¡Ay, Dios mío! La cosa está que arde con el asunto del Puerto Caldera. Parece mentira que estemos casi a un año para que termine la concesión actual y todavía no tenemos claro cómo va a quedar la vaina. Los empresarios, que no son pueblitos, han encendido las alarmas y le están apretando duro a la Contraloría para que le den rápido a la licitación. Porque díganle a alguien, esto ya se está poniendo feísimo.
La verdad, el tema lleva dando vueltas y vueltas, y cada vez que parece que vamos avanzando, aparece una objeción, una apelación, otra corrección… ¡Un brete! Ya van como cinco versiones del cartel publicadas, y todavía hay gente que anda buscando qué agarrarle. Según dicen, algunas empresas no están conformes con los términos del juego y quieren echarles una vara encima para tener una oportunidad extra. Pero, ¿hasta cuándo vamos a estar así?
Rodney Salazar, el presidente de Crecex, no se anduvo con rodeos y soltó la bomba: “Es momento de hacer un llamado vehemente a la conciencia de urgencia que esta situación demanda”. ¡Digo yo!, el mae sí que puso la mano donde duele. Porque a fin de cuentas, si el proceso se arrastra indefinidamente, el país entero lo va a pagar caro, no solo los importadores y exportadores.
Y no es pa’ bromear, ¿eh? Sergio Capón, de la CICR, recalcó que más del 75% de nuestra economía depende del comercio internacional. Imagínate, ¡tres cuartos de la plata que entra al país pasa por estos muelles! Entonces, cualquier problema en el puerto se siente hasta en la cocina de casa. Si la mercancía llega tarde, los precios suben, y ahí nos vemos nosotros tratando de hacer magia con el sueldo.
Lo peor es que, según Víctor Pérez de Cadexco, la falta de modernización del puerto ya nos está afectando la competitividad. Nuestros productos tardan más en llegar a destino, los costos aumentan y terminamos perdiendo terreno frente a otros países que sí tienen sus puertos funcionando a toda marcha. Y como bien dijo Ronald Lachner, de las zonas francas: “Cada día de retraso lo estamos pagando muy caro todos los costarricenses.”
Arturo Rosabal, de la Cámara de Comercio, también expresó su preocupación: “El puerto de Caldera es fundamental para las exportaciones de Costa Rica. Urge resolver estas situaciones”. Y ni hablar de los transportistas, que ya están hartos de los demoras y los atascos. El otro día escuché a un camionero decir que perdía más tiempo esperando en el muelle que conduciendo. ¡Una torta!
Ahora, algunos dicen que la Contraloría está haciendo bien su trabajo, revisando cada detalle para evitar cualquier irregularidad. Pero otros sostienen que se les está yendo de las manos y que deberían agilizar el proceso, priorizando el interés general del país. Porque, díganlo en voz alta, esto ya se está yendo al traste. Si no resolvemos pronto esta vaina, nos vamos a quedar atrás en el mapa mundial.
Así que, después de tanto rollo, me pregunto: ¿Cree usted que la Contraloría debería darle más velocidad al proceso de licitación del Puerto Caldera, aunque eso signifique correr algún riesgo?, ¿o es preferible ir lento pero seguro, aunque eso implique seguir perdiendo oportunidades económicas y pagar más caro por los productos importados?
La verdad, el tema lleva dando vueltas y vueltas, y cada vez que parece que vamos avanzando, aparece una objeción, una apelación, otra corrección… ¡Un brete! Ya van como cinco versiones del cartel publicadas, y todavía hay gente que anda buscando qué agarrarle. Según dicen, algunas empresas no están conformes con los términos del juego y quieren echarles una vara encima para tener una oportunidad extra. Pero, ¿hasta cuándo vamos a estar así?
Rodney Salazar, el presidente de Crecex, no se anduvo con rodeos y soltó la bomba: “Es momento de hacer un llamado vehemente a la conciencia de urgencia que esta situación demanda”. ¡Digo yo!, el mae sí que puso la mano donde duele. Porque a fin de cuentas, si el proceso se arrastra indefinidamente, el país entero lo va a pagar caro, no solo los importadores y exportadores.
Y no es pa’ bromear, ¿eh? Sergio Capón, de la CICR, recalcó que más del 75% de nuestra economía depende del comercio internacional. Imagínate, ¡tres cuartos de la plata que entra al país pasa por estos muelles! Entonces, cualquier problema en el puerto se siente hasta en la cocina de casa. Si la mercancía llega tarde, los precios suben, y ahí nos vemos nosotros tratando de hacer magia con el sueldo.
Lo peor es que, según Víctor Pérez de Cadexco, la falta de modernización del puerto ya nos está afectando la competitividad. Nuestros productos tardan más en llegar a destino, los costos aumentan y terminamos perdiendo terreno frente a otros países que sí tienen sus puertos funcionando a toda marcha. Y como bien dijo Ronald Lachner, de las zonas francas: “Cada día de retraso lo estamos pagando muy caro todos los costarricenses.”
Arturo Rosabal, de la Cámara de Comercio, también expresó su preocupación: “El puerto de Caldera es fundamental para las exportaciones de Costa Rica. Urge resolver estas situaciones”. Y ni hablar de los transportistas, que ya están hartos de los demoras y los atascos. El otro día escuché a un camionero decir que perdía más tiempo esperando en el muelle que conduciendo. ¡Una torta!
Ahora, algunos dicen que la Contraloría está haciendo bien su trabajo, revisando cada detalle para evitar cualquier irregularidad. Pero otros sostienen que se les está yendo de las manos y que deberían agilizar el proceso, priorizando el interés general del país. Porque, díganlo en voz alta, esto ya se está yendo al traste. Si no resolvemos pronto esta vaina, nos vamos a quedar atrás en el mapa mundial.
Así que, después de tanto rollo, me pregunto: ¿Cree usted que la Contraloría debería darle más velocidad al proceso de licitación del Puerto Caldera, aunque eso signifique correr algún riesgo?, ¿o es preferible ir lento pero seguro, aunque eso implique seguir perdiendo oportunidades económicas y pagar más caro por los productos importados?
