¡Ay, Dios mío! Qué vara tan pesada nos toca vivir, raza. Aquí en Costa Rica, parece que la cosa va cuesta abajo. Mientras los precios de los alquileres y terrenos se van por las nubes, los bonos de vivienda, que eran la esperanza de muchos, se les fueron al traste. Ya no alcanzan pa' cubrir ni la mitad de lo que cuesta echar cuatro paredes.
Y no es cuento, amigos. Según el último informe “Balances y Tendencias del Sector Vivienda 2023”, la situación se puso aún más complicada. Entre 2017 y 2021 se repartían alrededor de 11 mil 952 bonos al año. Pero fíjate tú, en 2022 y 2023, ¡eso bajó a unos míseros 8 mil 296! Eso significa que más de siete mil familias perdieron la oportunidad de tener su casita propia. Una verdadera bronca.
Uno piensa: ¿pa’ qué tanto discurso de progreso y desarrollo si a final de cuentas los que más lo necesitan se quedan peor? En los barrios marginales, esos lugares donde la gente lucha día tras día pa' salir adelante, la desesperación se siente en el aire. Conversamos con algunos vecinos del precario “Los Huevitos” en Alajuela – un lugar que da pena ver, la verdad– y te digo que ya hasta se resignaron a no esperar nada del gobierno.
“¿Pa’ qué voy a pedir?”, nos dijo doña Margarita, una señora nica que trabaja en una mini pulpería del sector. “Soy extranjera, mae, soy nicaragüense”. Con la cara larga, nos contó que ella mantiene a sus hijos y a su madre anciana con lo que gana ahí mismo. Jamás se le ocurrió siquiera pensar en solicitar un bono, porque cree que eso es pa’ “gente menuda”. Una lástima, porque la ley dice otra cosa…pero bueno, ¿quién nos escucha, diay?
Y no es solo doña Margarita, varios otros vecinos nos dieron respuestas parecidas. El desencanto es generalizado. La gente siente que el sistema está echao pa’ perder, que pedir ayuda es tirar el tiempo. Parece que la confianza en las instituciones se esfumó como humo, y eso es preocupante, muy preocupante. Y para colmo, esos bonos RAMT, que eran pa’ arreglar y mejorar las casas que ya existen –que es lo que necesita la mayoría de la banda– también andan bajísimos. ¡Qué torta!
Lo que más me preocupa es que esto no es un problema nuevo, pero sí se ha agravado considerablemente en los últimos años. Históricamente, los bonos de vivienda han sido una herramienta importante para ayudar a las familias más necesitadas, pero ahora, con recortes presupuestarios y burocracia excesiva, su impacto se ha reducido drásticamente. Si revisamos la historia, 2022 y 2023 tuvieron la peor cobertura de bonos desde 1987, ¡solo superados por el desastre del ’99!
Expertos del sector aseguran que la clave está en revertir esta tendencia, destinándole más recursos al Banco Hipotecario de la Vivienda (Banhvi) y simplificando los trámites. Pero eso requiere voluntad política, y ahí es donde la cosa se pone difícil. Porque, seamos honestos, los políticos a veces se olvidan de la gente común cuando están buscando su propio beneficio. Parece que prefieren invertir en proyectos grandilocuentes que no benefician a nadie, en vez de apoyar a los que realmente lo necesitan.
Ahora bien, con toda esta crisis habitacional a la vista, me pregunto: ¿crees que el gobierno está haciendo lo suficiente para garantizar el derecho a una vivienda digna para todos los costarricenses, o estamos condenados a ver cómo la precariedad sigue expandiéndose y arrebatándole la esperanza a miles de familias?
Y no es cuento, amigos. Según el último informe “Balances y Tendencias del Sector Vivienda 2023”, la situación se puso aún más complicada. Entre 2017 y 2021 se repartían alrededor de 11 mil 952 bonos al año. Pero fíjate tú, en 2022 y 2023, ¡eso bajó a unos míseros 8 mil 296! Eso significa que más de siete mil familias perdieron la oportunidad de tener su casita propia. Una verdadera bronca.
Uno piensa: ¿pa’ qué tanto discurso de progreso y desarrollo si a final de cuentas los que más lo necesitan se quedan peor? En los barrios marginales, esos lugares donde la gente lucha día tras día pa' salir adelante, la desesperación se siente en el aire. Conversamos con algunos vecinos del precario “Los Huevitos” en Alajuela – un lugar que da pena ver, la verdad– y te digo que ya hasta se resignaron a no esperar nada del gobierno.
“¿Pa’ qué voy a pedir?”, nos dijo doña Margarita, una señora nica que trabaja en una mini pulpería del sector. “Soy extranjera, mae, soy nicaragüense”. Con la cara larga, nos contó que ella mantiene a sus hijos y a su madre anciana con lo que gana ahí mismo. Jamás se le ocurrió siquiera pensar en solicitar un bono, porque cree que eso es pa’ “gente menuda”. Una lástima, porque la ley dice otra cosa…pero bueno, ¿quién nos escucha, diay?
Y no es solo doña Margarita, varios otros vecinos nos dieron respuestas parecidas. El desencanto es generalizado. La gente siente que el sistema está echao pa’ perder, que pedir ayuda es tirar el tiempo. Parece que la confianza en las instituciones se esfumó como humo, y eso es preocupante, muy preocupante. Y para colmo, esos bonos RAMT, que eran pa’ arreglar y mejorar las casas que ya existen –que es lo que necesita la mayoría de la banda– también andan bajísimos. ¡Qué torta!
Lo que más me preocupa es que esto no es un problema nuevo, pero sí se ha agravado considerablemente en los últimos años. Históricamente, los bonos de vivienda han sido una herramienta importante para ayudar a las familias más necesitadas, pero ahora, con recortes presupuestarios y burocracia excesiva, su impacto se ha reducido drásticamente. Si revisamos la historia, 2022 y 2023 tuvieron la peor cobertura de bonos desde 1987, ¡solo superados por el desastre del ’99!
Expertos del sector aseguran que la clave está en revertir esta tendencia, destinándole más recursos al Banco Hipotecario de la Vivienda (Banhvi) y simplificando los trámites. Pero eso requiere voluntad política, y ahí es donde la cosa se pone difícil. Porque, seamos honestos, los políticos a veces se olvidan de la gente común cuando están buscando su propio beneficio. Parece que prefieren invertir en proyectos grandilocuentes que no benefician a nadie, en vez de apoyar a los que realmente lo necesitan.
Ahora bien, con toda esta crisis habitacional a la vista, me pregunto: ¿crees que el gobierno está haciendo lo suficiente para garantizar el derecho a una vivienda digna para todos los costarricenses, o estamos condenados a ver cómo la precariedad sigue expandiéndose y arrebatándole la esperanza a miles de familias?