¡Ay, Dios mío! La cosa está que arde en la Asamblea Legislativa. Resulta que Fernando Castillo, ese magistrado de la Sala Cuarta, quiere seguir echándole manteca al dulce en el Poder Judicial por otros ocho añitos. Y ahora, con la reelección encima, se armó un brete legal que parece sacado de novela. Ya saben, la política pura, sin anestesia.
La Comisión de Nombramientos, esos diputados que siempre andan buscando qué hacer, le pasaron el dedo por encima al Plenario con el expediente de Castillo. Cinco votos afirmativos, dicen, pero el asunto es que el hombre anda incapacitado por una operación. Un golpe bajo, vamos, porque así no puede defenderse en medio del congreso. Imagínense tener que explicar sus acciones estando todavía tambaleándose de la cirugía… ¡Qué torta!
Y ahí entra la clave, diay. Parece que Castillo mandó un informe de rendición de cuentas hace poquito, el 10 de octubre, donde expresaba su deseo de seguir en la magistratura. Un poquito de oportunismo, claro, pero él tiene derecho a querer mantener su juguito, ¿verdad? Pero eso no justifica saltarse el proceso normal de entrevistas y todo lo demás. Como dirían mis abuelos, “a cada maestrillo, su librito”.
El lío es que si no votan rápido, el Castillo se queda automáticamente en el puesto. La fecha límite es el 16 de noviembre. ¡Imagínense la bronca si se les pasa la hora! El actual nombramiento ya está llegando a su fin, y si no hacen nada, Castillo sigue firme. Ya ven, el sistema a veces funciona raro, ¿eh?
Alejandra Larios, del PLN, y Pilar Cisneros, del oficialismo, también metieron mano y dijeron que era crucial entrevistar a Castillo. Obvio, porque así pueden echarle preguntas incómodas y ver si realmente vale la pena darle otro mandato. Pero la situación es complicada, porque está recuperándose. ¿Quién va a discutir con alguien que sale de quirófano? ¡Qué carga!
Pero acá viene lo interesante, chunches. Según aclaran desde el Departamento de Servicios Técnicos –sí, ese departamento que siempre tiene la respuesta–, el magistrado no puede ser interpelado en el Plenario. No le pueden preguntar directamente nada. Solo pueden discutir y votar si lo reelectúan o no. Una mayoría calificada de 38 votos en contra es necesaria para sacarle del camino. ¡Eso es mucho poder, diay! Casi imposible conseguirlo, vamos.
Si revisamos la historia, Castillo Víquez lleva casi quince años en la Sala Constitucional. Fue elegido en 2009 y reelegido en 2017. Eso es mucha experiencia, sí, pero también significa que ha visto pasar muchas cosas. Y ahora, quiere seguir viendo más, aunque algunos digan que ya cumplió su ciclo. Ustedes juzguen, yo solo soy mensajero.
En fin, esto pinta para un debate encendido en el Plenario, y el tiempo apremia. ¿Ustedes creen que la incapacidad de Castillo es una estrategia para evitar la entrevista y asegurar su reelección, o simplemente una desafortunada coincidencia? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan los expertos del Foro!
La Comisión de Nombramientos, esos diputados que siempre andan buscando qué hacer, le pasaron el dedo por encima al Plenario con el expediente de Castillo. Cinco votos afirmativos, dicen, pero el asunto es que el hombre anda incapacitado por una operación. Un golpe bajo, vamos, porque así no puede defenderse en medio del congreso. Imagínense tener que explicar sus acciones estando todavía tambaleándose de la cirugía… ¡Qué torta!
Y ahí entra la clave, diay. Parece que Castillo mandó un informe de rendición de cuentas hace poquito, el 10 de octubre, donde expresaba su deseo de seguir en la magistratura. Un poquito de oportunismo, claro, pero él tiene derecho a querer mantener su juguito, ¿verdad? Pero eso no justifica saltarse el proceso normal de entrevistas y todo lo demás. Como dirían mis abuelos, “a cada maestrillo, su librito”.
El lío es que si no votan rápido, el Castillo se queda automáticamente en el puesto. La fecha límite es el 16 de noviembre. ¡Imagínense la bronca si se les pasa la hora! El actual nombramiento ya está llegando a su fin, y si no hacen nada, Castillo sigue firme. Ya ven, el sistema a veces funciona raro, ¿eh?
Alejandra Larios, del PLN, y Pilar Cisneros, del oficialismo, también metieron mano y dijeron que era crucial entrevistar a Castillo. Obvio, porque así pueden echarle preguntas incómodas y ver si realmente vale la pena darle otro mandato. Pero la situación es complicada, porque está recuperándose. ¿Quién va a discutir con alguien que sale de quirófano? ¡Qué carga!
Pero acá viene lo interesante, chunches. Según aclaran desde el Departamento de Servicios Técnicos –sí, ese departamento que siempre tiene la respuesta–, el magistrado no puede ser interpelado en el Plenario. No le pueden preguntar directamente nada. Solo pueden discutir y votar si lo reelectúan o no. Una mayoría calificada de 38 votos en contra es necesaria para sacarle del camino. ¡Eso es mucho poder, diay! Casi imposible conseguirlo, vamos.
Si revisamos la historia, Castillo Víquez lleva casi quince años en la Sala Constitucional. Fue elegido en 2009 y reelegido en 2017. Eso es mucha experiencia, sí, pero también significa que ha visto pasar muchas cosas. Y ahora, quiere seguir viendo más, aunque algunos digan que ya cumplió su ciclo. Ustedes juzguen, yo solo soy mensajero.
En fin, esto pinta para un debate encendido en el Plenario, y el tiempo apremia. ¿Ustedes creen que la incapacidad de Castillo es una estrategia para evitar la entrevista y asegurar su reelección, o simplemente una desafortunada coincidencia? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan los expertos del Foro!