¡Aguántense! Aquí les va la nota fresca del Foro, porque estos mocosos nos están dando pa' qué hablar. Resulta que el otro fin de semana, el Mercado Cooperativo Regional explotó con iniciativas increíbles hechas por niños y jóvenes de primaria y secundaria. No me digan que no les ha pasado que tienen unas ganas locas de hacer su propio brete, pues estos si se pusieron las pilas.
Este mercadito, organizado por el Departamento de Gestión de Empresas y Educación Cooperativa del Ministerio de Educación Pública (MEP), ya lleva varios años impulsando el espíritu emprendedor en las escuelas. La idea es buena, hay que darle crédito, porque no todos los días ves a chamacos buscando cómo sacar adelante sus propios proyectos. Se trata de enseñarles que el mundo no te da nada gratis y que, si quieres cosas, tienes que jalar.
Y ni se imaginan la variedad de cosas que estaban vendiendo. Desde comiditas bien sabrosas –pasteles de yuca, empanadas, tamales– que recordaban a las abuelas, hasta bisutería hecha a mano que tenía más onda que algunas tiendas del centro comercial. También hubo servicios, como peluquería canina (sí, señor, peluquería para perros!) y clases particulares de matemáticas. ¡Imagínate tener un profe de cuarto grado que también vende sus servicios!
Lo más impresionante es que esto no es algo que salió de la noche a la mañana. Estos maites anduvieron currando desde marzo, pasando por todas las fases: investigación, planeación, desarrollo del producto… un proceso serio, vamos. Vieron cómo convertir una idea loca en algo tangible, algo que podían ofrecerle a la gente. Eso sí que vale la pena aplaudir.
Participaron más de 200 estudiantes de 21 centros educativos de diferentes regiones del país: Cartago, Desamparados, Turrialba, Occidente y Pérez Zeledón. Un verdadero crisol de talento y esfuerzo. Además, la participación de los padres fue fundamental; estuvieron ahí apoyándolos, dándoles ánimos y asegurándose de que todo estuviera seguro y bien organizado. Una colaboración familiar que demuestra que cuando hay unión, se puede lograr cualquier cosa.
Durante este tiempo, los estudiantes aprendieron muchísimas cosas más allá de simplemente vender un producto. Desarrollaron habilidades blandas esenciales, como seguridad personal, confianza en sí mismos, creatividad, organización, toma de decisiones y perseverancia. Todas esas herramientas que van a necesitar en la vida, ya sea para emprender un negocio o para enfrentar cualquier desafío que se les presente. ¡Así se crea futuro, pura vida!
Ahora, no todo fue miel sobre hojuelas. Seguro algunos tuvieron que lidiar con clientes difíciles, con inventario que no llegaba, o con productos que no salían como esperaban. Pero eso es parte del aprendizaje, ¿no creen? Porque en el mundo real, no siempre las cosas salen perfectas. Lo importante es saber levantarse después de caerte y seguir luchando por tus sueños, aunque te jales una torta de vez en cuando.
Al final del día, estas pequeñas empresas creativas nos demuestran que el espíritu emprendedor está vivo y coleando en Costa Rica. Nos hacen sentir orgullosos de nuestros jóvenes y nos dan esperanza para el futuro. Después de todo, si estos chicos pueden crear sus propios negocios mientras todavía están estudiando, ¿qué excusa tenemos nosotros para no perseguir nuestras metas? Entonces, cuéntenme, ¿qué emprendimiento le gustaría ver en nuestro país que aún no existe?
Este mercadito, organizado por el Departamento de Gestión de Empresas y Educación Cooperativa del Ministerio de Educación Pública (MEP), ya lleva varios años impulsando el espíritu emprendedor en las escuelas. La idea es buena, hay que darle crédito, porque no todos los días ves a chamacos buscando cómo sacar adelante sus propios proyectos. Se trata de enseñarles que el mundo no te da nada gratis y que, si quieres cosas, tienes que jalar.
Y ni se imaginan la variedad de cosas que estaban vendiendo. Desde comiditas bien sabrosas –pasteles de yuca, empanadas, tamales– que recordaban a las abuelas, hasta bisutería hecha a mano que tenía más onda que algunas tiendas del centro comercial. También hubo servicios, como peluquería canina (sí, señor, peluquería para perros!) y clases particulares de matemáticas. ¡Imagínate tener un profe de cuarto grado que también vende sus servicios!
Lo más impresionante es que esto no es algo que salió de la noche a la mañana. Estos maites anduvieron currando desde marzo, pasando por todas las fases: investigación, planeación, desarrollo del producto… un proceso serio, vamos. Vieron cómo convertir una idea loca en algo tangible, algo que podían ofrecerle a la gente. Eso sí que vale la pena aplaudir.
Participaron más de 200 estudiantes de 21 centros educativos de diferentes regiones del país: Cartago, Desamparados, Turrialba, Occidente y Pérez Zeledón. Un verdadero crisol de talento y esfuerzo. Además, la participación de los padres fue fundamental; estuvieron ahí apoyándolos, dándoles ánimos y asegurándose de que todo estuviera seguro y bien organizado. Una colaboración familiar que demuestra que cuando hay unión, se puede lograr cualquier cosa.
Durante este tiempo, los estudiantes aprendieron muchísimas cosas más allá de simplemente vender un producto. Desarrollaron habilidades blandas esenciales, como seguridad personal, confianza en sí mismos, creatividad, organización, toma de decisiones y perseverancia. Todas esas herramientas que van a necesitar en la vida, ya sea para emprender un negocio o para enfrentar cualquier desafío que se les presente. ¡Así se crea futuro, pura vida!
Ahora, no todo fue miel sobre hojuelas. Seguro algunos tuvieron que lidiar con clientes difíciles, con inventario que no llegaba, o con productos que no salían como esperaban. Pero eso es parte del aprendizaje, ¿no creen? Porque en el mundo real, no siempre las cosas salen perfectas. Lo importante es saber levantarse después de caerte y seguir luchando por tus sueños, aunque te jales una torta de vez en cuando.
Al final del día, estas pequeñas empresas creativas nos demuestran que el espíritu emprendedor está vivo y coleando en Costa Rica. Nos hacen sentir orgullosos de nuestros jóvenes y nos dan esperanza para el futuro. Después de todo, si estos chicos pueden crear sus propios negocios mientras todavía están estudiando, ¿qué excusa tenemos nosotros para no perseguir nuestras metas? Entonces, cuéntenme, ¿qué emprendimiento le gustaría ver en nuestro país que aún no existe?