¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez con el PANI metido en un brete monumental. Resulta que el Ministerio de Salud, con toda la razón del mundo, les ha puesto el turbo a la mudanza que llevaban planeando desde… ¡el 2018! Sí, doña, desde el 2018. Parece mentira, ¿verdad?
La cosa es que después de una inspección técnica y unas denuncias internas que calentaron la olla, mandaron una orden sanitaria pa’ quitarles el polvo a las oficinas centrales en Barrio Luján. Parece que el edificio, según los expertos, ya no cumple ni con los requisitos básicos de seguridad. Imagínate, ¡riesgo sísmico y todo! Y nosotros acá pensando que la infancia iba segura, ¡qué tremenda torta!
Según el PANI, ya les habían avisado antes –en agosto del año pasado– que debían arreglar algunas cositas, pero nunca dijeron que tenían que sacar todo el tingo. Ahora, parece que los obligaron a hacer la mudanza express, como si fuera un jueguito. La verdad, me da pena por el personal, porque seguro andan corriendo como polluelos sin cabeza tratando de acomodar todo.
Y para colmo, al parecer, no tendrán una sede fija, sino que van a dispersar los departamentos en diferentes lugares: el MICITT, el INS, y hasta alguna dependencia regional. ¡Imagínate la logística! Con tantos niños y niñas dependiendo de sus servicios, esto es un verdadero desafío. Ni hablar de los trámites, que seguramente se van a demorar más de lo normal, ¡qué sal!
Lo peor de todo es que esto demuestra una falta de planificación histórica. Desde el 2018 sabían que necesitaban mejorar las instalaciones, pero bueno, ya sabemos cómo son las cosas por acá… todo queda postergado hasta que ocurre una crisis. Y claro, cuando hay crisis, nadie quiere asumir la responsabilidad. ¡Qué carga!
El Sindicato de Empleados del PANI, SEPI, obviamente está respaldando la decisión del Ministerio de Salud. Ellos llevan tiempo advirtiendo sobre los riesgos en las oficinas centrales, así que no se pueden echar para atrás. Al final, lo importante es proteger a los trabajadores y a los niños, aunque eso signifique batallar un poco.
Ahora, hablando de batallas, los informes técnicos revelaron cosas alarmantes: fallas de seguridad humana, riesgos de incendio, materiales de construcción deficientes... ¡Una barbaridad! Dicen que en algunos edificios había hasta 17 fallas críticas. Esto confirma lo que muchos sospechábamos: que el PANI llevaba mucho tiempo funcionando con parche y con remedios caseros. ¡Qué despiche!
En fin, este nuevo capítulo en la historia del PANI nos deja varias preguntas abiertas. ¿Cómo se va a garantizar la continuidad de los servicios con tanta dispersión? ¿Quién asumirá la responsabilidad por esta demora en la mudanza? Y lo más importante, ¿cuándo podremos estar seguros de que la infancia costarricense cuenta con instalaciones dignas y seguras? ¿Ustedes creen que el PANI podrá salir adelante con esta situación caótica o deberíamos esperar otro escándalo para que las cosas cambien?
La cosa es que después de una inspección técnica y unas denuncias internas que calentaron la olla, mandaron una orden sanitaria pa’ quitarles el polvo a las oficinas centrales en Barrio Luján. Parece que el edificio, según los expertos, ya no cumple ni con los requisitos básicos de seguridad. Imagínate, ¡riesgo sísmico y todo! Y nosotros acá pensando que la infancia iba segura, ¡qué tremenda torta!
Según el PANI, ya les habían avisado antes –en agosto del año pasado– que debían arreglar algunas cositas, pero nunca dijeron que tenían que sacar todo el tingo. Ahora, parece que los obligaron a hacer la mudanza express, como si fuera un jueguito. La verdad, me da pena por el personal, porque seguro andan corriendo como polluelos sin cabeza tratando de acomodar todo.
Y para colmo, al parecer, no tendrán una sede fija, sino que van a dispersar los departamentos en diferentes lugares: el MICITT, el INS, y hasta alguna dependencia regional. ¡Imagínate la logística! Con tantos niños y niñas dependiendo de sus servicios, esto es un verdadero desafío. Ni hablar de los trámites, que seguramente se van a demorar más de lo normal, ¡qué sal!
Lo peor de todo es que esto demuestra una falta de planificación histórica. Desde el 2018 sabían que necesitaban mejorar las instalaciones, pero bueno, ya sabemos cómo son las cosas por acá… todo queda postergado hasta que ocurre una crisis. Y claro, cuando hay crisis, nadie quiere asumir la responsabilidad. ¡Qué carga!
El Sindicato de Empleados del PANI, SEPI, obviamente está respaldando la decisión del Ministerio de Salud. Ellos llevan tiempo advirtiendo sobre los riesgos en las oficinas centrales, así que no se pueden echar para atrás. Al final, lo importante es proteger a los trabajadores y a los niños, aunque eso signifique batallar un poco.
Ahora, hablando de batallas, los informes técnicos revelaron cosas alarmantes: fallas de seguridad humana, riesgos de incendio, materiales de construcción deficientes... ¡Una barbaridad! Dicen que en algunos edificios había hasta 17 fallas críticas. Esto confirma lo que muchos sospechábamos: que el PANI llevaba mucho tiempo funcionando con parche y con remedios caseros. ¡Qué despiche!
En fin, este nuevo capítulo en la historia del PANI nos deja varias preguntas abiertas. ¿Cómo se va a garantizar la continuidad de los servicios con tanta dispersión? ¿Quién asumirá la responsabilidad por esta demora en la mudanza? Y lo más importante, ¿cuándo podremos estar seguros de que la infancia costarricense cuenta con instalaciones dignas y seguras? ¿Ustedes creen que el PANI podrá salir adelante con esta situación caótica o deberíamos esperar otro escándalo para que las cosas cambien?