¡Ay, pata! Quién iba a decir que el mae que andaba más bien raro en Intrusos, terminaba siendo jefe de información en Teletica. Pero ahí está Diego Piñar, cumpliendo 20 años en el periodismo, tirándole con toda y demostrando que la edad es solo un número, aunque dice estar 'viejo' en su última publicación. Este tipo siempre tuvo un sello único, ¿verdad?
Para quienes no estén enterados, Piñar empezó su carrera en el farandulero programa Intrusos, ese que hasta ahora muchos recuerdan como el rey indiscutible de los chismes en Costa Rica. Imagínate la experiencia que acumuló ahí, cubriendo desde fiestas a cachete de los famosos hasta escándalos que sacudieron al país. Después saltó a otros proyectos, pero siempre mantuvo esa vibra directa y sin pelos en la lengua.
En su publicación en TikTok, el comunicador no se anda por las ramas. Reconoce que no es el más sonriente del mundo – “Soy rarito”, confiesa – pero destaca que prefiere escuchar a hablar, y que busca historias que realmente importen, no solo métricas vacías. Eso sí que habla del compromiso con el oficio, diay.
"No vine a ser más que nadie", declara rotundamente. Esa frase encapsula perfectamente su filosofía: buscar la verdad, contarla sin tapujos y conectar con la gente a través del corazón. Porque para él, eso es lo que realmente vale la pena en este brete del periodismo. Olvídate de poses y apariencias, Piñar va tras la esencia.
Pero la reflexión de Piñar va más allá de simplemente contar historias. Habla de entrenar el alma, de escapar del confort barato y de abrazar la locura con sentido de servicio. Es un llamado a todos aquellos que nos dedicamos a comunicar, a recordarnos que nuestra responsabilidad es mover al que te ve, te lee o te escucha, y que eso solo se logra con conciencia, calle y compasión. ¡Un discurso pa' ponerle barba al tigre!
Y no olvidemos mencionar el agradecimiento a sus maestros, a esa 'escuela vieja' que le enseñó a pensar mucho y a ser un crítico cruel, aunque reconoce que todavía no ha soltado a ese personaje interno. Ese perfeccionamiento constante es lo que mantiene a Piñar fresco y relevante en un medio que cambia a mil por hora. Él sabe que el aprendizaje nunca termina, y eso es precisamente lo que lo hace grande.
Con 20 años a cuestas, Piñar comparte una humildad refrescante. Admite que se tropieza, que come polvo, pero se levanta dispuesto a empezar de nuevo. Esa resiliencia, combinada con su pasión por contar historias reales y su capacidad para conectar con la gente, lo han convertido en un ícono del periodismo costarricense. Un ejemplo de cómo mantenerse fiel a tus principios, incluso cuando el camino se pone difícil.
Así que ya saben, compañeros del Foro. ¿Ustedes creen que el periodismo moderno, con todas sus redes sociales y formatos efímeros, está perdiendo esa conexión humana y esa búsqueda de la verdad profunda que defendió Piñar durante estas dos décadas? ¿Se les ocurre algún otro periodista tico que haya mantenido esa integridad y pasión por contar historias reales a pesar de los desafíos?
Para quienes no estén enterados, Piñar empezó su carrera en el farandulero programa Intrusos, ese que hasta ahora muchos recuerdan como el rey indiscutible de los chismes en Costa Rica. Imagínate la experiencia que acumuló ahí, cubriendo desde fiestas a cachete de los famosos hasta escándalos que sacudieron al país. Después saltó a otros proyectos, pero siempre mantuvo esa vibra directa y sin pelos en la lengua.
En su publicación en TikTok, el comunicador no se anda por las ramas. Reconoce que no es el más sonriente del mundo – “Soy rarito”, confiesa – pero destaca que prefiere escuchar a hablar, y que busca historias que realmente importen, no solo métricas vacías. Eso sí que habla del compromiso con el oficio, diay.
"No vine a ser más que nadie", declara rotundamente. Esa frase encapsula perfectamente su filosofía: buscar la verdad, contarla sin tapujos y conectar con la gente a través del corazón. Porque para él, eso es lo que realmente vale la pena en este brete del periodismo. Olvídate de poses y apariencias, Piñar va tras la esencia.
Pero la reflexión de Piñar va más allá de simplemente contar historias. Habla de entrenar el alma, de escapar del confort barato y de abrazar la locura con sentido de servicio. Es un llamado a todos aquellos que nos dedicamos a comunicar, a recordarnos que nuestra responsabilidad es mover al que te ve, te lee o te escucha, y que eso solo se logra con conciencia, calle y compasión. ¡Un discurso pa' ponerle barba al tigre!
Y no olvidemos mencionar el agradecimiento a sus maestros, a esa 'escuela vieja' que le enseñó a pensar mucho y a ser un crítico cruel, aunque reconoce que todavía no ha soltado a ese personaje interno. Ese perfeccionamiento constante es lo que mantiene a Piñar fresco y relevante en un medio que cambia a mil por hora. Él sabe que el aprendizaje nunca termina, y eso es precisamente lo que lo hace grande.
Con 20 años a cuestas, Piñar comparte una humildad refrescante. Admite que se tropieza, que come polvo, pero se levanta dispuesto a empezar de nuevo. Esa resiliencia, combinada con su pasión por contar historias reales y su capacidad para conectar con la gente, lo han convertido en un ícono del periodismo costarricense. Un ejemplo de cómo mantenerse fiel a tus principios, incluso cuando el camino se pone difícil.
Así que ya saben, compañeros del Foro. ¿Ustedes creen que el periodismo moderno, con todas sus redes sociales y formatos efímeros, está perdiendo esa conexión humana y esa búsqueda de la verdad profunda que defendió Piñar durante estas dos décadas? ¿Se les ocurre algún otro periodista tico que haya mantenido esa integridad y pasión por contar historias reales a pesar de los desafíos?
