¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con el PANI metiéndose en líos. Una profe salió con el agua hasta el cuello en TikTok, echándole dureza al Patronato por darle más bombo al caso de Álvaro Ramos y su hija que a los niños que realmente necesitan ayuda. La cosa explotó en redes sociales y ahora todo mundo está hablando del tema, pensando si es justo que el PANI se preocupe tanto por unos y olvide a otros.
La licenciada, que prefirió mantenerse en el anonimato para evitar problemas con el PANI, explicó que lleva años haciendo denuncias sobre niños en situaciones precarias. Dice que enviar correos electrónicos, activar protocolos, todo eso parece irse al traste. El problema, según ella, es que no hay presupuesto suficiente ni interés genuino por ayudar a estos muchachos. "Es persecución política", soltó en el video. "Si fuera por la cantidad de denuncias, ya habría mucha gente atendida hace tiempo".
Lo que más preocupa es que, mientras el PANI andaba dando vueltas con el asunto de Álvaro Ramos, varios de sus exalumnos estaban pasando hambre. Imagínate, un nene diciéndole al profesor el lunes: 'Profé, me duele la pancita porque desde el viernes no he comido'. Ahí te das cuenta de la magnitud del problema y de la poca efectividad del sistema.
La docente no dudó en lanzar un llamado directo a sus colegas, especialmente a los que trabajan con niños pequeños. Les pidió que siempre tengan galletas o algún bocadillo a mano para esos momentos difíciles. "No nos dejemos engañar por discursos bonitos", advirtió. "Este gobierno no se ha comido ninguna bronca, sino que la ha hecho más grande". Un buen chamaco ahí batallando por comer y el PANI en campaña con políticos… ¡Qué pena!
Esta no es la primera vez que el PANI recibe críticas por su gestión. Hace meses, varias organizaciones civiles han denunciado la falta de recursos, la lentitud en la tramitación de casos y la politización de la institución. Parece que el PANI tiene más prisa por aparecer en los medios que por resolver los problemas reales de la niñez costarricense. ¿Será que necesitan una vara más alta para medir su eficiencia?
Pero ojo, no solo es el PANI el responsable. También es importante que la ciudadanía esté atenta y cobre cuentas. Tenemos que exigir que se destinen los recursos necesarios para proteger a los niños en riesgo y que se investiguen todas las denuncias con seriedad y transparencia. No podemos permitir que la política opaque la necesidad urgente de cuidar a nuestros más pequeños. Si queremos una sociedad justa y equitativa, debemos empezar por garantizar los derechos básicos de todos los niños, sin importar su origen o condición social.
Además, el caso de Álvaro Ramos ha puesto sobre la mesa la necesidad de revisar las leyes que regulan la participación política de los menores de edad. ¿Es ético utilizar a los niños en campañas electorales? ¿No estamos exponiéndolos a presiones innecesarias y comprometiendo su desarrollo integral? Son preguntas incómodas, pero necesarias. Más aún cuando vemos que la figura de un posible presidente utiliza a sus hijos para ganar popularidad, aunque eso signifique ponerlos en riesgo.
En fin, la situación es compleja y requiere de soluciones urgentes. Lo que queda claro es que el PANI necesita urgentemente una revisión profunda de sus procesos y prioridades. Y nosotros, como sociedad, necesitamos despertar del letargo y exigir que se cumplan los derechos de todos los niños costarricenses. Entonces, díganme, ¿creen que el PANI debería enfocarse en atender los casos de niños en riesgo o seguir dándole prioridad a los temas de política y relaciones públicas?
La licenciada, que prefirió mantenerse en el anonimato para evitar problemas con el PANI, explicó que lleva años haciendo denuncias sobre niños en situaciones precarias. Dice que enviar correos electrónicos, activar protocolos, todo eso parece irse al traste. El problema, según ella, es que no hay presupuesto suficiente ni interés genuino por ayudar a estos muchachos. "Es persecución política", soltó en el video. "Si fuera por la cantidad de denuncias, ya habría mucha gente atendida hace tiempo".
Lo que más preocupa es que, mientras el PANI andaba dando vueltas con el asunto de Álvaro Ramos, varios de sus exalumnos estaban pasando hambre. Imagínate, un nene diciéndole al profesor el lunes: 'Profé, me duele la pancita porque desde el viernes no he comido'. Ahí te das cuenta de la magnitud del problema y de la poca efectividad del sistema.
La docente no dudó en lanzar un llamado directo a sus colegas, especialmente a los que trabajan con niños pequeños. Les pidió que siempre tengan galletas o algún bocadillo a mano para esos momentos difíciles. "No nos dejemos engañar por discursos bonitos", advirtió. "Este gobierno no se ha comido ninguna bronca, sino que la ha hecho más grande". Un buen chamaco ahí batallando por comer y el PANI en campaña con políticos… ¡Qué pena!
Esta no es la primera vez que el PANI recibe críticas por su gestión. Hace meses, varias organizaciones civiles han denunciado la falta de recursos, la lentitud en la tramitación de casos y la politización de la institución. Parece que el PANI tiene más prisa por aparecer en los medios que por resolver los problemas reales de la niñez costarricense. ¿Será que necesitan una vara más alta para medir su eficiencia?
Pero ojo, no solo es el PANI el responsable. También es importante que la ciudadanía esté atenta y cobre cuentas. Tenemos que exigir que se destinen los recursos necesarios para proteger a los niños en riesgo y que se investiguen todas las denuncias con seriedad y transparencia. No podemos permitir que la política opaque la necesidad urgente de cuidar a nuestros más pequeños. Si queremos una sociedad justa y equitativa, debemos empezar por garantizar los derechos básicos de todos los niños, sin importar su origen o condición social.
Además, el caso de Álvaro Ramos ha puesto sobre la mesa la necesidad de revisar las leyes que regulan la participación política de los menores de edad. ¿Es ético utilizar a los niños en campañas electorales? ¿No estamos exponiéndolos a presiones innecesarias y comprometiendo su desarrollo integral? Son preguntas incómodas, pero necesarias. Más aún cuando vemos que la figura de un posible presidente utiliza a sus hijos para ganar popularidad, aunque eso signifique ponerlos en riesgo.
En fin, la situación es compleja y requiere de soluciones urgentes. Lo que queda claro es que el PANI necesita urgentemente una revisión profunda de sus procesos y prioridades. Y nosotros, como sociedad, necesitamos despertar del letargo y exigir que se cumplan los derechos de todos los niños costarricenses. Entonces, díganme, ¿creen que el PANI debería enfocarse en atender los casos de niños en riesgo o seguir dándole prioridad a los temas de política y relaciones públicas?