo de ellos es coordinarse, obvio, pero uno, que ya tiene colmillo, siempre se queda con esa espinita de si esto no es pura hablada para calmar las aguas mientras la violencia sigue su curso. Porque reuniones hemos visto muchas, pero los resultados en la calle a veces se sienten lejanos, casi como una leyenda urbana.
Pero aquí es donde el plan empieza a cojear y la realidad nos pega un manazo. En la misma reunión, con una honestidad casi dolorosa, aceptan que “los recursos son limitados”. ¡Qué novedad! Mae, esa es la historia de siempre en Costa Rica. ¿Cómo se supone que van a frenar un monstruo como el narco, que tiene plata para regalar, si a nuestras policías a veces les falta hasta para la gasolina? Se habla de “articulación interinstitucional” como si fuera una palabra mágica, pero sin presupuesto, es como querer apagar un incendio con una pistola de agua. Es la receta perfecta para que cualquier buena intención se vaya al traste y todo quede en un simple comunicado de prensa.
Y mientras los grandes discuten en salones con aire acondicionado, ¿qué pasa con los güilas en los barrios marginalizados? ¿Por qué un chiquillo de 14 años prefiere andar con una 9mm que estar mejengueando? No es porque “nacieron malos”, esa es la salida fácil. Es porque en muchas comunidades, la banda es la única que ofrece “brete”, respeto, sentido de pertenencia y hasta una especie de familia. Si el Estado no llega con educación de calidad, con canchas de fútbol iluminadas, con oportunidades reales de trabajo para sus tatas... diay, llega el narco con unas tenis nuevas, un celular carga y una pistola. Así de simple y así de jodido. Están salados desde que nacen, con el futuro hipotecado por el código postal.
Al final, la vara es mucho más profunda que solo poner más policías en la calle. Eso es una curita para una hemorragia. Este es un problema de abandono, de décadas de mirar para otro lado mientras la desigualdad se comía a las comunidades más vulnerables. Celebrar una reunión está bien, es un primer paso, pero no frena las balas ni le da un futuro a un güila que hoy está decidiendo entre la escuela y el sicariato. Y aquí es donde les pregunto a ustedes, la gente del foro: más allá de tirarle al gobierno de turno, ¿qué putas hacemos como sociedad? ¿Cómo le devolvemos a esos chiquillos la opción de tener un futuro que no termine en una bolsa negra del OIJ?
