¡Ay, Dios mío! Qué manera de empezar el día… La noticia que llegó desde Brasil nos dejó helados: un nene de apenas seis añitos, Benicio Xavier de Freitas, falleció luego de complicaciones tras recibir un tratamiento médico en Manaos. Parece mentira que algo que debía aliviarlo terminara en una tragedia así. La verdad, da escalofríos pensar en el dolor que sufrieron sus papás, imagínate perder a tu hijo así.
La cosa pasó el 22 de noviembre pasado, cuando los padres llevaron al pequeño a urgencias porque tenía fiebre, tos y la garganta bien inflamadita. Ya le habían dado adrenalina por inhalación antes, porque tenía bronquiolitis recurrentemente. Pero esta vez, parece que las cosas tomaron un rumbo muy diferente y nadie vio venir lo que iba a pasar.
Al parecer, la doctora le recetó adrenalina pura, sin diluir, ¡y eso es bastante serio! Tres dosis que sumaron nueve miligramos, una cantidad considerada alta para un chiquillo. ¡Imagínate el golpe! Lo peor es que le aplicaron la medicina por vena, en lugar de por inhalación, como se hacía normalmente. Según dicen, la información no fue clara para la enfermera y ella siguió la orden al pie de la letra, sin darse cuenta del peligro.
Después de la inyección, el niño empezó a sentirse mal rapidito: se puso pálido, le dolía el pecho y le costaba respirar. El papá entró en pánico y gritó pidiendo ayuda. ¡Qué miedo, Dios mío! Lo pasaron corriendo a la sala de emergencia, pero ya estaba demasiado tarde para evitar lo peor. Parece que entre la valentía del papá y los gritos de auxilio, lograron avisarle a otros médicos, aunque ya la situación era crítica.
La doctora, al ver la magnitud del error, admitió que se equivocó en la receta y hasta escribió un reporte para el hospital reconociendo su fallo. Pero, ay, ¿de qué sirve reconocer el error ahora si ya el chiquillo no está? El Consejo Regional de Farmacia dice que si hubiera habido un químico en el área, esto quizás no habría pasado, porque él habría revisado la receta y detectado el problema a tiempo. ¡Qué pena!
Las autoridades están investigando todo a fondo: no solo el error en la medicación, sino también cómo fue el proceso de entubación y por qué no había un control farmacéutico. Dicen que fue una cadena de errores y no descartan acusaciones penales. El pobre Benicio pagó con su vida por la irresponsabilidad de algunos profesionales de la salud.
Este caso nos hace reflexionar sobre la importancia de los controles, la comunicación clara entre los médicos y el personal de enfermería, y la necesidad de priorizar siempre la seguridad del paciente, especialmente cuando se trata de niños pequeños. Ver videos de niños jugando, riendo... te recuerda que tenemos que protegerlos a toda costa y asegurarnos de que reciban la mejor atención posible. Es horrible tener que lidiar con estas noticias, sobretodo porque uno piensa, 'esto no debería estar pasando'.
Realmente este caso es un wake-up call para todos nosotros. Me pregunto, ¿cree usted que los sistemas de salud deberían implementar medidas más estrictas para prevenir este tipo de errores fatales, o cree que la responsabilidad recae principalmente en la capacitación continua y la supervisión del personal médico?
La cosa pasó el 22 de noviembre pasado, cuando los padres llevaron al pequeño a urgencias porque tenía fiebre, tos y la garganta bien inflamadita. Ya le habían dado adrenalina por inhalación antes, porque tenía bronquiolitis recurrentemente. Pero esta vez, parece que las cosas tomaron un rumbo muy diferente y nadie vio venir lo que iba a pasar.
Al parecer, la doctora le recetó adrenalina pura, sin diluir, ¡y eso es bastante serio! Tres dosis que sumaron nueve miligramos, una cantidad considerada alta para un chiquillo. ¡Imagínate el golpe! Lo peor es que le aplicaron la medicina por vena, en lugar de por inhalación, como se hacía normalmente. Según dicen, la información no fue clara para la enfermera y ella siguió la orden al pie de la letra, sin darse cuenta del peligro.
Después de la inyección, el niño empezó a sentirse mal rapidito: se puso pálido, le dolía el pecho y le costaba respirar. El papá entró en pánico y gritó pidiendo ayuda. ¡Qué miedo, Dios mío! Lo pasaron corriendo a la sala de emergencia, pero ya estaba demasiado tarde para evitar lo peor. Parece que entre la valentía del papá y los gritos de auxilio, lograron avisarle a otros médicos, aunque ya la situación era crítica.
La doctora, al ver la magnitud del error, admitió que se equivocó en la receta y hasta escribió un reporte para el hospital reconociendo su fallo. Pero, ay, ¿de qué sirve reconocer el error ahora si ya el chiquillo no está? El Consejo Regional de Farmacia dice que si hubiera habido un químico en el área, esto quizás no habría pasado, porque él habría revisado la receta y detectado el problema a tiempo. ¡Qué pena!
Las autoridades están investigando todo a fondo: no solo el error en la medicación, sino también cómo fue el proceso de entubación y por qué no había un control farmacéutico. Dicen que fue una cadena de errores y no descartan acusaciones penales. El pobre Benicio pagó con su vida por la irresponsabilidad de algunos profesionales de la salud.
Este caso nos hace reflexionar sobre la importancia de los controles, la comunicación clara entre los médicos y el personal de enfermería, y la necesidad de priorizar siempre la seguridad del paciente, especialmente cuando se trata de niños pequeños. Ver videos de niños jugando, riendo... te recuerda que tenemos que protegerlos a toda costa y asegurarnos de que reciban la mejor atención posible. Es horrible tener que lidiar con estas noticias, sobretodo porque uno piensa, 'esto no debería estar pasando'.
Realmente este caso es un wake-up call para todos nosotros. Me pregunto, ¿cree usted que los sistemas de salud deberían implementar medidas más estrictas para prevenir este tipo de errores fatales, o cree que la responsabilidad recae principalmente en la capacitación continua y la supervisión del personal médico?