¡Ay, Dios mío! Parece que nos dieron un sopapo pa'l cerito. Costa Rica se quedó sin vuelos directos a Brasil y Puerto Rico, y esto no pinta bien para el turismo, mi pana. Dos aerolíneas, Avianca y Gol, decidieron tirar la toalla a partir de octubre y noviembre, dejándonos desconectados de esos mercados, ¿eh?
La verdad es que esto no cayó abogao. Desde el ICT nos dicen que las aerolíneas tomaron sus propias decisiones, basadas en “criterios comerciales”. Como si fuera sorpresa, ¿verdad? Pero la directora de Canatur, Shirley Calvo, no se anduvo con rodeos: “Un retroceso en nuestros esfuerzos por diversificar el turismo”. ¡Digo, ni modo! Nos costó un brete construir esa imagen turística, y ahora esto.
Y ojo, porque la ruta directa a Sao Paulo, recién estrenada en noviembre del año pasado, había sido clave para traer brazucas a nuestras playas y volcanes. De hecho, ¡el número de turistas brasileños creció un 26,5%! Entre enero y agosto de este año, recibimos casi 16 mil visitantes de allá, comparado con poco más de 13 mil el año anterior. Se veía prometedor, ¿quién iba a decir que se iría al traste tan rápido?
El ministro de Turismo, William Rodríguez, intentaba ponerle pausa al asunto: “Entendemos que las aerolíneas evalúan rentabilidad, flota y redes globales”. Sí, claro, siempre la plata es el factor determinante, ¿no manches? Pero reconoce que “cada conexión es valiosa” y que siguen buscando nuevas rutas. Esperemos que no se jalen una torta tratando de recuperar lo perdido.
La bronca es que perder estas conexiones no solo afecta al turismo, también a los negocios y al intercambio cultural. Imagínate, tener que hacer escalas, perder tiempo y dinero… ¡qué lata! Antes podías volar directo a São Paulo a echar unas risas y probar un pão de queijo, y ahora tendrás que buscar otra alternativa. Un verdadero chunche.
Muchos se preguntan qué pasó, ¿por qué decidieron cortar estas rutas? Algunos murmuran sobre problemas de demanda, otros sobre costos operativos elevados. Lo cierto es que hay preocupación en el sector turístico, y razones de sobra. Habíamos puesto tanto empeño en abrirnos a nuevos mercados, en mostrarle al mundo lo chiva que es Costa Rica, y ahora esto…
Ahora toca ponerse a trabajar duro, buscar alternativas, negociar con otras aerolíneas, reinventarse. Necesitamos ser más creativos que nunca para compensar esta pérdida. Quizás se podría pensar en incentivos fiscales para las aerolíneas que estén dispuestas a cubrir estas rutas, o explorar alianzas estratégicas con otras naciones latinoamericanas. Hay que echarle ganas, porque el futuro del turismo nacional está en juego, diay.
Esta situación nos obliga a reflexionar sobre nuestra dependencia de las aerolíneas extranjeras y la necesidad de fortalecer nuestro propio transporte aéreo. ¿Será que ya es hora de considerar seriamente invertir en una aerolínea nacional que nos represente y nos garantice la conectividad que necesitamos? ¿Cuál creen ustedes sería la solución más efectiva para recuperar estas conexiones perdidas y asegurar el futuro del turismo costarricense?
La verdad es que esto no cayó abogao. Desde el ICT nos dicen que las aerolíneas tomaron sus propias decisiones, basadas en “criterios comerciales”. Como si fuera sorpresa, ¿verdad? Pero la directora de Canatur, Shirley Calvo, no se anduvo con rodeos: “Un retroceso en nuestros esfuerzos por diversificar el turismo”. ¡Digo, ni modo! Nos costó un brete construir esa imagen turística, y ahora esto.
Y ojo, porque la ruta directa a Sao Paulo, recién estrenada en noviembre del año pasado, había sido clave para traer brazucas a nuestras playas y volcanes. De hecho, ¡el número de turistas brasileños creció un 26,5%! Entre enero y agosto de este año, recibimos casi 16 mil visitantes de allá, comparado con poco más de 13 mil el año anterior. Se veía prometedor, ¿quién iba a decir que se iría al traste tan rápido?
El ministro de Turismo, William Rodríguez, intentaba ponerle pausa al asunto: “Entendemos que las aerolíneas evalúan rentabilidad, flota y redes globales”. Sí, claro, siempre la plata es el factor determinante, ¿no manches? Pero reconoce que “cada conexión es valiosa” y que siguen buscando nuevas rutas. Esperemos que no se jalen una torta tratando de recuperar lo perdido.
La bronca es que perder estas conexiones no solo afecta al turismo, también a los negocios y al intercambio cultural. Imagínate, tener que hacer escalas, perder tiempo y dinero… ¡qué lata! Antes podías volar directo a São Paulo a echar unas risas y probar un pão de queijo, y ahora tendrás que buscar otra alternativa. Un verdadero chunche.
Muchos se preguntan qué pasó, ¿por qué decidieron cortar estas rutas? Algunos murmuran sobre problemas de demanda, otros sobre costos operativos elevados. Lo cierto es que hay preocupación en el sector turístico, y razones de sobra. Habíamos puesto tanto empeño en abrirnos a nuevos mercados, en mostrarle al mundo lo chiva que es Costa Rica, y ahora esto…
Ahora toca ponerse a trabajar duro, buscar alternativas, negociar con otras aerolíneas, reinventarse. Necesitamos ser más creativos que nunca para compensar esta pérdida. Quizás se podría pensar en incentivos fiscales para las aerolíneas que estén dispuestas a cubrir estas rutas, o explorar alianzas estratégicas con otras naciones latinoamericanas. Hay que echarle ganas, porque el futuro del turismo nacional está en juego, diay.
Esta situación nos obliga a reflexionar sobre nuestra dependencia de las aerolíneas extranjeras y la necesidad de fortalecer nuestro propio transporte aéreo. ¿Será que ya es hora de considerar seriamente invertir en una aerolínea nacional que nos represente y nos garantice la conectividad que necesitamos? ¿Cuál creen ustedes sería la solución más efectiva para recuperar estas conexiones perdidas y asegurar el futuro del turismo costarricense?