¡Ay, Dios mío! ¿Quién lo diría? Después de un andar medio turbio y resultados que dejaron a todos con la mosca en la mano, la Fedefútbol finalmente puso fin a la novela de Miguel Herrera como técnico de La Sele. Oficialmente, ya no es el 'Piojo', se acabó el brete. Dos días después de quedarnos afuera del Mundial 2026, la directiva decidió tirar la toalla, y vaya que nos costó llegar a esto.
Todo comenzó cuando Herrera tomó las riendas del equipo el 7 de enero de este año, después de que Gustavo Alfaro se fuera rumbo a Paraguay y Claudio Vivas tampoco pudo echarle ganas. Muchos pensamos que era justo lo que necesitaba la selección, alguien con experiencia y garra, pero bueno… los hechos hablan por sí solos. Su debut contra Estados Unidos fue un bofetón de realidad: 3-0 a nuestro favor, ¡qué despiche!
En la Copa Oro, la cosa no pintó mucho mejor. Llegamos hasta cuartos de final, pero sin brillar. Se veía un equipo sin ideas claras, jugando al despiste, buscando la jugada milagrosa que nunca llegaba. Había expectativas, claro que sí, pero poco a poco se fueron evaporando como agua en popote caliente. Y luego vino el batacazo, la debacle, la humillación... la eliminación en las eliminatorias mundialistas.
Las estadísticas eran alarmantes, señores. Un proceso eliminatorio marcado por la inconsistencia, la falta de compromiso de algunos jugadores y decisiones técnicas cuestionables. Nosotros, los aficionados, vimos cómo se escapaban oportunidades valiosas, cómo se dejaban puntos en casa, y cómo otros equipos aprovechaban nuestros errores. Hubo momentos de esperanza, lo admito, pero no alcanzaron a revertir la tendencia general. Una pena, porque la ilusión siempre está presente, pero la realidad a veces duele más que un clavo en el pie.
Desde hace rato corrían rumores de que Herrera estaba tocado para salir. De hecho, muchos dicen que su puesto estaba prácticamente sentenciado desde el partido contra Haití en septiembre pasado, cuando empatamos 1-1 en circunstancias polémicas. Algunos maes de confianza le estaban haciendo sonar las alarmas, diciendo que ahí terminaba la historia. Y parece que la Fedefútbol escuchó, aunque con un retraso considerable. Ahora toca buscar otro chunche que le dé al equipo el empuje que tanto necesitamos.
La salida de Herrera abre una puerta a nuevas posibilidades, pero también plantea interrogantes importantes. ¿Cuál será la filosofía de juego que implementará el nuevo técnico? ¿Cómo se reconstruirá un equipo que ha perdido credibilidad y confianza? ¿Será posible recuperar a esos jugadores que parecieran haber perdido la fe en la camiseta nacional? Estas son preguntas que debemos hacernos y analizar con detenimiento.
Mientras tanto, la afición está dividida. Algunos agradecen a Herrera por el esfuerzo, aunque reconociendo que los resultados no acompañaron. Otros, más críticos, consideran que su ciclo debió terminar mucho antes. Lo cierto es que la herida aún está fresca y la decepción es palpable. Esperamos que la Fedefútbol tome una decisión sensata y contrate a un entrenador que realmente pueda devolverle la alegría al fútbol costarricense, porque ahora mismo andamos con la moral por los suelos, varas.
Con todo esto, me pregunto: ¿Crees que la Fedefútbol debería enfocarse en contratar un técnico extranjero con experiencia internacional, o apostarle a un entrenador local que conozca bien el futbol tico y tenga una conexión más cercana con los jugadores? ¡Déjame saber tu opinión en los comentarios!
Todo comenzó cuando Herrera tomó las riendas del equipo el 7 de enero de este año, después de que Gustavo Alfaro se fuera rumbo a Paraguay y Claudio Vivas tampoco pudo echarle ganas. Muchos pensamos que era justo lo que necesitaba la selección, alguien con experiencia y garra, pero bueno… los hechos hablan por sí solos. Su debut contra Estados Unidos fue un bofetón de realidad: 3-0 a nuestro favor, ¡qué despiche!
En la Copa Oro, la cosa no pintó mucho mejor. Llegamos hasta cuartos de final, pero sin brillar. Se veía un equipo sin ideas claras, jugando al despiste, buscando la jugada milagrosa que nunca llegaba. Había expectativas, claro que sí, pero poco a poco se fueron evaporando como agua en popote caliente. Y luego vino el batacazo, la debacle, la humillación... la eliminación en las eliminatorias mundialistas.
Las estadísticas eran alarmantes, señores. Un proceso eliminatorio marcado por la inconsistencia, la falta de compromiso de algunos jugadores y decisiones técnicas cuestionables. Nosotros, los aficionados, vimos cómo se escapaban oportunidades valiosas, cómo se dejaban puntos en casa, y cómo otros equipos aprovechaban nuestros errores. Hubo momentos de esperanza, lo admito, pero no alcanzaron a revertir la tendencia general. Una pena, porque la ilusión siempre está presente, pero la realidad a veces duele más que un clavo en el pie.
Desde hace rato corrían rumores de que Herrera estaba tocado para salir. De hecho, muchos dicen que su puesto estaba prácticamente sentenciado desde el partido contra Haití en septiembre pasado, cuando empatamos 1-1 en circunstancias polémicas. Algunos maes de confianza le estaban haciendo sonar las alarmas, diciendo que ahí terminaba la historia. Y parece que la Fedefútbol escuchó, aunque con un retraso considerable. Ahora toca buscar otro chunche que le dé al equipo el empuje que tanto necesitamos.
La salida de Herrera abre una puerta a nuevas posibilidades, pero también plantea interrogantes importantes. ¿Cuál será la filosofía de juego que implementará el nuevo técnico? ¿Cómo se reconstruirá un equipo que ha perdido credibilidad y confianza? ¿Será posible recuperar a esos jugadores que parecieran haber perdido la fe en la camiseta nacional? Estas son preguntas que debemos hacernos y analizar con detenimiento.
Mientras tanto, la afición está dividida. Algunos agradecen a Herrera por el esfuerzo, aunque reconociendo que los resultados no acompañaron. Otros, más críticos, consideran que su ciclo debió terminar mucho antes. Lo cierto es que la herida aún está fresca y la decepción es palpable. Esperamos que la Fedefútbol tome una decisión sensata y contrate a un entrenador que realmente pueda devolverle la alegría al fútbol costarricense, porque ahora mismo andamos con la moral por los suelos, varas.
Con todo esto, me pregunto: ¿Crees que la Fedefútbol debería enfocarse en contratar un técnico extranjero con experiencia internacional, o apostarle a un entrenador local que conozca bien el futbol tico y tenga una conexión más cercana con los jugadores? ¡Déjame saber tu opinión en los comentarios!