¡Ay, Dios mío! Esto sí que está que arde. Resulta que ahora el gobierno anda pensando en meterle mano a nuestro aguinaldo, al salario escolar e incluso a las zonas francas para intentar tapar los agujeros en las finanzas públicas. Suena a novela, ¿verdad?, pero esto es real y está generando un buen revuelo en el país. El ministro interino de Hacienda, Luis Antonio Molina, salió con la idea en medio de una discusión con los diputados sobre cómo aumentar los ingresos del Estado.
La cosa es así: parece que el crecimiento económico no está dando los frutos esperados y los ingresos del gobierno no están creciendo al ritmo deseado, al menos no como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB). Según Hacienda, la desaceleración fiscal es preocupante, pasando de un 2.2% a un 1.8%. Esto significa que, aunque se recaudaron más impuestos en comparación con el año pasado, no es suficiente para cubrir las necesidades básicas del país como educación, salud y, sobre todo, seguridad ciudadana – ¡ese tema nos tiene a todos sudando frío!
Ahora bien, la propuesta de cobrarle impuesto al aguinaldo y al salario escolar suena a pesadilla para muchos trabajadores. Imagínate, justo cuando estás esperando ese dinerito extra para hacer frente a gastos finales de año, te aparecen los impuestos encima. Y las zonas francas… bueno, ahí la cosa es más compleja. Son importantes generadoras de empleo y atraen inversión extranjera, pero también gozan de ciertas exenciones fiscales que algunos consideran excesivas. La contralora general, Marta Acosta, ya había lanzado la bomba hace unos días, diciendo que era hora de revisar esas exenciones.
Pero claro, no todo el mundo está de acuerdo con estas medidas. El PLN, ni loco. La bancada liberacionista salió con los pies entrelazados en plan de “rotundo no”. Argumentan que subirle impuestos al aguinaldo y al salario escolar afectará directamente el bolsillo de los trabajadores y que gravar las zonas francas podría llevar a empresas a marcharse del país, dejando gente sin empleo. Dicen que eso dejaría al país con una economía aún más quebrada, y créeme, ¡ya andamos bastante apretaditos!
Desde Hacienda aseguran que buscan soluciones creativas para mejorar la recaudación, pero sin ahogar a la población ni perjudicar la actividad económica. Hablan de revisar cuidadosamente las exoneraciones tributarias, buscando un punto medio que beneficie tanto al Estado como a los contribuyentes. Pero la verdad es que encontrar ese equilibrio no es tarea fácil. Hay intereses contrapuestos por doquier y cada sector defiende sus propios privilegios.
El debate está abierto y promete seguir candela por un buen rato. Algunos expertos sugieren que quizás sea momento de considerar otros tipos de impuestos, como aquellos que gravan la riqueza o las transacciones financieras. Otros, en cambio, insisten en la importancia de controlar el gasto público y eliminar la corrupción, que es un cáncer que le está comiendo vivo al país. ¡Qué vara más complicada!
Pero volviendo a la jugada inicial, la idea de tocar el aguinaldo, el salario escolar y las zonas francas ha levantado ampollas en diferentes sectores de la sociedad. No es para menos. Se trata de temas sensibles que afectan directamente el bienestar de miles de familias costarricenses. Al final, la decisión dependerá de las negociaciones entre el gobierno y los distintos actores políticos y económicos del país. ¿Será posible llegar a un acuerdo que satisfaga a todos o nos vamos a quedar en un brete?
La pregunta del millón es: ¿Usted cree que es viable implementar estos cambios impositivos sin afectar gravemente la economía nacional y el poder adquisitivo de los ciudadanos? ¿O sería mejor buscar otras alternativas para fortalecer las finanzas públicas?
La cosa es así: parece que el crecimiento económico no está dando los frutos esperados y los ingresos del gobierno no están creciendo al ritmo deseado, al menos no como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB). Según Hacienda, la desaceleración fiscal es preocupante, pasando de un 2.2% a un 1.8%. Esto significa que, aunque se recaudaron más impuestos en comparación con el año pasado, no es suficiente para cubrir las necesidades básicas del país como educación, salud y, sobre todo, seguridad ciudadana – ¡ese tema nos tiene a todos sudando frío!
Ahora bien, la propuesta de cobrarle impuesto al aguinaldo y al salario escolar suena a pesadilla para muchos trabajadores. Imagínate, justo cuando estás esperando ese dinerito extra para hacer frente a gastos finales de año, te aparecen los impuestos encima. Y las zonas francas… bueno, ahí la cosa es más compleja. Son importantes generadoras de empleo y atraen inversión extranjera, pero también gozan de ciertas exenciones fiscales que algunos consideran excesivas. La contralora general, Marta Acosta, ya había lanzado la bomba hace unos días, diciendo que era hora de revisar esas exenciones.
Pero claro, no todo el mundo está de acuerdo con estas medidas. El PLN, ni loco. La bancada liberacionista salió con los pies entrelazados en plan de “rotundo no”. Argumentan que subirle impuestos al aguinaldo y al salario escolar afectará directamente el bolsillo de los trabajadores y que gravar las zonas francas podría llevar a empresas a marcharse del país, dejando gente sin empleo. Dicen que eso dejaría al país con una economía aún más quebrada, y créeme, ¡ya andamos bastante apretaditos!
Desde Hacienda aseguran que buscan soluciones creativas para mejorar la recaudación, pero sin ahogar a la población ni perjudicar la actividad económica. Hablan de revisar cuidadosamente las exoneraciones tributarias, buscando un punto medio que beneficie tanto al Estado como a los contribuyentes. Pero la verdad es que encontrar ese equilibrio no es tarea fácil. Hay intereses contrapuestos por doquier y cada sector defiende sus propios privilegios.
El debate está abierto y promete seguir candela por un buen rato. Algunos expertos sugieren que quizás sea momento de considerar otros tipos de impuestos, como aquellos que gravan la riqueza o las transacciones financieras. Otros, en cambio, insisten en la importancia de controlar el gasto público y eliminar la corrupción, que es un cáncer que le está comiendo vivo al país. ¡Qué vara más complicada!
Pero volviendo a la jugada inicial, la idea de tocar el aguinaldo, el salario escolar y las zonas francas ha levantado ampollas en diferentes sectores de la sociedad. No es para menos. Se trata de temas sensibles que afectan directamente el bienestar de miles de familias costarricenses. Al final, la decisión dependerá de las negociaciones entre el gobierno y los distintos actores políticos y económicos del país. ¿Será posible llegar a un acuerdo que satisfaga a todos o nos vamos a quedar en un brete?
La pregunta del millón es: ¿Usted cree que es viable implementar estos cambios impositivos sin afectar gravemente la economía nacional y el poder adquisitivo de los ciudadanos? ¿O sería mejor buscar otras alternativas para fortalecer las finanzas públicas?