¡Ay, Dios mío! Esto del Liceo de Heredia se ha puesto bronca, fiu. Padres y estudiantes están sacudidos porque dicen que una profesora anda de loca, echándoles gritos e incluso haciendo cosas peores. La cosa pinta fea, y los viejos ya no aguantan más este rollo.
La movida empezó en mayo, cuando un grupito de estudiantes de séptimo año le dejaron una carta al director contando cómo la profe los trataba. Dicen que les gritaba, los insultaba, ni siquiera les dejaba ir al baño cuando tenían que hacerlo, ¡qué torta!, y hay un caso que te eriza el vello, donde se burló de una chica que necesita apoyo especial. Imagínate la humillación, brete.
Después de quince días, en la reunión de padres, el director dijo que ya habían hablado con la supervisión y estaban viendo el caso. Pero, según cuentan los denunciantes, la profesora aprovechó para echarles la bronca a los niños, preguntándoles quién había ido a poner la queja. ¡Qué sal! En lugar de calmar la situación, la empeoró. Se nota que la señora no tiene filtro, diay.
Y eso no es todo, parce. En agosto, la madre que puso la denuncia mandó un correo al colegio pidiendo saber qué estaba pasando con el caso. Le respondieron que ya lo habían cerrado porque “no había más quejas”. ¿Pero cómo así? Que se cree que porque no hubo más reclamos se puede meter todo esto debajo de la alfombra? ¡Qué desfachatez!
Luego, vinieron las restricciones al recreo. Según la denunciante, la profesora empezó a encerrarlos en el salón si no hacían sus deberes. Dicen que los encerró, les quitó los celulares y las libretas de comunicación. Imagínate el susto que se llevaron esos nenes, pura angustia. Por suerte, un grupo de mamás tuvo que ir directo a la Supervisión Regional y luego al MEP para que hagan algo.
La situación es tan grave que han pasado más de 22 días sin tener noticias oficiales sobre el avance de la investigación. Y no es solo eso, porque también señalan casos de racismo contra un alumno afrodescendiente, a quien la profesora no quería llamar por su nombre. Además, hay denuncias de burlas a alumnos con dificultades académicas y, lo más preocupante, haberle agarrado el brazo con fuerza a una alumna, dejándole marcas. ¡Imagínate el daño emocional que le causa esto a los muchachos!
Desesperados por la falta de acción, los padres presentaron un recurso de amparo y fueron a ver a la Defensoría de los Habitantes. Pero parece que los trámites van lentísimos, y la incertidumbre los tiene comiéndose las uñas. Uno se pregunta: ¿hasta cuándo vamos a permitir que unos cuantos individuos dañen el futuro de nuestros jóvenes? El sistema educativo debería protegerlos, no exponerlos a estas situaciones espantosas.
La verdad es que toda esta vaina da qué pensar: ¿Cómo podemos garantizar un ambiente escolar seguro y respetuoso para todos los estudiantes, y qué medidas debemos tomar para evitar que profesionales como esta profesora sigan abusando de su poder? ¿Será que necesitamos revisar a fondo los mecanismos de control y rendición de cuentas dentro del MEP?
La movida empezó en mayo, cuando un grupito de estudiantes de séptimo año le dejaron una carta al director contando cómo la profe los trataba. Dicen que les gritaba, los insultaba, ni siquiera les dejaba ir al baño cuando tenían que hacerlo, ¡qué torta!, y hay un caso que te eriza el vello, donde se burló de una chica que necesita apoyo especial. Imagínate la humillación, brete.
Después de quince días, en la reunión de padres, el director dijo que ya habían hablado con la supervisión y estaban viendo el caso. Pero, según cuentan los denunciantes, la profesora aprovechó para echarles la bronca a los niños, preguntándoles quién había ido a poner la queja. ¡Qué sal! En lugar de calmar la situación, la empeoró. Se nota que la señora no tiene filtro, diay.
Y eso no es todo, parce. En agosto, la madre que puso la denuncia mandó un correo al colegio pidiendo saber qué estaba pasando con el caso. Le respondieron que ya lo habían cerrado porque “no había más quejas”. ¿Pero cómo así? Que se cree que porque no hubo más reclamos se puede meter todo esto debajo de la alfombra? ¡Qué desfachatez!
Luego, vinieron las restricciones al recreo. Según la denunciante, la profesora empezó a encerrarlos en el salón si no hacían sus deberes. Dicen que los encerró, les quitó los celulares y las libretas de comunicación. Imagínate el susto que se llevaron esos nenes, pura angustia. Por suerte, un grupo de mamás tuvo que ir directo a la Supervisión Regional y luego al MEP para que hagan algo.
La situación es tan grave que han pasado más de 22 días sin tener noticias oficiales sobre el avance de la investigación. Y no es solo eso, porque también señalan casos de racismo contra un alumno afrodescendiente, a quien la profesora no quería llamar por su nombre. Además, hay denuncias de burlas a alumnos con dificultades académicas y, lo más preocupante, haberle agarrado el brazo con fuerza a una alumna, dejándole marcas. ¡Imagínate el daño emocional que le causa esto a los muchachos!
Desesperados por la falta de acción, los padres presentaron un recurso de amparo y fueron a ver a la Defensoría de los Habitantes. Pero parece que los trámites van lentísimos, y la incertidumbre los tiene comiéndose las uñas. Uno se pregunta: ¿hasta cuándo vamos a permitir que unos cuantos individuos dañen el futuro de nuestros jóvenes? El sistema educativo debería protegerlos, no exponerlos a estas situaciones espantosas.
La verdad es que toda esta vaina da qué pensar: ¿Cómo podemos garantizar un ambiente escolar seguro y respetuoso para todos los estudiantes, y qué medidas debemos tomar para evitar que profesionales como esta profesora sigan abusando de su poder? ¿Será que necesitamos revisar a fondo los mecanismos de control y rendición de cuentas dentro del MEP?