¡Ay, Dios mío, qué vaina!
Imagínate la movida: un guarda de seguridad, donado casi 20 años a cuidar propiedades, pensando que iba a llevarse unos buenos billetes extras luego de renunciar. Pues resulta que la cosa no salió como esperaba. Después de una batalla judicial que parecía novela, la Sala Segunda de la Corte Suprema de Justicia le dio la razón a las empresas y le dijo 'chao' al sueño de recibir esos ¢25 millones que tanto ansiaba.
Todo comenzó porque el señor, cansado de chambear y viendo que no le estaban cuadrando las cuentas del aguinaldo y las horas extras, decidió meter un pleito en contra de las empresas para las que había laburado desde el 2014 hasta el 2019. En primera instancia, el juez le dio la razón, diciéndole que merecía esa recompensa por todos esos años de sacrificio… bueno, más o menos sacrificios, considerando que se trataba de un guarda, eh.
Pero claro, las empresas no se quedaron quietas. Decidieron subir el caso a la Sala Segunda, donde presentaron pruebas y argumentos sólidos, asegurando que el señor no era precisamente un vigilante al que le ponen rondas y controles, sino más bien un ‘dormilón’, uno de esos que se sientan a descansar mientras la propiedad está segura. Y ahí es donde la cosa cambió totalmente, mi pana.
Según el artículo 143 del Código de Trabajo, existen ciertas profesiones que no están sujetas a las mismas restricciones de horario que otros trabajadores. Entre ellas, están los gerentes, administradores, apoderados y, ojo aquí, también los ‘guardas dormilones’. Estos últimos, por su propia naturaleza, pueden ‘dormitar’ durante su turno, siempre y cuando el lugar esté seguro y ellos asuman la responsabilidad de cualquier problema que pueda surgir, ¿me entiendes?
Los magistrados, revisando el caso a fondo – y pa' eso sí lo revisaron, créeme– determinaron que la clave estaba en cómo se definía el rol del trabajador. Las empresas argumentaron, y la sala apoyó, que el señor no estaba realizando las funciones típicas de un guarda vigilante, sino que simplemente debía llamar a la central cada seis horas para reportar que todo estaba bien. Ni rondas, ni registros, ni armas... ¡Nada de eso! Era más bien un mero espectador, diay.
Y como si fuera poco, la corte también decretó que el ex-trabajador deberá asumir las costas del proceso, que ascienden a un 15% del monto original que pretendía cobrar. ¡Imagínate el golpe! Ahora, además de no obtener lo que quería, tendrá que soltar más lana. A esto nadie quiere enfrentarlo, ¡qué torta!
Después de analizar todos los testimonios y pruebas presentadas, incluyendo las declaraciones de otros trabajadores y de la gerente de recursos humanos de una de las empresas, la Sala llegó a la conclusión de que se habían confundido los términos. Según ellos, el juzgado laboral no valoró correctamente las evidencias y se dejó llevar por una interpretación errónea del rol del trabajador. No es fácil ganarle a la ley cuando las cosas no te salen como querías, ¿eh?
Ahora me pregunto, ¿crees tú que la definición de 'guarda dormilón' es clara y justa en nuestro código laboral, o debería haber más regulación para proteger los derechos de estos trabajadores que, aunque tengan la tarea de vigilar, muchas veces terminan siendo invisibles? ¡Déjame tu opinión en los comentarios!
Imagínate la movida: un guarda de seguridad, donado casi 20 años a cuidar propiedades, pensando que iba a llevarse unos buenos billetes extras luego de renunciar. Pues resulta que la cosa no salió como esperaba. Después de una batalla judicial que parecía novela, la Sala Segunda de la Corte Suprema de Justicia le dio la razón a las empresas y le dijo 'chao' al sueño de recibir esos ¢25 millones que tanto ansiaba.
Todo comenzó porque el señor, cansado de chambear y viendo que no le estaban cuadrando las cuentas del aguinaldo y las horas extras, decidió meter un pleito en contra de las empresas para las que había laburado desde el 2014 hasta el 2019. En primera instancia, el juez le dio la razón, diciéndole que merecía esa recompensa por todos esos años de sacrificio… bueno, más o menos sacrificios, considerando que se trataba de un guarda, eh.
Pero claro, las empresas no se quedaron quietas. Decidieron subir el caso a la Sala Segunda, donde presentaron pruebas y argumentos sólidos, asegurando que el señor no era precisamente un vigilante al que le ponen rondas y controles, sino más bien un ‘dormilón’, uno de esos que se sientan a descansar mientras la propiedad está segura. Y ahí es donde la cosa cambió totalmente, mi pana.
Según el artículo 143 del Código de Trabajo, existen ciertas profesiones que no están sujetas a las mismas restricciones de horario que otros trabajadores. Entre ellas, están los gerentes, administradores, apoderados y, ojo aquí, también los ‘guardas dormilones’. Estos últimos, por su propia naturaleza, pueden ‘dormitar’ durante su turno, siempre y cuando el lugar esté seguro y ellos asuman la responsabilidad de cualquier problema que pueda surgir, ¿me entiendes?
Los magistrados, revisando el caso a fondo – y pa' eso sí lo revisaron, créeme– determinaron que la clave estaba en cómo se definía el rol del trabajador. Las empresas argumentaron, y la sala apoyó, que el señor no estaba realizando las funciones típicas de un guarda vigilante, sino que simplemente debía llamar a la central cada seis horas para reportar que todo estaba bien. Ni rondas, ni registros, ni armas... ¡Nada de eso! Era más bien un mero espectador, diay.
Y como si fuera poco, la corte también decretó que el ex-trabajador deberá asumir las costas del proceso, que ascienden a un 15% del monto original que pretendía cobrar. ¡Imagínate el golpe! Ahora, además de no obtener lo que quería, tendrá que soltar más lana. A esto nadie quiere enfrentarlo, ¡qué torta!
Después de analizar todos los testimonios y pruebas presentadas, incluyendo las declaraciones de otros trabajadores y de la gerente de recursos humanos de una de las empresas, la Sala llegó a la conclusión de que se habían confundido los términos. Según ellos, el juzgado laboral no valoró correctamente las evidencias y se dejó llevar por una interpretación errónea del rol del trabajador. No es fácil ganarle a la ley cuando las cosas no te salen como querías, ¿eh?
Ahora me pregunto, ¿crees tú que la definición de 'guarda dormilón' es clara y justa en nuestro código laboral, o debería haber más regulación para proteger los derechos de estos trabajadores que, aunque tengan la tarea de vigilar, muchas veces terminan siendo invisibles? ¡Déjame tu opinión en los comentarios!