¡Ay, Dios mío! La cosa está que quema para los arroceros, ¿eh? Desde ayer amanecimos con un campamento montado frente a la Asamblea Legislativa, porque los compañeros están desesperados por el tema del FONARROZ. Un buen brete se les armó, viendo cómo sus chacras se van al garete, mándale.
La movilización, que se mantiene firme a pesar del frío sanjoseño, busca presionar al Poder Legislativo para que le den prioridad al proyecto de ley 24.21. Ya saben, el famoso FONARROZ, que promete echarles una mano a los productores y evitar que este negocio familiar se vaya al traste. La verdad, es que ya llevan varias semanas intentándolo, pero parece que algunos diputados andan con la vista en otra parte, o simplemente no quieren meterle pata en el asunto.
María de la Cruz Espinoza, una arrocerita aguerrida del sector Chorotega, me comentó entre lágrimas que el problema es doble: el costo de producción ha ido para arriba como avión, y el precio que les dan por el arroz... bueno, ni hablar. "Estamos perdiendo morlacos a mansalva", me dijo, "y si esto sigue así, vamos a tener que cerrar las puertas, mándale". Es un panorama bien feo, y eso que el arroz es parte fundamental de nuestra dieta, ¿quién puede vivir sin gallito con arroz?
Y no solo los adultos están ahí luchando, ¡hasta hay chamacos! Aunque, según me explicó doña María de la Cruz, los niños se fueron a pasar la noche a las instalaciones de Conarroz para estar más seguros y cómodos. Una muestra más de que esto es una lucha familiar, donde todos ponen su granito de arena para defender su sustento. Me imagino el sacrificio que hacen estas familias, dejando el campo para venir a luchar por sus derechos en medio del tráfico de San José.
Lo que más preocupa a los arroceros es que las mociones para priorizar el proyecto no logran alcanzar los 38 votos necesarios. Parece que hay algunos diputados que andan haciendo números, o quizás esperando órdenes de arriba. ¡Qué torta! Cuando la gente necesita ayuda, estos señores se escapan o inventan excusas, ¿no es cierto? Se aprovechan del poder que tienen para jugar con la vida de los demás. Da ganas de agarrarlos a jalar pesitos, ¡pero bueno, eso sería irse al traste!
Este caso pone de manifiesto una realidad preocupante: la falta de compromiso de algunos representantes con los intereses de los pequeños productores. Mientras tanto, el arroz internacional sigue inundando el mercado, desplazando el producto nacional y afectando directamente la economía de miles de familias costarricenses. Además, demuestra la dificultad que enfrentan los movimientos sociales para hacer escuchar su voz en un sistema político a veces impenetrable y burocrático. Uno se pregunta, ¿dónde quedó el representante del pueblo?
La situación actual exige una solución urgente y efectiva. Es necesario que el gobierno y la Asamblea Legislativa tomen cartas en el asunto y aprueben el FONARROZ sin mayores dilaciones. De lo contrario, corremos el riesgo de perder una tradición ancestral y una fuente importante de empleo e ingresos para muchas comunidades rurales. Además, ¡perderíamos nuestro gallito con arroz! Eso sí que sería un golpe duro para nuestra identidad cultural, ¿verdad?
Ahora dime, mi pana: ¿crees que la presión de los arroceros frente a la Asamblea logrará que los diputados finalmente hagan lo correcto y aprueben el FONARROZ, o seguirá siendo otro grito en el vacío? ¿Qué medidas crees que debería tomar el gobierno para apoyar a este sector crucial de nuestra economía?
La movilización, que se mantiene firme a pesar del frío sanjoseño, busca presionar al Poder Legislativo para que le den prioridad al proyecto de ley 24.21. Ya saben, el famoso FONARROZ, que promete echarles una mano a los productores y evitar que este negocio familiar se vaya al traste. La verdad, es que ya llevan varias semanas intentándolo, pero parece que algunos diputados andan con la vista en otra parte, o simplemente no quieren meterle pata en el asunto.
María de la Cruz Espinoza, una arrocerita aguerrida del sector Chorotega, me comentó entre lágrimas que el problema es doble: el costo de producción ha ido para arriba como avión, y el precio que les dan por el arroz... bueno, ni hablar. "Estamos perdiendo morlacos a mansalva", me dijo, "y si esto sigue así, vamos a tener que cerrar las puertas, mándale". Es un panorama bien feo, y eso que el arroz es parte fundamental de nuestra dieta, ¿quién puede vivir sin gallito con arroz?
Y no solo los adultos están ahí luchando, ¡hasta hay chamacos! Aunque, según me explicó doña María de la Cruz, los niños se fueron a pasar la noche a las instalaciones de Conarroz para estar más seguros y cómodos. Una muestra más de que esto es una lucha familiar, donde todos ponen su granito de arena para defender su sustento. Me imagino el sacrificio que hacen estas familias, dejando el campo para venir a luchar por sus derechos en medio del tráfico de San José.
Lo que más preocupa a los arroceros es que las mociones para priorizar el proyecto no logran alcanzar los 38 votos necesarios. Parece que hay algunos diputados que andan haciendo números, o quizás esperando órdenes de arriba. ¡Qué torta! Cuando la gente necesita ayuda, estos señores se escapan o inventan excusas, ¿no es cierto? Se aprovechan del poder que tienen para jugar con la vida de los demás. Da ganas de agarrarlos a jalar pesitos, ¡pero bueno, eso sería irse al traste!
Este caso pone de manifiesto una realidad preocupante: la falta de compromiso de algunos representantes con los intereses de los pequeños productores. Mientras tanto, el arroz internacional sigue inundando el mercado, desplazando el producto nacional y afectando directamente la economía de miles de familias costarricenses. Además, demuestra la dificultad que enfrentan los movimientos sociales para hacer escuchar su voz en un sistema político a veces impenetrable y burocrático. Uno se pregunta, ¿dónde quedó el representante del pueblo?
La situación actual exige una solución urgente y efectiva. Es necesario que el gobierno y la Asamblea Legislativa tomen cartas en el asunto y aprueben el FONARROZ sin mayores dilaciones. De lo contrario, corremos el riesgo de perder una tradición ancestral y una fuente importante de empleo e ingresos para muchas comunidades rurales. Además, ¡perderíamos nuestro gallito con arroz! Eso sí que sería un golpe duro para nuestra identidad cultural, ¿verdad?
Ahora dime, mi pana: ¿crees que la presión de los arroceros frente a la Asamblea logrará que los diputados finalmente hagan lo correcto y aprueben el FONARROZ, o seguirá siendo otro grito en el vacío? ¿Qué medidas crees que debería tomar el gobierno para apoyar a este sector crucial de nuestra economía?
