Policías de Costa Rica podrán usar armas automáticas para combatir delincuencia y algunos sectores hipócritas no tardaron en criticar la medida

Esto es en Canada que es bien progre y vean el nivel de armamento de un Policía, también hay que entrenarlo física y mentalmente si no se van a comportar como los jugadores de la sele que ven a un jugador de la Champions y se orina del miedo olvidando que deben estar al mismo nivel.
Correcto, es que la autoridad siempre tiene que responder con una mayor fuerza, pelear con una fuerza del mismo nivel que la delincuencia solo los hace ver como una oportunidadde retar, la autoridad tiene que responder de una manera más fuerte para no dar oportunidad de resistir.

Que el delincuente sepa que no va a ganar...
 
En una decisión que marca un antes y un después en la lucha contra el crimen organizado en Costa Rica, el Ministerio de Seguridad anunció que los policías de Costa Rica estarán autorizados a portar armas automáticas.

La medida, que ha sido recibida con críticas de ciertos sectores, busca nivelar el campo de batalla contra bandas criminales que llevan años aterrorizando al país con armamento de alto calibre, como los infames AK-47.

Es curioso que, en un país donde cada vez más delitos son perpetrados con armas de guerra, algunos se rasguen las vestiduras ante la posibilidad de que la policía use herramientas similares para defender a la ciudadanía. Resulta casi irónico que aquellos que critican esta decisión parezcan olvidar que los delincuentes no dudan en usar el terror y la violencia para imponer su voluntad.

¿Por qué no brindar a los policías de Costa Rica los medios necesarios para protegerse y protegernos?

El aumento de la criminalidad y el uso de armas automáticas en delitos violentos ha sido una realidad innegable en Costa Rica. El narcotráfico y las bandas organizadas no sólo operan con impunidad, sino que también lo hacen con un armamento que sobrepasa por mucho lo que hasta ahora han tenido a su disposición los cuerpos policiales. Ante este escenario, no tiene sentido que los policías sigan enfrentando a criminales armados hasta los dientes con pistolas y equipo obsoleto. Para los delincuentes, que llevan años dominando las calles con armamento sofisticado, esto es casi un juego de niños.

El ministro de Seguridad, Mario Zamora, ha dejado claro que la decisión de permitir a los policías de Costa Rica el uso de armas automáticas no es una cuestión de militarización, como algunos sugieren, sino de dotar a las fuerzas del orden con las herramientas adecuadas para responder a la creciente violencia. Los criminales no están esperando a que la policía llegue con palos y piedras para negociar. Están armados y dispuestos a matar, y es momento de que los policías tengan una oportunidad justa para combatir este flagelo.

Pero, como siempre, no han faltado las críticas. Algunos sectores, desde la comodidad de sus oficinas y con la tranquilidad de vivir en barrios seguros, han levantado la voz en contra de esta medida. ¿Por qué? ¿Por temor a que la policía abuse de su poder? Es una preocupación legítima, pero también es cierto que los abusos policiales no se detendrán ni empeorarán porque los policías tengan mejores armas. La solución a la corrupción o al abuso de poder no es desarmar a las fuerzas de seguridad, sino mejorar la formación y supervisión de sus agentes.

Mientras tanto, en las calles de Costa Rica, la realidad es otra. Las familias viven con miedo, los pequeños negocios cierran temprano por temor a la violencia y los criminales se pasean con total impunidad, mostrando sus armas como trofeos. Es una realidad que aquellos que critican la medida no parecen comprender o, peor aún, deciden ignorar deliberadamente.

La crítica fácil, desde una perspectiva cómoda y alejada del peligro, es lo más sencillo. Lo difícil es estar en los zapatos de un policía que cada día arriesga su vida enfrentándose a criminales que no tienen miedo de apretar el gatillo. Si la situación en las calles ha llegado al punto en que las armas automáticas son necesarias para proteger a la ciudadanía, entonces hay que preguntarse quién está realmente en el lado equivocado: ¿la policía, por querer defendernos con las mismas armas que usan los delincuentes, o los críticos, por querer desarmar a quienes arriesgan sus vidas para mantenernos a salvo?

“La Policía tiene una limitación desde el punto de vista armado. En nuestros choques mientras ellos usan fusiles automáticos que disparan en ráfaga, nuestra Policía dispone de fusiles que disparan tiro a tiro. En estos intercambios armados lamentablemente estamos en debilidad y en minoría de poder de fuego”, indico Mario Zamora, Ministro de Seguridad Pública

Es hora de dejar de lado la hipocresía y reconocer que, si realmente queremos combatir la delincuencia, no podemos hacerlo con las manos atadas a la espalda. Los policías de Costa Rica merecen el apoyo necesario para hacer su trabajo de forma efectiva y segura. Y si eso significa que deben portar armas automáticas, entonces que así sea. Porque al final del día, no se trata de militarizar a la policía, se trata de defender la paz y la seguridad en nuestras calles. Y eso, definitivamente, es algo que merece ser aplaudido, no criticado.
Aquí se debe de cambiar las leyes y poner más años de cárcel y porque no cadena perpetua, otros lugares hasta pena de muerte tienen. Deberían construir otro San Lucas o otra Penitenciaria, o emular algo así como el presidente del El Salvador, donde se bajó bastante la delincuencia.
 
En una decisión que marca un antes y un después en la lucha contra el crimen organizado en Costa Rica, el Ministerio de Seguridad anunció que los policías de Costa Rica estarán autorizados a portar armas automáticas.

La medida, que ha sido recibida con críticas de ciertos sectores, busca nivelar el campo de batalla contra bandas criminales que llevan años aterrorizando al país con armamento de alto calibre, como los infames AK-47.

Es curioso que, en un país donde cada vez más delitos son perpetrados con armas de guerra, algunos se rasguen las vestiduras ante la posibilidad de que la policía use herramientas similares para defender a la ciudadanía. Resulta casi irónico que aquellos que critican esta decisión parezcan olvidar que los delincuentes no dudan en usar el terror y la violencia para imponer su voluntad.

¿Por qué no brindar a los policías de Costa Rica los medios necesarios para protegerse y protegernos?

El aumento de la criminalidad y el uso de armas automáticas en delitos violentos ha sido una realidad innegable en Costa Rica. El narcotráfico y las bandas organizadas no sólo operan con impunidad, sino que también lo hacen con un armamento que sobrepasa por mucho lo que hasta ahora han tenido a su disposición los cuerpos policiales. Ante este escenario, no tiene sentido que los policías sigan enfrentando a criminales armados hasta los dientes con pistolas y equipo obsoleto. Para los delincuentes, que llevan años dominando las calles con armamento sofisticado, esto es casi un juego de niños.

El ministro de Seguridad, Mario Zamora, ha dejado claro que la decisión de permitir a los policías de Costa Rica el uso de armas automáticas no es una cuestión de militarización, como algunos sugieren, sino de dotar a las fuerzas del orden con las herramientas adecuadas para responder a la creciente violencia. Los criminales no están esperando a que la policía llegue con palos y piedras para negociar. Están armados y dispuestos a matar, y es momento de que los policías tengan una oportunidad justa para combatir este flagelo.

Pero, como siempre, no han faltado las críticas. Algunos sectores, desde la comodidad de sus oficinas y con la tranquilidad de vivir en barrios seguros, han levantado la voz en contra de esta medida. ¿Por qué? ¿Por temor a que la policía abuse de su poder? Es una preocupación legítima, pero también es cierto que los abusos policiales no se detendrán ni empeorarán porque los policías tengan mejores armas. La solución a la corrupción o al abuso de poder no es desarmar a las fuerzas de seguridad, sino mejorar la formación y supervisión de sus agentes.

Mientras tanto, en las calles de Costa Rica, la realidad es otra. Las familias viven con miedo, los pequeños negocios cierran temprano por temor a la violencia y los criminales se pasean con total impunidad, mostrando sus armas como trofeos. Es una realidad que aquellos que critican la medida no parecen comprender o, peor aún, deciden ignorar deliberadamente.

La crítica fácil, desde una perspectiva cómoda y alejada del peligro, es lo más sencillo. Lo difícil es estar en los zapatos de un policía que cada día arriesga su vida enfrentándose a criminales que no tienen miedo de apretar el gatillo. Si la situación en las calles ha llegado al punto en que las armas automáticas son necesarias para proteger a la ciudadanía, entonces hay que preguntarse quién está realmente en el lado equivocado: ¿la policía, por querer defendernos con las mismas armas que usan los delincuentes, o los críticos, por querer desarmar a quienes arriesgan sus vidas para mantenernos a salvo?

“La Policía tiene una limitación desde el punto de vista armado. En nuestros choques mientras ellos usan fusiles automáticos que disparan en ráfaga, nuestra Policía dispone de fusiles que disparan tiro a tiro. En estos intercambios armados lamentablemente estamos en debilidad y en minoría de poder de fuego”, indico Mario Zamora, Ministro de Seguridad Pública

Es hora de dejar de lado la hipocresía y reconocer que, si realmente queremos combatir la delincuencia, no podemos hacerlo con las manos atadas a la espalda. Los policías de Costa Rica merecen el apoyo necesario para hacer su trabajo de forma efectiva y segura. Y si eso significa que deben portar armas automáticas, entonces que así sea. Porque al final del día, no se trata de militarizar a la policía, se trata de defender la paz y la seguridad en nuestras calles. Y eso, definitivamente, es algo que merece ser aplaudido, no criticado.
Es necesario dotar a nuestra fuerza policial de equipo que los ponga en igualdad de condiciones al ampa y narcotraficantes.
 
Podrían darle a cada oficial una Smith & Wesson 500 Magnum PC (una hermosa arma), pero de nada sirve si los criminales no permanecen tras las rejas. ¿Qué tan difícil es entenderlo? Delitos como el narcotráfico, asesinato, sicariato y violaciones deben tener penas muy duras.
 
En una decisión que marca un antes y un después en la lucha contra el crimen organizado en Costa Rica, el Ministerio de Seguridad anunció que los policías de Costa Rica estarán autorizados a portar armas automáticas.

La medida, que ha sido recibida con críticas de ciertos sectores, busca nivelar el campo de batalla contra bandas criminales que llevan años aterrorizando al país con armamento de alto calibre, como los infames AK-47.

Es curioso que, en un país donde cada vez más delitos son perpetrados con armas de guerra, algunos se rasguen las vestiduras ante la posibilidad de que la policía use herramientas similares para defender a la ciudadanía. Resulta casi irónico que aquellos que critican esta decisión parezcan olvidar que los delincuentes no dudan en usar el terror y la violencia para imponer su voluntad.

¿Por qué no brindar a los policías de Costa Rica los medios necesarios para protegerse y protegernos?

El aumento de la criminalidad y el uso de armas automáticas en delitos violentos ha sido una realidad innegable en Costa Rica. El narcotráfico y las bandas organizadas no sólo operan con impunidad, sino que también lo hacen con un armamento que sobrepasa por mucho lo que hasta ahora han tenido a su disposición los cuerpos policiales. Ante este escenario, no tiene sentido que los policías sigan enfrentando a criminales armados hasta los dientes con pistolas y equipo obsoleto. Para los delincuentes, que llevan años dominando las calles con armamento sofisticado, esto es casi un juego de niños.

El ministro de Seguridad, Mario Zamora, ha dejado claro que la decisión de permitir a los policías de Costa Rica el uso de armas automáticas no es una cuestión de militarización, como algunos sugieren, sino de dotar a las fuerzas del orden con las herramientas adecuadas para responder a la creciente violencia. Los criminales no están esperando a que la policía llegue con palos y piedras para negociar. Están armados y dispuestos a matar, y es momento de que los policías tengan una oportunidad justa para combatir este flagelo.

Pero, como siempre, no han faltado las críticas. Algunos sectores, desde la comodidad de sus oficinas y con la tranquilidad de vivir en barrios seguros, han levantado la voz en contra de esta medida. ¿Por qué? ¿Por temor a que la policía abuse de su poder? Es una preocupación legítima, pero también es cierto que los abusos policiales no se detendrán ni empeorarán porque los policías tengan mejores armas. La solución a la corrupción o al abuso de poder no es desarmar a las fuerzas de seguridad, sino mejorar la formación y supervisión de sus agentes.

Mientras tanto, en las calles de Costa Rica, la realidad es otra. Las familias viven con miedo, los pequeños negocios cierran temprano por temor a la violencia y los criminales se pasean con total impunidad, mostrando sus armas como trofeos. Es una realidad que aquellos que critican la medida no parecen comprender o, peor aún, deciden ignorar deliberadamente.

La crítica fácil, desde una perspectiva cómoda y alejada del peligro, es lo más sencillo. Lo difícil es estar en los zapatos de un policía que cada día arriesga su vida enfrentándose a criminales que no tienen miedo de apretar el gatillo. Si la situación en las calles ha llegado al punto en que las armas automáticas son necesarias para proteger a la ciudadanía, entonces hay que preguntarse quién está realmente en el lado equivocado: ¿la policía, por querer defendernos con las mismas armas que usan los delincuentes, o los críticos, por querer desarmar a quienes arriesgan sus vidas para mantenernos a salvo?

“La Policía tiene una limitación desde el punto de vista armado. En nuestros choques mientras ellos usan fusiles automáticos que disparan en ráfaga, nuestra Policía dispone de fusiles que disparan tiro a tiro. En estos intercambios armados lamentablemente estamos en debilidad y en minoría de poder de fuego”, indico Mario Zamora, Ministro de Seguridad Pública

Es hora de dejar de lado la hipocresía y reconocer que, si realmente queremos combatir la delincuencia, no podemos hacerlo con las manos atadas a la espalda. Los policías de Costa Rica merecen el apoyo necesario para hacer su trabajo de forma efectiva y segura. Y si eso significa que deben portar armas automáticas, entonces que así sea. Porque al final del día, no se trata de militarizar a la policía, se trata de defender la paz y la seguridad en nuestras calles. Y eso, definitivamente, es algo que merece ser aplaudido, no criticado.
La verdad me parece perfecto e indispensable que los equipen con armas automáticas, pues cuando se enfrentan a estas bandas las cuales tiene armas automáticas pesadas ilegales, es muy complicado enfrentarse a ellas con un arma semiautomática a pesar que sea de alto calibre, así que poder darles la posibilidad de contar con estas armas automáticas los pone en una mejor posición
 

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