Si tu novia ha sido lo suficientemente honesta como para hablarte del tema, yo diría que vale la pena darle pelota en esto.
Un asunto a considerar es que el placer sexual que podés sentir con el pene es el mismo que podés sentir con el ano, pero más y mejor. Ambas zonas están inervadas por el mismo grupo de nervios, pero el ano tiene muchísimas más terminaciones nerviosas, lo que equivale a más sensaciones en esa zona.
Otro asunto a considerar es que el pegging, bien hecho, es una experiencia de gran intimidad y disfrute para la pareja. Pone a la mujer en una posición de poder, mientras que el hombre asume una posición vulnerable. Esto nivela la relación en lo sexual e influye mucho en lograr una relación más abierta, cercana y sincera. Después de este nivel de intimidad, ya no queda nada de lo que les diera pena hablar.
Y un asunto final a considerar es que no hay nada "playo" en esto: esos son temores de macho inseguro, producto de una masculinidad demasiado tóxica.
Pero el pegging hay que hacerlo bien hecho, para que no resulte en una experiencia físicamente dolorosa y emocionalmente frustrante. Compren un peg que no sea demasiado grande (sobre todo, no demasiado grueso) y que tenga un arnés firme, ojalá de los que tienen una faja o dos que dan vuelta a la cintura y otra faja que pasa entre las piernas de ella. A la hora de la acción, es necesario comenzar por una exploración lenta y gradual de la zona anal (besos, caricias, roces). Luego ella deberá explorar el ano penetrándolo con un dedo, dilatándolo hasta que lo pueda hacer con dos dedos sin causar dolor. Luego de un rato, cuando el ano ya está bien dilatado, deberán encontrar una posición cómoda para comenzar la penetración con el peg. La penetración debe ser lenta, gradual, suave: nada de dejarla ir de golpe como en las pelis. Y desde el principio hay que usar MUCHO lubricante: en esto, el lubricante nunca será demasiado.
Pero sobre todo, ¡disfrútenlo!