¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez, hablando de deudas y presupuestos que parecen sacados de otro planeta. Resulta que la Contraloría, con doña Marta Acosta al mando, nos acaba de soltar una bomba: tenemos que empezar a ponerle orden a la billetera porque los pagos de la deuda vienen con paso firme en 2025 y los años siguientes. Ya saben, esos compromisos que hicimos hace tiempo y que ahora nos empiezan a pesar como una vaca en apuro.
Según le explicaron a los diputados en la Comisión de Asuntos Hacendarios, la cosa está más apretada de lo que parece. Parece que el reciente préstamo del BCIE, unos buenos $290 millones – que sí, ayudan un poquito – no son la solución mágica para todos nuestros males fiscales. Doña Marta fue bien clara: “Los apoyos presupuestarios son bacanes, pero no resuelven el problema de raíz”. Y vaya que tiene razón, la plata se va rapidito y necesitamos crecer como economía, joder, ¡y empezar a recoger más impuestos!
Lo preocupante es la magnitud de los vencimientos que se avecinan. Si este año ya estamos sudando la gota gorda con más de ¢500 mil millones en deudas por pagar, imagínense lo que viene: para el período 2026-2031, ¡casi dos billones de colones por año! Eso es más que el costo de construir todas las carreteras del país juntas, chunches. O sea, que si seguimos así, nos vamos al traste como algunos equipos de fútbol en la Liga Deportiva Alajuela, pachangueros.
Y aunque el préstamo del BCIE tiene una tasa de interés relativamente decente (6.2%) y plazos largos (hasta 20 años), eso no significa que estemos salvados. La Contraloría apunta directamente al grano: necesitamos un cambio profundo en la forma en cómo manejamos la economía. No podemos seguir viviendo del erario prestado, maquina. Hay que fomentar el emprendimiento, atraer inversión extranjera, buscar alternativas creativas para aumentar los ingresos del gobierno… ¡lo que sea!, pero salir del agujero en el que nos hemos metido.
Muchos analistas han dicho que la pandemia pegó duro a las arcas públicas, nadie niega eso. Pero también hay que reconocer que llevábamos rato teniendo problemas financieros, con una carga tributaria que no nos permite competir y gastos públicos que a veces se salen de control. Se necesitan correcciones, reajustes, y mucha honestidad para aceptar que algunas cosas no están funcionando como deberían. No podemos andar parcheando la realidad con préstamos, bretes, la solución debe venir desde adentro, diay.
Ahora bien, el crédito del BCIE, aunque no sea la panacea, sirve para respirar un poco y tener margen de maniobra. Lo importante es que Hacienda aproveche este tiempo para armar un plan sólido y sostenible a largo plazo. Un plan que no dependa de pedirle dinero prestado a otros países, sino que se base en el esfuerzo y la productividad de los costarricenses. Porque, al final del día, somos nosotros los que pagaremos la cuenta, ¿me entienden?
Algunos diputados criticaron duramente la gestión económica del gobierno, señalando que no se han tomado medidas suficientes para controlar el gasto público y aumentar la recaudación. Otros defendieron la necesidad de mantener los programas sociales y garantizar la estabilidad económica. Pero todos coincidieron en que la situación es delicada y requiere atención urgente. Claro, fácil hablar, pero aplicar las medidas necesarias puede ser complicado, especialmente cuando hay elecciones a la vuelta de la esquina… ¡la política, qué torta!
Entonces, colegas del Foro, con toda esta información, me pregunto: ¿cree usted que el gobierno está tomando las medidas correctas para enfrentar esta crisis de deuda? ¿Estamos condenados a seguir endeudándonos hasta las cachas o hay esperanza de cambiar el rumbo? ¡Déjeme sus opiniones abajo y debatamos esto como debe ser!
Según le explicaron a los diputados en la Comisión de Asuntos Hacendarios, la cosa está más apretada de lo que parece. Parece que el reciente préstamo del BCIE, unos buenos $290 millones – que sí, ayudan un poquito – no son la solución mágica para todos nuestros males fiscales. Doña Marta fue bien clara: “Los apoyos presupuestarios son bacanes, pero no resuelven el problema de raíz”. Y vaya que tiene razón, la plata se va rapidito y necesitamos crecer como economía, joder, ¡y empezar a recoger más impuestos!
Lo preocupante es la magnitud de los vencimientos que se avecinan. Si este año ya estamos sudando la gota gorda con más de ¢500 mil millones en deudas por pagar, imagínense lo que viene: para el período 2026-2031, ¡casi dos billones de colones por año! Eso es más que el costo de construir todas las carreteras del país juntas, chunches. O sea, que si seguimos así, nos vamos al traste como algunos equipos de fútbol en la Liga Deportiva Alajuela, pachangueros.
Y aunque el préstamo del BCIE tiene una tasa de interés relativamente decente (6.2%) y plazos largos (hasta 20 años), eso no significa que estemos salvados. La Contraloría apunta directamente al grano: necesitamos un cambio profundo en la forma en cómo manejamos la economía. No podemos seguir viviendo del erario prestado, maquina. Hay que fomentar el emprendimiento, atraer inversión extranjera, buscar alternativas creativas para aumentar los ingresos del gobierno… ¡lo que sea!, pero salir del agujero en el que nos hemos metido.
Muchos analistas han dicho que la pandemia pegó duro a las arcas públicas, nadie niega eso. Pero también hay que reconocer que llevábamos rato teniendo problemas financieros, con una carga tributaria que no nos permite competir y gastos públicos que a veces se salen de control. Se necesitan correcciones, reajustes, y mucha honestidad para aceptar que algunas cosas no están funcionando como deberían. No podemos andar parcheando la realidad con préstamos, bretes, la solución debe venir desde adentro, diay.
Ahora bien, el crédito del BCIE, aunque no sea la panacea, sirve para respirar un poco y tener margen de maniobra. Lo importante es que Hacienda aproveche este tiempo para armar un plan sólido y sostenible a largo plazo. Un plan que no dependa de pedirle dinero prestado a otros países, sino que se base en el esfuerzo y la productividad de los costarricenses. Porque, al final del día, somos nosotros los que pagaremos la cuenta, ¿me entienden?
Algunos diputados criticaron duramente la gestión económica del gobierno, señalando que no se han tomado medidas suficientes para controlar el gasto público y aumentar la recaudación. Otros defendieron la necesidad de mantener los programas sociales y garantizar la estabilidad económica. Pero todos coincidieron en que la situación es delicada y requiere atención urgente. Claro, fácil hablar, pero aplicar las medidas necesarias puede ser complicado, especialmente cuando hay elecciones a la vuelta de la esquina… ¡la política, qué torta!
Entonces, colegas del Foro, con toda esta información, me pregunto: ¿cree usted que el gobierno está tomando las medidas correctas para enfrentar esta crisis de deuda? ¿Estamos condenados a seguir endeudándonos hasta las cachas o hay esperanza de cambiar el rumbo? ¡Déjeme sus opiniones abajo y debatamos esto como debe ser!