¡Ay, Dios mío! Esto del caso Zúñiga se pone más raro que gallo en poncho. El exdirector del OIJ, Randall Zúñiga, salió a toda máquina acusando de corrupción a gente del gobierno, alegando que intentaron sobornarlo para que pusiera una denuncia falsa en su contra. ¡Imagínate la bronca! Justo cuando pensábamos que el brete estaba medio calmado, se prende fuego de nuevo.
La movida, según cuenta Zúñiga, pasó en Turrialba, donde una dama fue abordada por unos tipos que andaban ofreciéndole billetes a cambio de inventar una historia de violación. Él filtró un audio donde explica la jugada, asegurando que esto es parte de una campaña política para sacarlo del ojo público. ¡Tremendo churro!
Como bien saben, Zúñiga lleva suspendido por quince días tras unas denuncias bastante fuertes, y ahora sale con esta bomba. El abogado, Federico Campos, ha dicho que tienen pruebas que van a presentar para demostrar su inocencia, pero hasta ahora, todo parece un circo mediático. Y ni hablar de la Fiscalía de Género, que anda lidiando con esto con más cuidado que iguana en carretera caliente.
La cosa es que los tres casos presentados contra Zúñiga – uno en Corredores, otro en Cartago y uno en Goicoechea – se han acumulado en una sola causa, así que todos los procesos van a ir juntos. La Fiscalía busca aclarar qué pasó realmente, recabando evidencias y entrevistando a las partes involucradas. Están revisando soportes electrónicos y documentos, buscando algún detalle que confirme o desmienta las acusaciones.
Pero claro, entre tanto papeleo y testimonios, Zúñiga no se queda callado. Sigue insistiendo en que todo esto es un complot orquestado por sus enemigos políticos. Dice que le niegan el acceso al expediente y que se le está juzgando sin darle oportunidad de defenderse. ¡Un quilombo!, la verdad. Parece sacado de novela, pero pasando en la vida real.
Lo que más preocupa es cómo esta situación afecta la imagen del OIJ y del sistema judicial en general. Se cuestiona la imparcialidad de la investigación y se levantan sospechas de influencias externas. El país entero está pegado al teléfono esperando saber qué va a pasar con este caso, que ya se convirtió en tema candente nacional. Michael Soto asumió temporalmente la dirección del OIJ hace unos días, tratando de mantener la calma en medio del vendaval.
Y ahora, con estas nuevas revelaciones, la incertidumbre aumenta aún más. ¿Será cierto lo que dice Zúñiga sobre los ‘personeros del gobierno’? ¿O simplemente está buscando excusas para evadir la justicia? ¿Estamos frente a un caso de corrupción rampante o a un show mediático para distraer la atención pública?
Este caso nos deja pensando: ¿hasta dónde llega la influencia política en el sistema judicial costarricense? ¿Cómo podemos garantizar la transparencia y la imparcialidad de las investigaciones cuando hay intereses creados de por medio? ¡Diganme qué piensan ustedes, compas! ¿Creen que Zúñiga está diciendo la verdad o está tratando de salvar su pellejo?
La movida, según cuenta Zúñiga, pasó en Turrialba, donde una dama fue abordada por unos tipos que andaban ofreciéndole billetes a cambio de inventar una historia de violación. Él filtró un audio donde explica la jugada, asegurando que esto es parte de una campaña política para sacarlo del ojo público. ¡Tremendo churro!
Como bien saben, Zúñiga lleva suspendido por quince días tras unas denuncias bastante fuertes, y ahora sale con esta bomba. El abogado, Federico Campos, ha dicho que tienen pruebas que van a presentar para demostrar su inocencia, pero hasta ahora, todo parece un circo mediático. Y ni hablar de la Fiscalía de Género, que anda lidiando con esto con más cuidado que iguana en carretera caliente.
La cosa es que los tres casos presentados contra Zúñiga – uno en Corredores, otro en Cartago y uno en Goicoechea – se han acumulado en una sola causa, así que todos los procesos van a ir juntos. La Fiscalía busca aclarar qué pasó realmente, recabando evidencias y entrevistando a las partes involucradas. Están revisando soportes electrónicos y documentos, buscando algún detalle que confirme o desmienta las acusaciones.
Pero claro, entre tanto papeleo y testimonios, Zúñiga no se queda callado. Sigue insistiendo en que todo esto es un complot orquestado por sus enemigos políticos. Dice que le niegan el acceso al expediente y que se le está juzgando sin darle oportunidad de defenderse. ¡Un quilombo!, la verdad. Parece sacado de novela, pero pasando en la vida real.
Lo que más preocupa es cómo esta situación afecta la imagen del OIJ y del sistema judicial en general. Se cuestiona la imparcialidad de la investigación y se levantan sospechas de influencias externas. El país entero está pegado al teléfono esperando saber qué va a pasar con este caso, que ya se convirtió en tema candente nacional. Michael Soto asumió temporalmente la dirección del OIJ hace unos días, tratando de mantener la calma en medio del vendaval.
Y ahora, con estas nuevas revelaciones, la incertidumbre aumenta aún más. ¿Será cierto lo que dice Zúñiga sobre los ‘personeros del gobierno’? ¿O simplemente está buscando excusas para evadir la justicia? ¿Estamos frente a un caso de corrupción rampante o a un show mediático para distraer la atención pública?
Este caso nos deja pensando: ¿hasta dónde llega la influencia política en el sistema judicial costarricense? ¿Cómo podemos garantizar la transparencia y la imparcialidad de las investigaciones cuando hay intereses creados de por medio? ¡Diganme qué piensan ustedes, compas! ¿Creen que Zúñiga está diciendo la verdad o está tratando de salvar su pellejo?