En efecto, un grupo de psicólogos de la Universidad de Notre Dame presentó en la 120a. Convención Anual de la Asociación Americana de Psicología un informe que establece que la mentira puede generar tensión, dolor de cabeza e irritación de garganta. Para llegar a estas conclusiones, se trabajó con 110 voluntarios de entre 18 y 71 años, a los cuales dividieron en dos grupos: a uno se le indicó procurar decir la verdad, mientras que el otro no sabía nada y podía actuar con libertad.
Luego de diez semanas de vigilancia médica y de control con detector de mentiras, los investigadores observaron diferencias significativas entre el grupo de los sinceros y el de los mentirosos.
“Analizando los parámetros en el laboratorio, comprobamos que las personas que reducían su tendencia a mentir estaban más sanas que aquellas que no”, afirmó la autora de la investigación, Anita Nelly.Asimismo, los honestos afirmaron que las relaciones con sus amigos y colegas mejoraron cuando dejaron dar falsas excusas.De hecho, este mismo estudio reveló que la mayoría de las mentiras cotidianas son para dar falsas excusas como el retraso en una cita o el incumplimiento de tareas, y que si bien pueden ser inofensivas suelen provocar dolores de cabeza.
Para sustentar el estudio, el Dr. Bryan Bruno, Director del departamento de psiquiatría del hospital de Lenox Hill, sostuvo que “mentir produce mucho estrés en las personas, lo que contribuye a generar ansiedad y depresión”.“Mentir menos no sólo es bueno para la relaciones, sino también para uno mismo, ya que podemos reconocer el devastador impacto de las mentiras en las relaciones, pero es más difícil que nos demos cuenta hasta qué punto puede causar mucha tensión interna”, agregó el experto.
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