Ay, mi gente, esto sí que es irónico. Resulta que el Ministerio de Salud, esa institución encargada de cuidarnos la salud a todos los quiteños, parece que tiene un problemón bien grande en casa propia: ¡una invasión de murciélagos! Y no unos pocos, diay, sino suficientes para causar un buen revuelo y hacer temblar a los funcionarios. Imagínense llegar a trabajar y encontrar caca de murciélago en su escritorio… ¡uf!
Todo empezó con unas cuantas quejas, ¿eh? Pues ahí estaban nosotros, los lectores de CRHoy, descubriendo que el edificio norte de la sede central estaba lleno de excrementos de estos animalitos voladores. Las cosas se fueron complicando y, bueno, el Ministerio tuvo que moverse a hacer algo, aunque diga que lo tenían planeado desde antes, claro.
Así que, ¿qué hicieron? Pues nos dieron un “manual”, mis queridos. Un manual con indicaciones para los funcionarios sobre cómo protegerse de las heces de murciélagos. ¡Qué vara más particular! Mantener las puertas y ventanas cerradas por la noche, evitar dejar las luces prendidas… Como si eso fuera suficiente para espantar a estos bandidos alados. Parece que quieren que nos convirtamos en guardias nocturnos de murciélagos, ¡diay!
Y ojo, porque no es solamente la higiene lo que preocupa. Los empleados aseguran que algunas áreas carecen de ventanas, huelen feísimo y tienen un ambiente húmedo que te hace sentir como si estuvieras en la selva amazónica. No precisamente en un ministerio público, ¿me entienden?
Pero espera, que hay más. Al parecer, los murciélagos encuentran comida fácil en los alrededores del complejo institucional. Así que, sorpresa, también tuvieron que cortar unos frutales para quitarles el festín. ¿Se imaginan la escena? ¡Murciélagos engordando a costa del presupuesto estatal! Esto ya va para novela, pura vida.
Ahora, el Ministerio dice estar tomando cartas en el asunto, y jactanciosas estadísticas muestran una reducción del 81.5% en la población murciélaga. ¿Cómo lograron esa proeza? Con mallas anudadas, disuasores sónicos (que supuestamente no dañan a los animales) e incluso cielos suspendidos y celosías. Una verdadera inversión en defensa anti-murciélago, dirían algunos.
Claro, siempre hay detractores. Algunos empleados se preguntan si toda esta movida es realmente efectiva a largo plazo. Afirman que el problema es más profundo que simplemente ponerle malla al edificio. Necesitan atacar la raíz del problema, digamos, controlar la proliferación de alimentos para estos animalitos y mejorar las condiciones generales del edificio. Pero eso ya sería invertir en infraestructura, y eso, diay, cuesta varitas.
Bueno, hablando en serio, la verdad es que la situación es bastante preocupante y demuestra la falta de mantenimiento y cuidado que existe en muchas instituciones públicas. Es alarmante que los funcionarios tengan que andar pendiente de dónde pisaron, por si acaso hay una bomba de excremento de murciélago esperando. Ahora me pregunto, ¿crees tú que el Ministerio debería destinar más recursos a mejorar las condiciones laborales de sus funcionarios, incluyendo un plan integral para controlar la plaga de murciélagos, o consideras que las medidas actuales son suficientes?
Todo empezó con unas cuantas quejas, ¿eh? Pues ahí estaban nosotros, los lectores de CRHoy, descubriendo que el edificio norte de la sede central estaba lleno de excrementos de estos animalitos voladores. Las cosas se fueron complicando y, bueno, el Ministerio tuvo que moverse a hacer algo, aunque diga que lo tenían planeado desde antes, claro.
Así que, ¿qué hicieron? Pues nos dieron un “manual”, mis queridos. Un manual con indicaciones para los funcionarios sobre cómo protegerse de las heces de murciélagos. ¡Qué vara más particular! Mantener las puertas y ventanas cerradas por la noche, evitar dejar las luces prendidas… Como si eso fuera suficiente para espantar a estos bandidos alados. Parece que quieren que nos convirtamos en guardias nocturnos de murciélagos, ¡diay!
Y ojo, porque no es solamente la higiene lo que preocupa. Los empleados aseguran que algunas áreas carecen de ventanas, huelen feísimo y tienen un ambiente húmedo que te hace sentir como si estuvieras en la selva amazónica. No precisamente en un ministerio público, ¿me entienden?
Pero espera, que hay más. Al parecer, los murciélagos encuentran comida fácil en los alrededores del complejo institucional. Así que, sorpresa, también tuvieron que cortar unos frutales para quitarles el festín. ¿Se imaginan la escena? ¡Murciélagos engordando a costa del presupuesto estatal! Esto ya va para novela, pura vida.
Ahora, el Ministerio dice estar tomando cartas en el asunto, y jactanciosas estadísticas muestran una reducción del 81.5% en la población murciélaga. ¿Cómo lograron esa proeza? Con mallas anudadas, disuasores sónicos (que supuestamente no dañan a los animales) e incluso cielos suspendidos y celosías. Una verdadera inversión en defensa anti-murciélago, dirían algunos.
Claro, siempre hay detractores. Algunos empleados se preguntan si toda esta movida es realmente efectiva a largo plazo. Afirman que el problema es más profundo que simplemente ponerle malla al edificio. Necesitan atacar la raíz del problema, digamos, controlar la proliferación de alimentos para estos animalitos y mejorar las condiciones generales del edificio. Pero eso ya sería invertir en infraestructura, y eso, diay, cuesta varitas.
Bueno, hablando en serio, la verdad es que la situación es bastante preocupante y demuestra la falta de mantenimiento y cuidado que existe en muchas instituciones públicas. Es alarmante que los funcionarios tengan que andar pendiente de dónde pisaron, por si acaso hay una bomba de excremento de murciélago esperando. Ahora me pregunto, ¿crees tú que el Ministerio debería destinar más recursos a mejorar las condiciones laborales de sus funcionarios, incluyendo un plan integral para controlar la plaga de murciélagos, o consideras que las medidas actuales son suficientes?