¡Ay, Dios mío! La cruda realidad golpeó fuerte a la comunidad de Piedades Sur, en San Ramón, Alajuela. Un deslizamiento de tierra arrebató la vida a una pareja de padres y a su hija, quienes vivían en una humilde morada prestada. La tragedia dejó a todos con el corazón roto, especialmente a la comunidad de la Escuela La Palma Occidente, donde la pequeña Edith Miranda Romero, la jovencita que falleció, era alumna de tercer grado. Uno no sabe qué tan rápido cambian las cosas, ayer andaba corriendo en la escuela y hoy... bueno, ya saben.
Según las autoridades y testimonios de allegados, la familia se veía afectada por las fuertes lluvias del fin de semana que causaron el deslizamiento. Vivían en una casita sencilla, cedida por el patrón de la finca donde trabajaban como agricultores, luchando día a día para salir adelante. Eran gente esforzada, laburadora, intentando darle una vida digna a sus hijos. La situación económica, pues era bien complicada, buscando cómo llegar a fin de mes, pero siempre con la frente en alto.
María de los Ángeles Mora, la directora de la Escuela La Palma Occidente, describió a Edith como “una chiquilla muy linda, siempre alegre y sonriente”. Nos contó que la madre hacía un esfuerzo titánico para llevar y traer a su hija a la escuela, un recorrido de siete kilómetros diarios, ida y vuelta. "Imagínese caminar eso todos los días", comentó la directora con visible pesar. "Era un camino muy oscuro, solitario y en las peores condiciones que uno se pueda imaginar. Pero la mamá nunca se cansaba de llevarla, quería que estudiara, que tuviera oportunidades".
Además del esfuerzo físico diario, la familia enfrentaba múltiples desafíos económicos. Vivían en condiciones precarias, dependiendo de la generosidad del dueño de la finca y del fruto de su arduo trabajo en el campo. No tenían muchas posesiones materiales, pero sí tenían mucho amor y ganas de superarse. Esa es la triste realidad de muchos campesinos en nuestro país, trabajadores incansables que apenas logran cubrir sus necesidades básicas.
María del Rocío Pérez Cubero, tesorera de la escuela y vecina de la familia, recordó con cariño la participación de Edith en actividades escolares, como el Día de la Independencia. “Estuvo como abanderada”, exclamó emocionada. “Siempre ponía su mayor empeño en todo lo que hacía. Le gustaba aprender y destacarse. Era una niña muy prometedora.” Esta situación, pues, nos hace reflexionar sobre la importancia de brindar oportunidades a nuestros niños, sin importar su origen socioeconómico.
Las autoridades de Cruz Roja confirmaron que, además de Edith y sus padres, otras tres personas fueron rescatadas con vida, aunque aún se están recopilando datos sobre ellas. Se desconocen sus relaciones familiares, aunque se presume que alguna podría ser hermana de la niña. Se han habilitado centros de atención para las afectadas, brindándoles abrigo, alimentación y asistencia psicológica. La municipalidad de San Ramón ha desplegado maquinaria pesada en la zona para remover los escombros y prevenir nuevos deslizamientos, pero la preocupación sigue latente.
Ante esta terrible tragedia, la comunidad educativa y la Asociación de Desarrollo Comunal de San Miguel de Piedades Sur han puesto en marcha una campaña de recolección de fondos y donativos para ayudar a las sobrevivientes. Se ha abierto un número de cuenta bancaria (SINPE 6125-3756 a nombre de María del Rocío Pérez Cubero) para facilitar las contribuciones. La solidaridad del pueblo costarricense se ha movilizado rápidamente ante esta emergencia, demostrando una vez más que, cuando alguien necesita, todos salimos a echarle una mano. Muchos están llevando ropa, alimentos y artículos básicos a los albergues improvisados.
Esta tragedia nos deja varias preguntas flotando en el aire. ¿Cómo es posible que, en pleno siglo XXI, sigamos teniendo familias viviendo en zonas de riesgo debido a la falta de acceso a viviendas seguras? ¿Qué medidas urgentes debemos implementar para proteger a nuestras comunidades vulnerables de los efectos devastadores de los fenómenos climáticos extremos? ¿Y cuál es la responsabilidad del Estado en garantizar el bienestar y la seguridad de todos los ciudadanos, especialmente aquellos que se encuentran en situación de pobreza?
Según las autoridades y testimonios de allegados, la familia se veía afectada por las fuertes lluvias del fin de semana que causaron el deslizamiento. Vivían en una casita sencilla, cedida por el patrón de la finca donde trabajaban como agricultores, luchando día a día para salir adelante. Eran gente esforzada, laburadora, intentando darle una vida digna a sus hijos. La situación económica, pues era bien complicada, buscando cómo llegar a fin de mes, pero siempre con la frente en alto.
María de los Ángeles Mora, la directora de la Escuela La Palma Occidente, describió a Edith como “una chiquilla muy linda, siempre alegre y sonriente”. Nos contó que la madre hacía un esfuerzo titánico para llevar y traer a su hija a la escuela, un recorrido de siete kilómetros diarios, ida y vuelta. "Imagínese caminar eso todos los días", comentó la directora con visible pesar. "Era un camino muy oscuro, solitario y en las peores condiciones que uno se pueda imaginar. Pero la mamá nunca se cansaba de llevarla, quería que estudiara, que tuviera oportunidades".
Además del esfuerzo físico diario, la familia enfrentaba múltiples desafíos económicos. Vivían en condiciones precarias, dependiendo de la generosidad del dueño de la finca y del fruto de su arduo trabajo en el campo. No tenían muchas posesiones materiales, pero sí tenían mucho amor y ganas de superarse. Esa es la triste realidad de muchos campesinos en nuestro país, trabajadores incansables que apenas logran cubrir sus necesidades básicas.
María del Rocío Pérez Cubero, tesorera de la escuela y vecina de la familia, recordó con cariño la participación de Edith en actividades escolares, como el Día de la Independencia. “Estuvo como abanderada”, exclamó emocionada. “Siempre ponía su mayor empeño en todo lo que hacía. Le gustaba aprender y destacarse. Era una niña muy prometedora.” Esta situación, pues, nos hace reflexionar sobre la importancia de brindar oportunidades a nuestros niños, sin importar su origen socioeconómico.
Las autoridades de Cruz Roja confirmaron que, además de Edith y sus padres, otras tres personas fueron rescatadas con vida, aunque aún se están recopilando datos sobre ellas. Se desconocen sus relaciones familiares, aunque se presume que alguna podría ser hermana de la niña. Se han habilitado centros de atención para las afectadas, brindándoles abrigo, alimentación y asistencia psicológica. La municipalidad de San Ramón ha desplegado maquinaria pesada en la zona para remover los escombros y prevenir nuevos deslizamientos, pero la preocupación sigue latente.
Ante esta terrible tragedia, la comunidad educativa y la Asociación de Desarrollo Comunal de San Miguel de Piedades Sur han puesto en marcha una campaña de recolección de fondos y donativos para ayudar a las sobrevivientes. Se ha abierto un número de cuenta bancaria (SINPE 6125-3756 a nombre de María del Rocío Pérez Cubero) para facilitar las contribuciones. La solidaridad del pueblo costarricense se ha movilizado rápidamente ante esta emergencia, demostrando una vez más que, cuando alguien necesita, todos salimos a echarle una mano. Muchos están llevando ropa, alimentos y artículos básicos a los albergues improvisados.
Esta tragedia nos deja varias preguntas flotando en el aire. ¿Cómo es posible que, en pleno siglo XXI, sigamos teniendo familias viviendo en zonas de riesgo debido a la falta de acceso a viviendas seguras? ¿Qué medidas urgentes debemos implementar para proteger a nuestras comunidades vulnerables de los efectos devastadores de los fenómenos climáticos extremos? ¿Y cuál es la responsabilidad del Estado en garantizar el bienestar y la seguridad de todos los ciudadanos, especialmente aquellos que se encuentran en situación de pobreza?
