Mae, uno se pone a ver la política tica y a veces de verdad parece que estamos en un loop infinito, escuchando el mismo disco rayado de los mismos maes de siempre. Pero de vez en cuando, pasa algo que te obliga a levantar la ceja y decir: “Idiay, ¿y esta vara?”. Eso fue exactamente lo que pasó este fin de semana en la Asamblea Nacional de Liberación. Álvaro Ramos, el candidato verdiblanco, venía con el cuento de la “renovación” desde que arrancó, y diay, parece que el hombre no estaba hablando paja. Se lo tomó tan en serio que le pasó la podadora a medio mundo y armó una lista para diputados que parece recién salida del empaque.
Vamos al grano. La noticia es que, al menos por ahora, el PLN no va a reciclar ni un solo diputado. Cero. Niente. Nada. Todos los que han elegido para encabezar las provincias son “primerizos” en Cuesta de Moras. ¡Qué nivel de apuesta! El caso más sonado es el de San José, donde pusieron de número uno a Álvaro Ramírez. El mae es conocido por ser el jefe de campaña de Ramos y por haber sido el vice de Figueres en la elección pasada. Su currículum dice que es economista, que tuvo brete en la OIT y que fue el mandamás en la UCCAEP. Suena muy pro, ¿verdad? El detalle, el pequeño gran detalle, es que el señor jamás ha calentado una silla en un cargo público. Nunca.
Y aquí es donde la vara se pone interesante. Por un lado, uno dice: “¡Claro! ¡Eso es! ¡Gente nueva, ideas frescas!”. Estamos hasta la coronilla del mismo pleito político que no resuelve nada. Ramírez mismo dice que quiere llegar a “construir soluciones” y fomentar el “diálogo”, algo que, seamos honestos, ha brillado por su ausencia. Suena tuanis, suena a lo que todos pedimos. Pero por otro lado, uno que ya tiene colmillo sabe que la Asamblea Legislativa no es un convivio de la iglesia. Es un campo de batalla político, un despiche de intereses donde la experiencia y el “colmillo” son casi tan importantes como las buenas intenciones. Mandar a un equipo de novatos sin un solo veterano que les enseñe cómo se mueve el chunche es, como mínimo, un volado.
La movida se repite en las otras provincias. En Alajuela ponen a la vicealcaldesa de San Carlos, Diana Murillo. En Cartago, a Janice Sandí, de la Unión Médica, una sindicalista que ha sido un dolor de cabeza constante para el gobierno de Chaves, lo que ya nos da una pista del tono que podría traer. En Guanacaste y Puntarenas, más nombres nuevos. La estrategia es clarísima: vender una ruptura total con el pasado, una limpieza de cara para un partido que mucha gente asocia con las mismas figuras de hace décadas. Es un intento valiente, casi temerario, de decirle al electorado: “Ok, nos escucharon, aquí tienen el cambio que pedían”.
Pero la pregunta del millón queda en el aire. ¿Es esta una jugada maestra de Ramos para conectar con el montón de gente harta de la política tradicional, o es la receta perfecta para un desastre? ¿Tendrá esta nueva generación la capacidad de negociar, de plantarse firme y de no dejarse comer viva por los lobos viejos de otros partidos? La intención es buena, nadie lo niega. Pero en política, del dicho al hecho hay un trecho larguísimo y lleno de trampas. El riesgo de que se jalen una torta monumental por pura novatada es altísimo. Habrá que ver si esta camada de “renovación” llega con filo o si son solo un montón de buenas intenciones destinadas a irse al traste.
¿Ustedes qué dicen, maes? ¿Es esta la renovación que el país necesita o es un experimento demasiado riesgoso? ¿Le dan el beneficio de la duda a esta gente o creen que se van a jalar una torta monumental en la Asamblea?
Vamos al grano. La noticia es que, al menos por ahora, el PLN no va a reciclar ni un solo diputado. Cero. Niente. Nada. Todos los que han elegido para encabezar las provincias son “primerizos” en Cuesta de Moras. ¡Qué nivel de apuesta! El caso más sonado es el de San José, donde pusieron de número uno a Álvaro Ramírez. El mae es conocido por ser el jefe de campaña de Ramos y por haber sido el vice de Figueres en la elección pasada. Su currículum dice que es economista, que tuvo brete en la OIT y que fue el mandamás en la UCCAEP. Suena muy pro, ¿verdad? El detalle, el pequeño gran detalle, es que el señor jamás ha calentado una silla en un cargo público. Nunca.
Y aquí es donde la vara se pone interesante. Por un lado, uno dice: “¡Claro! ¡Eso es! ¡Gente nueva, ideas frescas!”. Estamos hasta la coronilla del mismo pleito político que no resuelve nada. Ramírez mismo dice que quiere llegar a “construir soluciones” y fomentar el “diálogo”, algo que, seamos honestos, ha brillado por su ausencia. Suena tuanis, suena a lo que todos pedimos. Pero por otro lado, uno que ya tiene colmillo sabe que la Asamblea Legislativa no es un convivio de la iglesia. Es un campo de batalla político, un despiche de intereses donde la experiencia y el “colmillo” son casi tan importantes como las buenas intenciones. Mandar a un equipo de novatos sin un solo veterano que les enseñe cómo se mueve el chunche es, como mínimo, un volado.
La movida se repite en las otras provincias. En Alajuela ponen a la vicealcaldesa de San Carlos, Diana Murillo. En Cartago, a Janice Sandí, de la Unión Médica, una sindicalista que ha sido un dolor de cabeza constante para el gobierno de Chaves, lo que ya nos da una pista del tono que podría traer. En Guanacaste y Puntarenas, más nombres nuevos. La estrategia es clarísima: vender una ruptura total con el pasado, una limpieza de cara para un partido que mucha gente asocia con las mismas figuras de hace décadas. Es un intento valiente, casi temerario, de decirle al electorado: “Ok, nos escucharon, aquí tienen el cambio que pedían”.
Pero la pregunta del millón queda en el aire. ¿Es esta una jugada maestra de Ramos para conectar con el montón de gente harta de la política tradicional, o es la receta perfecta para un desastre? ¿Tendrá esta nueva generación la capacidad de negociar, de plantarse firme y de no dejarse comer viva por los lobos viejos de otros partidos? La intención es buena, nadie lo niega. Pero en política, del dicho al hecho hay un trecho larguísimo y lleno de trampas. El riesgo de que se jalen una torta monumental por pura novatada es altísimo. Habrá que ver si esta camada de “renovación” llega con filo o si son solo un montón de buenas intenciones destinadas a irse al traste.
¿Ustedes qué dicen, maes? ¿Es esta la renovación que el país necesita o es un experimento demasiado riesgoso? ¿Le dan el beneficio de la duda a esta gente o creen que se van a jalar una torta monumental en la Asamblea?