¡Ay, Dios mío, qué vaina! El Patronato Nacional de la Infancia (PANI) prendió candela con una investigación a la familia del candidato presidencial Álvaro Ramos, todo por unas palabritas que soltó su hija en un tingo privado. Parece mentira, pero la cosa está serviendo para dar mucho de qué hablar y algunos ya le ven doble intención.
Todo empezó el miércoles pasado, cuando la hija mayor de Ramos, en medio de una reunión familiar, se animó a comentar sobre política. Nada fuera de lo común, dicen sus papás, pues en casa sí le dejan opinar y aprender sobre esos temas. Lo que pasó después fue que alguien grabó un video y, pa' encima, lo echó a volar por las redes sociales como si no hubiera un mañana. ¡Un despache!
Ahora resulta que, según el PANI, el discurso de la jovencita tenía “carácter político” y eso ameritaba una investigación. Imagínate la bronca, vamos. Uno esperaría que el PANI tuviera cosas más urgentes que atender, pero parece que ahora hasta los niños tienen que andar con cuidado de lo que dicen. Muchos se preguntan si esto no es más que un golpe bajo a la campaña de Ramos, aprovechándose de una situación personal.
Ramos, obviamente, no se quedó callado. Él y su esposa, Cristie Castro, lanzaron un comunicado explicando lo sucedido y defendiendo el derecho a la libre expresión. Decían estar orgullosos de sus hijas y que en casa les enseñan a pensar por sí mismas. Además, pidieron a los medios y a la población que dejen de reproducir el video, pues consideraban que era una invasión a la privacidad de su hija y un abuso de los mecanismos de protección de la niñez.
Pero la cosa no se queda ahí. Ramos también lanzó una crítica contundente, diciendo que estamos creando un ambiente tóxico en redes sociales donde los niños tienen miedo de expresar sus opiniones. “Nos hemos resignado como sociedad a prohibir que muchos niños y niñas caminen solos en el parque, no porque sea malo, sino porque es inseguro. De la misma manera, debemos entender que expresarse no es el problema, sino que hemos normalizado el ambiente tóxico…”, sentenció en el comunicado. ¡Menos mal que salió el mae a decir la verdá!
Y claro, el PANI no tardó en responder. Confirmaron que habían abierto la investigación y justificaron su actuar argumentando que tenían la obligación de proteger a los menores. Algunos analistas políticos consideran que el PANI se ha metido en una breta enorme, pues muchos ven esta investigación como una forma de atacar a Ramos en plena campaña. El caso se ha vuelto un chunche caliente, diay.
El tema está generando mucha controversia en redes sociales y entre la gente. Hay quienes defienden al PANI y argumentan que tienen que investigar cualquier denuncia, aunque sea de un niño. Otros, en cambio, critican duramente la institución y la acusan de politización y de abusar de su poder. La verdad es que el caso es complejo y toca temas delicados como la libertad de expresión, la protección de la infancia y el rol de los medios en la cobertura de temas políticos. Me da pena la chavala, tener que pasar por esto.
En fin, el asunto está que arde. Ahora me pregunto, ¿hasta dónde llega el deber del PANI para proteger a los niños y cuándo se cruza con el derecho a la libertad de expresión, especialmente cuando se trata de hijos de figuras públicas? ¿Debería haber límites más claros para evitar estos casos tan incómodos?
Todo empezó el miércoles pasado, cuando la hija mayor de Ramos, en medio de una reunión familiar, se animó a comentar sobre política. Nada fuera de lo común, dicen sus papás, pues en casa sí le dejan opinar y aprender sobre esos temas. Lo que pasó después fue que alguien grabó un video y, pa' encima, lo echó a volar por las redes sociales como si no hubiera un mañana. ¡Un despache!
Ahora resulta que, según el PANI, el discurso de la jovencita tenía “carácter político” y eso ameritaba una investigación. Imagínate la bronca, vamos. Uno esperaría que el PANI tuviera cosas más urgentes que atender, pero parece que ahora hasta los niños tienen que andar con cuidado de lo que dicen. Muchos se preguntan si esto no es más que un golpe bajo a la campaña de Ramos, aprovechándose de una situación personal.
Ramos, obviamente, no se quedó callado. Él y su esposa, Cristie Castro, lanzaron un comunicado explicando lo sucedido y defendiendo el derecho a la libre expresión. Decían estar orgullosos de sus hijas y que en casa les enseñan a pensar por sí mismas. Además, pidieron a los medios y a la población que dejen de reproducir el video, pues consideraban que era una invasión a la privacidad de su hija y un abuso de los mecanismos de protección de la niñez.
Pero la cosa no se queda ahí. Ramos también lanzó una crítica contundente, diciendo que estamos creando un ambiente tóxico en redes sociales donde los niños tienen miedo de expresar sus opiniones. “Nos hemos resignado como sociedad a prohibir que muchos niños y niñas caminen solos en el parque, no porque sea malo, sino porque es inseguro. De la misma manera, debemos entender que expresarse no es el problema, sino que hemos normalizado el ambiente tóxico…”, sentenció en el comunicado. ¡Menos mal que salió el mae a decir la verdá!
Y claro, el PANI no tardó en responder. Confirmaron que habían abierto la investigación y justificaron su actuar argumentando que tenían la obligación de proteger a los menores. Algunos analistas políticos consideran que el PANI se ha metido en una breta enorme, pues muchos ven esta investigación como una forma de atacar a Ramos en plena campaña. El caso se ha vuelto un chunche caliente, diay.
El tema está generando mucha controversia en redes sociales y entre la gente. Hay quienes defienden al PANI y argumentan que tienen que investigar cualquier denuncia, aunque sea de un niño. Otros, en cambio, critican duramente la institución y la acusan de politización y de abusar de su poder. La verdad es que el caso es complejo y toca temas delicados como la libertad de expresión, la protección de la infancia y el rol de los medios en la cobertura de temas políticos. Me da pena la chavala, tener que pasar por esto.
En fin, el asunto está que arde. Ahora me pregunto, ¿hasta dónde llega el deber del PANI para proteger a los niños y cuándo se cruza con el derecho a la libertad de expresión, especialmente cuando se trata de hijos de figuras públicas? ¿Debería haber límites más claros para evitar estos casos tan incómodos?