Seamos honestos, maes. Muchas veces cuando uno lee noticias sobre inversión en zonas costeras, se queda con la sensación de que es pura hablada. Promesas que se las lleva el viento o proyectos que arrancan con toda la bulla y terminan en nada. Por eso, cuando sale una noticia como esta, vale la pena ponerle atención. El INDER acaba de anunciar que le está metiendo más de ₡1.100 millones a tres proyectos clave en Cóbano y Lepanto, y la vara suena bastante bien, porque no es un chunche para la foto, sino soluciones a broncas que la gente de allá vive todos los días.
El primer round de esta inversión es en Cóbano, donde el puente sobre el río del mismo nombre ya daba más miedo que risa. La estructura estaba hecha leña, con los bastiones socavados y un deterioro que era un peligro andante. Imagínense el despiche: si ese puente se iba al traste, un montón de comunidades como Florida, Pavones y San Ramón de Ario quedaban prácticamente aisladas. No había ruta alterna. ¡Qué torta hubiera sido! Por dicha, el INDER le metió ₡363 melones y el nuevo puente ya va por un 35%. Es un alivio saber que miles de personas no van a tener que jugársela cada vez que cruzan el río para ir al brete o llevar a los chiquitos a la escuela.
Luego, la pelota pica en Lepanto, específicamente en San Miguel. Ahí la historia es parecida: el puente sobre el río Blanco es otro que ya cumplió su vida útil y un poquito más. La gente de la zona, unas 17 mil almas, lo cruza a diario para todo: citas médicas, comercio, pulsearla. El INDER confirmó que a inicios de 2026 arranca la construcción de uno nuevo, con una inversión que supera los ₡605 millones. Este es el tipo de brete que cambia vidas, porque la seguridad no es un lujo. ¡Qué nivel de proyecto! Va a garantizar que la gente de San Miguel, El Balso, Guadalupe y otras comunidades cercanas se puedan mover con tranquilidad. La conexión va a quedar a cachete.
Y para cerrar con broche de oro, está la mejora del acueducto de Montaña Grande e Isla Venado. Este proyecto ya está listo y es, quizás, el que tiene el impacto más directo en el día a día. Se cambiaron más de 2.5 kilómetros de tubería vieja de PVC por un material mucho más carga, polietileno de alta densidad (PEAD), que aguanta más de 20 años. ¿Qué significa eso en español? Que casi 4 mil personas, entre directos e indirectos, ahora tienen un suministro de agua potable confiable. Se acabó esa angustia de abrir el tubo y que no salga nada o que el agua llegue sucia. Una inversión de ₡136 millones que vale cada cinco.
Como dijo el presi del INDER, Ricardo Quesada, esta vara no es solo pegar blocks y cemento. Es crear las condiciones para que la gente de las zonas rurales pueda progresar. Un buen puente significa que el agricultor saca su cosecha a tiempo, que el turismo llega más fácil y que se genera más brete local. Un buen acueducto es salud y calidad de vida. Al final del día, estas obras son las que de verdad cierran la brecha entre la GAM y el resto del país. Ojalá este sea el inicio de una tendencia y no una excepción. La gente de Puntarenas se lo merece de sobra.
Ahora les paso la bola a ustedes, maes. ¿Qué opinan? ¿Sienten que este tipo de inversiones del INDER realmente están llegando a donde tienen que llegar? ¿O conocen alguna comunidad que sigue esperando que le arreglen el puente o le pongan agua como Dios manda? ¡Cuenten sus historias!
El primer round de esta inversión es en Cóbano, donde el puente sobre el río del mismo nombre ya daba más miedo que risa. La estructura estaba hecha leña, con los bastiones socavados y un deterioro que era un peligro andante. Imagínense el despiche: si ese puente se iba al traste, un montón de comunidades como Florida, Pavones y San Ramón de Ario quedaban prácticamente aisladas. No había ruta alterna. ¡Qué torta hubiera sido! Por dicha, el INDER le metió ₡363 melones y el nuevo puente ya va por un 35%. Es un alivio saber que miles de personas no van a tener que jugársela cada vez que cruzan el río para ir al brete o llevar a los chiquitos a la escuela.
Luego, la pelota pica en Lepanto, específicamente en San Miguel. Ahí la historia es parecida: el puente sobre el río Blanco es otro que ya cumplió su vida útil y un poquito más. La gente de la zona, unas 17 mil almas, lo cruza a diario para todo: citas médicas, comercio, pulsearla. El INDER confirmó que a inicios de 2026 arranca la construcción de uno nuevo, con una inversión que supera los ₡605 millones. Este es el tipo de brete que cambia vidas, porque la seguridad no es un lujo. ¡Qué nivel de proyecto! Va a garantizar que la gente de San Miguel, El Balso, Guadalupe y otras comunidades cercanas se puedan mover con tranquilidad. La conexión va a quedar a cachete.
Y para cerrar con broche de oro, está la mejora del acueducto de Montaña Grande e Isla Venado. Este proyecto ya está listo y es, quizás, el que tiene el impacto más directo en el día a día. Se cambiaron más de 2.5 kilómetros de tubería vieja de PVC por un material mucho más carga, polietileno de alta densidad (PEAD), que aguanta más de 20 años. ¿Qué significa eso en español? Que casi 4 mil personas, entre directos e indirectos, ahora tienen un suministro de agua potable confiable. Se acabó esa angustia de abrir el tubo y que no salga nada o que el agua llegue sucia. Una inversión de ₡136 millones que vale cada cinco.
Como dijo el presi del INDER, Ricardo Quesada, esta vara no es solo pegar blocks y cemento. Es crear las condiciones para que la gente de las zonas rurales pueda progresar. Un buen puente significa que el agricultor saca su cosecha a tiempo, que el turismo llega más fácil y que se genera más brete local. Un buen acueducto es salud y calidad de vida. Al final del día, estas obras son las que de verdad cierran la brecha entre la GAM y el resto del país. Ojalá este sea el inicio de una tendencia y no una excepción. La gente de Puntarenas se lo merece de sobra.
Ahora les paso la bola a ustedes, maes. ¿Qué opinan? ¿Sienten que este tipo de inversiones del INDER realmente están llegando a donde tienen que llegar? ¿O conocen alguna comunidad que sigue esperando que le arreglen el puente o le pongan agua como Dios manda? ¡Cuenten sus historias!
