¡Ay, Dios mío, qué torta! Resulta que la exdirectiva del Banco Nacional, la que puso Rodrigo Chaves, andaba tramando unas cosas raras para mantener en secreto un acuerdo sobre cómo iban a reestructurar el banco. Parece que querían meterle mano a todo y nadie se diera cuenta, ¡qué cosas!
Todo comenzó con un acuerdo, digamos, bastante sospechoso dentro de la sesión 12.771, donde decidieron hacer confidencial la contratación de una empresa llamada Nemesis, unos tipos especializados en riesgos financieros. Esta empresa, según el papeleo, iba a hacer un diagnóstico completo del plan estratégico del BN y darle algunas sugerencias –o más bien, órdenes– para cambiarlo.
Pero aquí viene lo bueno: la Sala Constitucional, esos que siempre nos rescatan de los líos, revirtió esa decisión y mandó a publicar el acuerdo. Imagínate el corralejo que debió haber sido en la directiva anterior. Según el documento, los exdirectores Maximiliano Alvarado y María del Milagro Solórzano fueron los principales impulsores de esta jugada para poner a Nemesis a trabajar. Querían entrevistar a todos los directores y pedirle a la alta administración del banco que les soltaran la sopa sobre cómo estaban manejando las cosas.
Y ni hablar de las recomendaciones que pretendían obtener. Buscaban un montón de consejos técnicos, estratégicos y operativos para decidir si mantenían, ajustaban o cambiaban por completo el plan estratégico y hasta la estructura del banco. ¡Imagínate el poder que eso les daba! Podrían haber cambiado todo a su antojo, sin que nadie pudiera decirles nada. Un brete, vaya.
Pero tranquilos, porque Marvin Arias, el actual presidente del Banco Nacional, salió a aclarar que todo esto quedó botado en la sesión 12.778 del 21 de octubre. ¡Menos mal! Porque además de este acuerdo, resultan que habían declarado confidenciales otros 141 documentos. Entre ellos, la contratación de una empresa para investigar la gerente general, Rosaysella Ulloa, el nombramiento de algunos fiscales en comités internos, e incluso el pago de dietas a los directores por asistir a esas reuniones. ¡Una verdadera rocola de decisiones ocultas!
Estos acuerdos, recordemos, fueron tomados por la junta directiva nombrada por el mismo Chaves hace unos meses, y que luego la Sala Constitucional le dio un frenazo a sus decisiones. Parece que hubo un poquito de atropello en el proceso, ¿eh? Uno se pregunta si todo esto era para favorecer a alguien, o simplemente un cúmulo de malas decisiones. Esta Vara parece más densa que el pan tumbo.
Lo peor de todo es que este tipo de situaciones erosionan la confianza del público en las instituciones financieras, especialmente en un banco estatal como el Banco Nacional, que debería ser un ejemplo de transparencia y eficiencia. Nos da la impresión de que algunos personajes prefieren moverse entre las sombras, buscando privilegios y evitando escrutinio público. ¡Qué pena, pura pena!
En fin, este caso demuestra que hay mucho por limpiar en el Banco Nacional y en otras instituciones públicas. Pero bueno, ya saben cómo va la cosa por acá... Siempre hay algún maestrillo tratando de meter pata. Ahora, díganme, ¿creen que esta movida oculta tenía alguna intención específica detrás, o simplemente fue producto de una gestión ineficiente y llena de metástasis? Compartan su opinión, ¡los leo!
Todo comenzó con un acuerdo, digamos, bastante sospechoso dentro de la sesión 12.771, donde decidieron hacer confidencial la contratación de una empresa llamada Nemesis, unos tipos especializados en riesgos financieros. Esta empresa, según el papeleo, iba a hacer un diagnóstico completo del plan estratégico del BN y darle algunas sugerencias –o más bien, órdenes– para cambiarlo.
Pero aquí viene lo bueno: la Sala Constitucional, esos que siempre nos rescatan de los líos, revirtió esa decisión y mandó a publicar el acuerdo. Imagínate el corralejo que debió haber sido en la directiva anterior. Según el documento, los exdirectores Maximiliano Alvarado y María del Milagro Solórzano fueron los principales impulsores de esta jugada para poner a Nemesis a trabajar. Querían entrevistar a todos los directores y pedirle a la alta administración del banco que les soltaran la sopa sobre cómo estaban manejando las cosas.
Y ni hablar de las recomendaciones que pretendían obtener. Buscaban un montón de consejos técnicos, estratégicos y operativos para decidir si mantenían, ajustaban o cambiaban por completo el plan estratégico y hasta la estructura del banco. ¡Imagínate el poder que eso les daba! Podrían haber cambiado todo a su antojo, sin que nadie pudiera decirles nada. Un brete, vaya.
Pero tranquilos, porque Marvin Arias, el actual presidente del Banco Nacional, salió a aclarar que todo esto quedó botado en la sesión 12.778 del 21 de octubre. ¡Menos mal! Porque además de este acuerdo, resultan que habían declarado confidenciales otros 141 documentos. Entre ellos, la contratación de una empresa para investigar la gerente general, Rosaysella Ulloa, el nombramiento de algunos fiscales en comités internos, e incluso el pago de dietas a los directores por asistir a esas reuniones. ¡Una verdadera rocola de decisiones ocultas!
Estos acuerdos, recordemos, fueron tomados por la junta directiva nombrada por el mismo Chaves hace unos meses, y que luego la Sala Constitucional le dio un frenazo a sus decisiones. Parece que hubo un poquito de atropello en el proceso, ¿eh? Uno se pregunta si todo esto era para favorecer a alguien, o simplemente un cúmulo de malas decisiones. Esta Vara parece más densa que el pan tumbo.
Lo peor de todo es que este tipo de situaciones erosionan la confianza del público en las instituciones financieras, especialmente en un banco estatal como el Banco Nacional, que debería ser un ejemplo de transparencia y eficiencia. Nos da la impresión de que algunos personajes prefieren moverse entre las sombras, buscando privilegios y evitando escrutinio público. ¡Qué pena, pura pena!
En fin, este caso demuestra que hay mucho por limpiar en el Banco Nacional y en otras instituciones públicas. Pero bueno, ya saben cómo va la cosa por acá... Siempre hay algún maestrillo tratando de meter pata. Ahora, díganme, ¿creen que esta movida oculta tenía alguna intención específica detrás, o simplemente fue producto de una gestión ineficiente y llena de metástasis? Compartan su opinión, ¡los leo!
