¡Ay, Dios mío! Parece que el 2025 no le va a hacer juego al sector alimentario acá en Costa Rica. La Cacia lo pintó feísimo, con un mercado que anda más lento que perezoso y los negocios costándole sudor darle la vuelta. El crecimiento apenas rozó el 1,2%, una sombra comparado con el buen bocado que tuvimos el año pasado.
Si nos ponemos a analizar, la situación es clara: el panorama general no es precisamente un festival. Los números hablan claro, señores. Mientras que la economía en general tímpano un pequeño crecimiento, el sector alimenta la incertidumbre, sintiendo la presión de un consumidor que está apretando el cinturón. Y eso, diay, a nadie le gusta tener que andar contando cositas, ¿verdad?
Pero no todo está perdido, chunches. Hay que reconocer que mientras el mercado interno está batallando, las exportaciones sí andan con paso firme. En concreto, un crecimiento del 3,4% significa que estamos moviendo unos buenos $2.753 millones. Eso da esperanzas, aunque no borra el sabor amargo de las dificultades internas. Un respiro, vamos, porque sino sería pura bronca.
Y hablando de dificultades internas, ahí tenemos varios bretes que están poniendo a los empresarios contra la pared. Primero, el dichoso tipo de cambio; es una vara que nos afecta tanto cuando importamos insumos como cuando vendemos afuera. Aunque nos ayuda a comprar barato en el extranjero, luego perdemos plata porque nos pagan menos en colones. ¡Qué torta!
El presidente de Cacia, don Juan Ignacio Pérez, lo dejó claro: estamos “al filo de la navaja”. Él mismo explica que si producimos acá, los costos se nos disparan, entre infraestructura deficiente y congestión en carretera. Imaginen, mae, tratar de llevar productos desde San José hasta Limón y encontrarte con un embotellamiento eterno. ¡Un despiche! Combinado con ese tipo de cambio desfavorable, las cosas se ponen difíciles, muy difíciles.
Lo peor de todo, dice Pérez, es que podríamos estar perdiendo la oportunidad de afianzarnos como líderes industriales en Centroamérica. Nos estamos quedando atrás, viendo como otros países aprovechan la coyuntura. El sector público, agrega, no parece tener muchas ganas de ponerle remedio. “Están estancados”, sentenció, y vaya si es cierto. Parece que las decisiones se toman con pies de plomo, y mientras tanto, nosotros seguimos a la deriva.
Para que se hagan una idea, algunos sectores van viento en popa: la chocolatería subió un 26%, los lácteos un 21,5%, y los helados, ¡hasta un 16%! Pero otros, como la cerveza y refrescos, sufrieron caídas importantes – del 14% y 13% respectivamente. Esto demuestra cómo la diversidad del sector no lo salva, ya que depende mucho de los gustos del consumidor y de los mercados internacionales.
Bueno, pues con toda esta información, les pregunto a ustedes, compas del Foro: ¿creen que el gobierno debería meterle mano a fondo para rescatar al sector alimentario y evitar que se vaya al traste? ¿O será que ya es tarde y debemos prepararnos para ver cómo otros países se comen nuestra tajada en la región?
Si nos ponemos a analizar, la situación es clara: el panorama general no es precisamente un festival. Los números hablan claro, señores. Mientras que la economía en general tímpano un pequeño crecimiento, el sector alimenta la incertidumbre, sintiendo la presión de un consumidor que está apretando el cinturón. Y eso, diay, a nadie le gusta tener que andar contando cositas, ¿verdad?
Pero no todo está perdido, chunches. Hay que reconocer que mientras el mercado interno está batallando, las exportaciones sí andan con paso firme. En concreto, un crecimiento del 3,4% significa que estamos moviendo unos buenos $2.753 millones. Eso da esperanzas, aunque no borra el sabor amargo de las dificultades internas. Un respiro, vamos, porque sino sería pura bronca.
Y hablando de dificultades internas, ahí tenemos varios bretes que están poniendo a los empresarios contra la pared. Primero, el dichoso tipo de cambio; es una vara que nos afecta tanto cuando importamos insumos como cuando vendemos afuera. Aunque nos ayuda a comprar barato en el extranjero, luego perdemos plata porque nos pagan menos en colones. ¡Qué torta!
El presidente de Cacia, don Juan Ignacio Pérez, lo dejó claro: estamos “al filo de la navaja”. Él mismo explica que si producimos acá, los costos se nos disparan, entre infraestructura deficiente y congestión en carretera. Imaginen, mae, tratar de llevar productos desde San José hasta Limón y encontrarte con un embotellamiento eterno. ¡Un despiche! Combinado con ese tipo de cambio desfavorable, las cosas se ponen difíciles, muy difíciles.
Lo peor de todo, dice Pérez, es que podríamos estar perdiendo la oportunidad de afianzarnos como líderes industriales en Centroamérica. Nos estamos quedando atrás, viendo como otros países aprovechan la coyuntura. El sector público, agrega, no parece tener muchas ganas de ponerle remedio. “Están estancados”, sentenció, y vaya si es cierto. Parece que las decisiones se toman con pies de plomo, y mientras tanto, nosotros seguimos a la deriva.
Para que se hagan una idea, algunos sectores van viento en popa: la chocolatería subió un 26%, los lácteos un 21,5%, y los helados, ¡hasta un 16%! Pero otros, como la cerveza y refrescos, sufrieron caídas importantes – del 14% y 13% respectivamente. Esto demuestra cómo la diversidad del sector no lo salva, ya que depende mucho de los gustos del consumidor y de los mercados internacionales.
Bueno, pues con toda esta información, les pregunto a ustedes, compas del Foro: ¿creen que el gobierno debería meterle mano a fondo para rescatar al sector alimentario y evitar que se vaya al traste? ¿O será que ya es tarde y debemos prepararnos para ver cómo otros países se comen nuestra tajada en la región?