¡Ay, Dios mío, qué torta! Resulta que el asunto de Lester T. Jones Jr., el exvicepresidente de finanzas de los Atlanta Hawks, ha echado humo por todos lados. Parece que el señorito anduvo haciendo travesuras financieras que dejaron al equipo patinando, acumulando una deuda de más de tres millones ochocientos mil dólares. Una barbaridad, vamos.
Según los documentos judiciales que salieron a la luz, el truco consistía en inflar gastos personales disfrazándolos de costos operativos del equipo. Imaginen la cara de los dueños cuando descubrieron que gran parte del dinero se había esfumado en lujos que ni Don Olmpallecitos se animaba a comprar. Definitivamente no es un buen brete estar en ese lugar.
Y acá viene lo jugoso para nosotros, los catrachos. Al parecer, Jones Jr. decidió que Costa Rica era un destino perfecto para lavar sus turbios negocios. La Dirección de Migración confirmó que estuvo por acá del 3 al 6 de julio del año pasado, disfrutando de nuestras playas y, probablemente, de unas langostas bien sabrosas a expensas del equipo. ¡Qué pena ajena!
Pero no solo eso, diay. Investigaciones más profundas revelaron que el señor se había comprado carros Porsche, ropa de marca como Louis Vuitton y hasta entradas para conciertos y eventos deportivos. Todo pagadito con la tarjeta corporativa del equipo. Un verdadero estilo de vida a cachete, aunque robado, claro está.
El modus operandi era bastante sofisticado, admitámoslo. Jones manipulaba correos electrónicos, inventaba facturas adulteradas y hacía solicitudes fraudulentas a través del sistema de reembolso electrónico. Aprovechándose de algunas debilidades en el control interno del equipo, pudo pasar desapercibido por años. De hecho, parece que nadie se dio cuenta de lo que estaba pasando hasta que American Express empezó a sospechar y el club tuvo que reembolsar unos 230 mil dólares por cargos falsificados. ¡Una verdadera chapuza!
Lo peor es que no solo nos visitó a nosotros. El mae andaba moviéndose por Bahamas, Hawái, México, Suiza y Tailandia, dejando un rastro de gastos extravagantes a su paso. Como si fuera dueño del mundo, chunches... Se aprovecharon de que él tenía acceso a toda la cuenta de American Express y al sistema de reembolso, porque el personal encargado de revisar los gastos no se percataba de nada hasta julio del año siguiente. Ahí ya era demasiado tarde, iba camino al traste el negocio.
Después de que lo agarraron, Jones se declaró inocente y ahora anda suelto bajo fianza, esperando ver qué va a pasar con el caso. Ahora veremos si decide ir a juicio o si admite los cargos. Lo cierto es que este escándalo ha sacudido a la NBA, generando preocupación por la seguridad financiera de varios equipos deportivos. Van a tener que ponerle más ojo a esos controles internos, ¿eh?
Este caso nos deja pensando, ¿qué tan responsable deberían ser los equipos deportivos en la supervisión de sus finanzas internas? ¿Es posible que haya otros casos similares ocultos en otras organizaciones? Vamos, compas, compartan sus ideas en los comentarios. ¡Esto es pa’ discutirlo a fondo!
Según los documentos judiciales que salieron a la luz, el truco consistía en inflar gastos personales disfrazándolos de costos operativos del equipo. Imaginen la cara de los dueños cuando descubrieron que gran parte del dinero se había esfumado en lujos que ni Don Olmpallecitos se animaba a comprar. Definitivamente no es un buen brete estar en ese lugar.
Y acá viene lo jugoso para nosotros, los catrachos. Al parecer, Jones Jr. decidió que Costa Rica era un destino perfecto para lavar sus turbios negocios. La Dirección de Migración confirmó que estuvo por acá del 3 al 6 de julio del año pasado, disfrutando de nuestras playas y, probablemente, de unas langostas bien sabrosas a expensas del equipo. ¡Qué pena ajena!
Pero no solo eso, diay. Investigaciones más profundas revelaron que el señor se había comprado carros Porsche, ropa de marca como Louis Vuitton y hasta entradas para conciertos y eventos deportivos. Todo pagadito con la tarjeta corporativa del equipo. Un verdadero estilo de vida a cachete, aunque robado, claro está.
El modus operandi era bastante sofisticado, admitámoslo. Jones manipulaba correos electrónicos, inventaba facturas adulteradas y hacía solicitudes fraudulentas a través del sistema de reembolso electrónico. Aprovechándose de algunas debilidades en el control interno del equipo, pudo pasar desapercibido por años. De hecho, parece que nadie se dio cuenta de lo que estaba pasando hasta que American Express empezó a sospechar y el club tuvo que reembolsar unos 230 mil dólares por cargos falsificados. ¡Una verdadera chapuza!
Lo peor es que no solo nos visitó a nosotros. El mae andaba moviéndose por Bahamas, Hawái, México, Suiza y Tailandia, dejando un rastro de gastos extravagantes a su paso. Como si fuera dueño del mundo, chunches... Se aprovecharon de que él tenía acceso a toda la cuenta de American Express y al sistema de reembolso, porque el personal encargado de revisar los gastos no se percataba de nada hasta julio del año siguiente. Ahí ya era demasiado tarde, iba camino al traste el negocio.
Después de que lo agarraron, Jones se declaró inocente y ahora anda suelto bajo fianza, esperando ver qué va a pasar con el caso. Ahora veremos si decide ir a juicio o si admite los cargos. Lo cierto es que este escándalo ha sacudido a la NBA, generando preocupación por la seguridad financiera de varios equipos deportivos. Van a tener que ponerle más ojo a esos controles internos, ¿eh?
Este caso nos deja pensando, ¿qué tan responsable deberían ser los equipos deportivos en la supervisión de sus finanzas internas? ¿Es posible que haya otros casos similares ocultos en otras organizaciones? Vamos, compas, compartan sus ideas en los comentarios. ¡Esto es pa’ discutirlo a fondo!