¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos con la novela de Taras-La Lima. Resulta que el MOPT, pa’ poder ir soltando la lengua, reconoció que el proyecto lleva un buen sobrecosto, y claro, la diputada Paulina Ramírez ya estaba ahí, con la lupa echada, preguntándose qué demonios está pasando. Parece que las “mejoras” que le metieron a la obra, ¡más bien la hicieron explotar de precio!
La cosa es que Ramírez, quien no se anda con rodeos, sacó a relucir que el proyecto ya suma un 22% extra de costo. Pero no es solo eso, mae. También tenemos atrasos que dan ganas de agarrarse la cabeza y deficiencias técnicas que el Lanamme ha señalado desde que pusieron la primera piedra, allá por el 2020. Una pena, porque la gente estaba esperando ansiosa que se acabaran los embates.
Y ahora resulta que, según las autoridades del MOPT, están más o menos atados de manos para meterle castigo a la constructora, H Solís. Efraín Zeledón, el ministro, dijo que el contrato no tiene esos mecanismos para poner multas, solamente pueden retener unos pagos que, al final, se los devuelven al contratista. ¡Una torta!, te digo yo. Porque así parece que les da igual el tiempo que tarde la obra o el dinero que se gaste.
Pero lo peor de todo, ¿sabes cuál es el chunche?, que ni siquiera Taras-La Lima va a solucionar el problema de tráfico en Cartago. Dicen que hay que mejorar otras rutas también, como la 228. Claramente, la carretera se convirtió en un brete para todos y las soluciones siguen siendo inciertas.
La ciudad de Cartago está creciendo a toda máquina, con comercios, residenciales y encima va a tener un nuevo hospital. Eso significa más carros, más congestión y, probablemente, más frustraciones para los conductores. Por eso, la preocupación de varios sectores es más que justificada: ¿realmente esta obra va a servir para algo cuando esté lista?
Y luego viene la cereza del pastel. El MOPT quiere retomar el cuarto nivel del proyecto, que sería un puente de un carril para facilitar el tránsito entre Cartago y El Guarco. Pero, ¿adivinen qué? Según Pablo Camacho, el viceministro, hacerlo sin ampliar la ruta hasta El Quijongo no tendría ningún sentido, porque solo van a estar moviendo el problema de lugar. ¡Qué sal!
El asunto del cuarto nivel es una verdadera maraña. Al principio, decidieron eliminarlo argumentando que no había presupuesto suficiente y que un supuesto estudio técnico decía que solo sería necesario dentro de quince años. Pero el Lanamme, esa institución seria, salió a defender su postura y a decir que el mismo estudio indicaba lo contrario, por motivos de futuras construcciones. ¡Un lío tremendo, diay!
La fecha de entrega definitiva de Taras-La Lima sigue siendo una incógnita. Dijeron que estaría lista a principios del 2026, pero con tanta idiopántica y bronca, quién sabe cuándo terminará este mamotreto. Ahora me pregunto, ¿crees que finalmente Taras-La Lima cumplirá su promesa de aliviar el tráfico en Cartago o estamos ante otro ejemplo de una inversión pública desviada y un sueño incumplido?
La cosa es que Ramírez, quien no se anda con rodeos, sacó a relucir que el proyecto ya suma un 22% extra de costo. Pero no es solo eso, mae. También tenemos atrasos que dan ganas de agarrarse la cabeza y deficiencias técnicas que el Lanamme ha señalado desde que pusieron la primera piedra, allá por el 2020. Una pena, porque la gente estaba esperando ansiosa que se acabaran los embates.
Y ahora resulta que, según las autoridades del MOPT, están más o menos atados de manos para meterle castigo a la constructora, H Solís. Efraín Zeledón, el ministro, dijo que el contrato no tiene esos mecanismos para poner multas, solamente pueden retener unos pagos que, al final, se los devuelven al contratista. ¡Una torta!, te digo yo. Porque así parece que les da igual el tiempo que tarde la obra o el dinero que se gaste.
Pero lo peor de todo, ¿sabes cuál es el chunche?, que ni siquiera Taras-La Lima va a solucionar el problema de tráfico en Cartago. Dicen que hay que mejorar otras rutas también, como la 228. Claramente, la carretera se convirtió en un brete para todos y las soluciones siguen siendo inciertas.
La ciudad de Cartago está creciendo a toda máquina, con comercios, residenciales y encima va a tener un nuevo hospital. Eso significa más carros, más congestión y, probablemente, más frustraciones para los conductores. Por eso, la preocupación de varios sectores es más que justificada: ¿realmente esta obra va a servir para algo cuando esté lista?
Y luego viene la cereza del pastel. El MOPT quiere retomar el cuarto nivel del proyecto, que sería un puente de un carril para facilitar el tránsito entre Cartago y El Guarco. Pero, ¿adivinen qué? Según Pablo Camacho, el viceministro, hacerlo sin ampliar la ruta hasta El Quijongo no tendría ningún sentido, porque solo van a estar moviendo el problema de lugar. ¡Qué sal!
El asunto del cuarto nivel es una verdadera maraña. Al principio, decidieron eliminarlo argumentando que no había presupuesto suficiente y que un supuesto estudio técnico decía que solo sería necesario dentro de quince años. Pero el Lanamme, esa institución seria, salió a defender su postura y a decir que el mismo estudio indicaba lo contrario, por motivos de futuras construcciones. ¡Un lío tremendo, diay!
La fecha de entrega definitiva de Taras-La Lima sigue siendo una incógnita. Dijeron que estaría lista a principios del 2026, pero con tanta idiopántica y bronca, quién sabe cuándo terminará este mamotreto. Ahora me pregunto, ¿crees que finalmente Taras-La Lima cumplirá su promesa de aliviar el tráfico en Cartago o estamos ante otro ejemplo de una inversión pública desviada y un sueño incumplido?