Parte 14
Dice la Ley de Murphy que cuando algo sale mal, puede salir peor, muchísimo peor.
Aún con el sobre el mis manos me levanté del sofá, caminé hasta la cocina, debia tomar un poco de agua, mis piernas temblaban, obvio seguía avergonzado y golpeado, pero emocionado de que seria papá.
La presión de todo lo que estaba viviendo se apoderaba más de mi, debía controlar mi nivel de estrés y en el minibar tenia un escoces Glenlivet que la misma Gabriela me había obsequiado para la navidad del 2019, aún tenia su sello de seguridad; serví el primer trago, un doble en las rocas, sentado a la mesa con la compañía de esa botella. Ese primer trago con el sabor dulce de un buen blended me recordó al primer encuentro con Gabriela. Ese día, hace ya casi 6 años, estaba algo inseguro, Gaby es una mujer hermosa, que en primera me había rechazado pero ahora tenia la oportunidad de tener sexo con ella solo una vez y desaparecer, nunca imaginaria que 6 años después estaría esperando un hijo mío, aquella noche fría de sábado corría el mes de diciembre, estaba vestido para la ocasión espere a Gabriela fuera de su apartamento, cuando salió lucia sencillamente hermosa, con un vestido negro con escote pronunciado compuesto por dos cintas que tapaban sus pechos y un cinturón dorado, se había puesto unas zapatillas beige que dejaban ver los dedos de sus pies que causaban la excitación que causa la simple higiene corporal.
Después de cenar e ir al mirador en un restaurante en las montañas de Heredia, llegamos a su apartamento y después de unos besos en el carro entramos en su pieza, le arranque su vestido, dejando al descubierto sus pechos, mis ojos brillaban al ver ese par de manjares por primera vez, lamí cada parte de sus tetas y con más cariño sus pezones grandes y rosados, mi mano derecha estaba masturbando su clitoris sobre el calzón, metia mis dedos en su vagina para luego llevarlos a mi boca y probar por primera vez el sabor de su deliciosa vulva, quite por completo su vestido, quedó en su ropa interior tipo hilo negro, se veía tan comible que la deje con su ropa interior y sus tacones, corrí su hilo para lamer su vagina, mi banquete, ella me tomó por mi cabello y me dirigió de espaldas a su cama, quitó mi camisa y mi cinturón, mordía mi verga por encima del pantalón y veía a mis ojos mientas lo hacia...
- uy hay algo bien grande aquí escondido...
- sácalo y lo verás... le contesté ya evitando con todas mis fuerzas de embestirla.
Soltó el broche de mi pantalon y metió su mano en él, saco mi pene que ya estaba totalmente erecto, sus labios pintados con labial rosado daban pequeños besos en la punta de mi glande y pasaba la punta de su lengua por la cabeza de mi pene; después de un oral mutuo hicimos el amor como si nos conociéramos de toda la vida.
El hielo en mi whisky ya estaba derretido, las memorias que tenia de cada momento sexual y afectivo con mi esposa eran tantas que podía terminar la botella ahí mismo, cosa que claramente hice. Cerca de las 8 p.m., entro un mensaje a mi teléfono, ese mensaje contenía un emoji de un corazón y una leyenda que decía "estoy sola", la destinataria tan irritable e indeseada, Adriana.
Sentí en ese momento el odio mas exacerbado, pero, dentro de mi ecuanimidad y conciencia sabia que estaba ebrio, por lo que solo contesté con un "ok" y por supuesto borré la conversación, sin embargo, Adriana no se rendiría sin pelear, volvió a enviarme un mensaje que contenía una fotografía, en la imagen se retrataba su rostro y acostada sobre la cama, al parecer estaba desnuda y sus clavículas hacían notar esto; no quería ni verla, sentía tanto rencor que solo borré nuevamente la conversación, minutos después de dejarla en vista terminó su asedio con un "vendrás tarde o temprano" y un emoji lanzando un beso.
Rondaban las 10 p.m. y mi organismo repleto de alcohol no pudo más, volví a quedar dormido sobre ese sofá.
El domingo por la mañana la resaca era insoportable, no soy un hombre acostumbrado a consumir licor en grandes cantidades; debía salir a desayunar, no tenía la voluntad para hacerlo, pero, no había de otra, así que me bañé y alisté a como pude y salí a sobrevivir solo ese domingo.
Cerca de medio día un nuevo mensaje entró a mi teléfono, era Gabriela, su misiva decía "a las 4 p.m. en Linconl, sea puntual".
Corrí al apartamento, debía quitar de alguna forma el olor a alcohol que literalmente transpiraba, esta vez debía hacerlo bien.
Al ser las 5 p.m. llegue a la explanada de ese centro comercial, Gabriela estaba esperando ahi, la vi, ella no me había visto, vestía un pantalon jeans azul oscuro y una blusa básica Blanca con detalles en rojo, zapatos teni blancas y una chaqueta negra de cuero que en algún momento le vi a su mejor amiga, por lo que supe que pasó la noche del sábado ahi. Estacione un momento para tomar fuerzas y enfrentarme a ella, la veía a unos metros de mi, por Dios que bella es mi esposa, robando miradas de hombres y envidia de mujeres, sin mucho que pensar me acerque a ella, abrió la puerta del vehículo y entró, enseguida le traté de besar y ella se negó, era obvio que no era el mejor momento para hacerlo,
- tienes hambre? *le pregunté.
- no...... estaba tomando?
- si un par de whiskys.
- un par?? Apestas a güaro... bueno vamos a otro lugar.
Nos dirigimos a zona verde poco concurrida cerca de ese centro comercial, al estacionarme Gabriela saco de su bolso un cajetilla de cigarros, saco uno y lo prendió, inmediatamente se lo quité
- quiero que mi hijo nazca sano, fumar por ahora no.
- con todo esto, no se que me hace más daño.
El silencio se apoderó de nosotros por unos segundos, rompi ese incómodo momento diciendole
- estoy aquí porque te amo y porque me equivoque y quiero arreglar las cosas, no escucharás otra cosa que no sea la verdad.
- me lo juras? *dijo Gabriela con una lágrima en sus ojos.
- por nuestros hijo. *conteste inmediatamente.
....
- tuviste sexo con ella?
....
- Sí.
Los ojitos de los cuales me habia enamorado estaban convirtiendose en cristales de agua a punto de estallar.
- cuantas veces?
- no lo sé, no las conté...
- cuantas?
- 5, 6 veces quizás.
Entre sollozos y lágrimas soltó la pregunta que me hice a mí mismo tantas veces.
- porque me haces esto Óscar?
No tenia respuesta para esto, - ni yo lo sé amor, simplemente pasó, *dije con mi alma destrozada.
El interrogatorio siguió por al menos una hora más,
- no me pidas que confíe en ti Oscar, pasará mucho tiempo antes de eso.
- yo lo sé mi amor, no lo pretendo, solo que me des otra oportunidad.
Mientras sonaba en el radio One more night interpretada por Phil Collins, extendi mi mano poniendo la Palma hacia arriba invitando a tomarmela entrelazando los dedos, ella puso su mano sobre la mía, acerque mi rostro al suyo y nos besamos, ese beso, fue el beso más rico que jamás allá dado, volvimos a nuestra casa y dormimos juntos, como lo hacen los amantes, los verdaderos amantes.
El lunes en la mañana, con el ambiente aún pesado por lo vivido el fin de semana, deje a Gabriela en su trabajo, posteriormente fui al mío, afortunadamente la recepción estaba sola por lo que cómodamente subí a mi oficina, ingrese, coloque mi bolso en una silla en el rincón, sobre mi escritorio había una cajita de lapiceros envuelta en un papel tipo china color rojo, lo tomé y desenvolví, tenia un trozo de papel de cuaderno con la leyenda "felicidades", la caja portaba una prueba de embarazo casera, de las que se compran en cualquier supermercado, su resultado era POSITIVO.
El mundo me volvió a caer encima.