¡Ay, Dios mío, qué cosa más fea! La Fiscalía anda con toda, buscando meterle las manos a una banda de correosos que, según dicen, andaban metidos hasta el cuello en el asesinato del Subjefe del OIJ, Geiner Zamora Hidalgo. Parece que esto se puso más turbio de lo que pensábamos.
Resulta que la Fiscalía Adjunta Especializada en Contra de la Delincuencia Organizada (FAEDO) – esos sí que le saben al brete – ya pidieron medidas cautelares contra seis personas. Unos nombres rarísimos: Centeno Álvarez, Cervantes Rojas, Rojas Zamora… ¡parece novela de hacienda! También agarraron a dos mujeres, Moya Delgado y Méndez Núñez, durante unos 14 allanamientos que armaron como si estuvieran pintando la casa.
Lo más curioso es que dos de estos correosos ya estaban presos por otras cosas: Castro Moya, alias “Cotoño”, y Méndez Núñez. Así que, bueno, ahí tienen el asiento asegurado y ya no van a tener que pasar por el ridículo de la audiencia. ¡Menos drama para todos!
Pero vamos al grano, diay. Según la investigación, desde 2019 hasta el año pasado, estos tipos se pusieron a hacer de las suyas, formando parte de una célula criminal liderada por un tal Alejandro Arias Monge, conocido como “Diablo”. ¡Qué nombre más cliché, mijo! Al parecer, se dedicaban a vender droga como si fueran plátanos en el mercado central, especialmente en Toro Amarillo y otros sectores de Guápiles. ¡Un negocio redondo, aunque ilegal, claro está!
Y acá viene lo jugoso: Zamora, siendo el Subjefe del OIJ, estaba investigando precisamente a esta banda. Por eso, se cree, “Diablo” le mandó a matar al pobre hombre. ¡Tremendo lío, eh! La historia cuenta que dos de los sospechosos entraron a un bar donde estaba Zamora, uno empezó a charlar con él y el otro le sacó una foto. ¡Como si estuvieran haciendo turismo!
Después, según la información, enviaron la foto a otra persona para avisarle que Zamora estaba ahí. Luego, apareció Méndez, le pegó seis tiros al investigador, lo llevaron al hospital y lamentablemente el tipo no sobrevivió. ¡Qué barbaridad, mijos! Lo peor es que resulta que Méndez es hermana del presunto gatillero. ¡Familia unida en la delincuencia, qué original!
Centeno, parece que tenía la función de facilitar un abrigo al asesino para que no lo reconocieran. ¡Ni siquiera le ponen creatividad a las malas acciones! Y los demás detenidos, bueno, los señalan de estar vendiendo droga también. Este caso, aparentemente, lleva un número así: 25-000001-1981-PE. ¡Que alguien le explique a mí cómo hacen para recordar esas numeraciones!
Este asunto nos da mucho que pensar, diay. Con tanta corrupción y violencia, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar como sociedad para tolerar estas cosas? ¿Creen ustedes que las autoridades están haciendo lo suficiente para combatir la delincuencia organizada en Costa Rica o necesitamos medidas más drásticas?
Resulta que la Fiscalía Adjunta Especializada en Contra de la Delincuencia Organizada (FAEDO) – esos sí que le saben al brete – ya pidieron medidas cautelares contra seis personas. Unos nombres rarísimos: Centeno Álvarez, Cervantes Rojas, Rojas Zamora… ¡parece novela de hacienda! También agarraron a dos mujeres, Moya Delgado y Méndez Núñez, durante unos 14 allanamientos que armaron como si estuvieran pintando la casa.
Lo más curioso es que dos de estos correosos ya estaban presos por otras cosas: Castro Moya, alias “Cotoño”, y Méndez Núñez. Así que, bueno, ahí tienen el asiento asegurado y ya no van a tener que pasar por el ridículo de la audiencia. ¡Menos drama para todos!
Pero vamos al grano, diay. Según la investigación, desde 2019 hasta el año pasado, estos tipos se pusieron a hacer de las suyas, formando parte de una célula criminal liderada por un tal Alejandro Arias Monge, conocido como “Diablo”. ¡Qué nombre más cliché, mijo! Al parecer, se dedicaban a vender droga como si fueran plátanos en el mercado central, especialmente en Toro Amarillo y otros sectores de Guápiles. ¡Un negocio redondo, aunque ilegal, claro está!
Y acá viene lo jugoso: Zamora, siendo el Subjefe del OIJ, estaba investigando precisamente a esta banda. Por eso, se cree, “Diablo” le mandó a matar al pobre hombre. ¡Tremendo lío, eh! La historia cuenta que dos de los sospechosos entraron a un bar donde estaba Zamora, uno empezó a charlar con él y el otro le sacó una foto. ¡Como si estuvieran haciendo turismo!
Después, según la información, enviaron la foto a otra persona para avisarle que Zamora estaba ahí. Luego, apareció Méndez, le pegó seis tiros al investigador, lo llevaron al hospital y lamentablemente el tipo no sobrevivió. ¡Qué barbaridad, mijos! Lo peor es que resulta que Méndez es hermana del presunto gatillero. ¡Familia unida en la delincuencia, qué original!
Centeno, parece que tenía la función de facilitar un abrigo al asesino para que no lo reconocieran. ¡Ni siquiera le ponen creatividad a las malas acciones! Y los demás detenidos, bueno, los señalan de estar vendiendo droga también. Este caso, aparentemente, lleva un número así: 25-000001-1981-PE. ¡Que alguien le explique a mí cómo hacen para recordar esas numeraciones!
Este asunto nos da mucho que pensar, diay. Con tanta corrupción y violencia, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar como sociedad para tolerar estas cosas? ¿Creen ustedes que las autoridades están haciendo lo suficiente para combatir la delincuencia organizada en Costa Rica o necesitamos medidas más drásticas?