¡Qué bronca la que se armó allá en Panamá, fiu! Resulta que el presidente José Raúl Mulino está echando humo porque, según él, los gringos le andan apretando para que eche a las empresas chinas del país. Esto ya va rodando desde antes de que asumiera el poder, cuando Trump estaba amenazando con meterle mano al Canal, alegando que era como si Pekín estuviera manejándolo todo.
Según cuenta Mulino, unos enchufaditos de la embajada de Estados Unidos han ido dando vueltas amenazando con quitarles las visas a los funcionarios que no le hagan caso a Washington. "Eso no es como se hacen las cosas, mae," soltó el presidente, bastante visiblemente molesto durante su rueda de prensa semanal. "Uno espera un trato diferente con los Estados Unidos, una relación respetuosa." Parece que la cosa está picada, diay.
El embajador americano, Kevin Marino Cabrera, no negó tajantemente las acusaciones, pero tampoco las confirmó. Lo único que dijo es que tienen derecho a revocar visas, especialmente a aquellos que trabajan “intencionadamente en nombre del Partido Comunista Chino.” Esto viene acompañado de una nueva política del Departamento de Estado, implementada desde septiembre, que busca restringir visas a centroamericanos que supuestamente estén coludidos con China. ¡Se puso la verdura!
Ahora, analizando la cosa con calma, es obvio que este asunto tiene tintes geopolíticos bien gordos. Panamá, ubicado estratégicamente entre dos potencias mundiales como Estados Unidos y China, se encuentra en una encrucijada complicada. Depende económicamente tanto de los americanos como de los chinos, y tener contento a ambos es vital para su estabilidad.
El Canal de Panamá, por supuesto, sigue siendo el elefante en la habitación. Su importancia estratégica global es innegable, y la preocupación de Estados Unidos por la influencia china en la región es comprensible, aunque la forma en que están tratando de abordar el problema deja mucho que desear. Amenazar a funcionarios con quitarles las visas no precisamente fortalece las relaciones diplomáticas, sino que las pone a prueba.
La reacción de Mulino ha sido contundente, defendiendo la soberanía panameña y rechazando cualquier tipo de presión externa. Sin embargo, la realidad es que Panamá depende significativamente de la cooperación americana, así que esta situación puede tener consecuencias económicas y políticas importantes. Veremos cómo evoluciona la cosa, porque de momento pinta complicado.
Muchos expertos señalan que esto podría ser una señal de la creciente tensión entre Estados Unidos y China a nivel mundial, y Panamá está justo en medio de todo esto. Además, la política intervencionista de Estados Unidos en Latinoamérica no es novedad, pero esta vez parece haber escalado a otro nivel, generando incertidumbre y poniendo en riesgo la independencia de Panamá. Este brete se lo están tragando con chinchorro.
En fin, la verdad es que toda esta movida es un verdadero aquelarre. ¿Creen ustedes que Panamá podrá mantener su autonomía frente a las presiones de Estados Unidos y China, o terminará cediendo ante las demandas de alguna de estas potencias? ¿Será este el principio de una nueva etapa de injerencia extranjera en la región?
Según cuenta Mulino, unos enchufaditos de la embajada de Estados Unidos han ido dando vueltas amenazando con quitarles las visas a los funcionarios que no le hagan caso a Washington. "Eso no es como se hacen las cosas, mae," soltó el presidente, bastante visiblemente molesto durante su rueda de prensa semanal. "Uno espera un trato diferente con los Estados Unidos, una relación respetuosa." Parece que la cosa está picada, diay.
El embajador americano, Kevin Marino Cabrera, no negó tajantemente las acusaciones, pero tampoco las confirmó. Lo único que dijo es que tienen derecho a revocar visas, especialmente a aquellos que trabajan “intencionadamente en nombre del Partido Comunista Chino.” Esto viene acompañado de una nueva política del Departamento de Estado, implementada desde septiembre, que busca restringir visas a centroamericanos que supuestamente estén coludidos con China. ¡Se puso la verdura!
Ahora, analizando la cosa con calma, es obvio que este asunto tiene tintes geopolíticos bien gordos. Panamá, ubicado estratégicamente entre dos potencias mundiales como Estados Unidos y China, se encuentra en una encrucijada complicada. Depende económicamente tanto de los americanos como de los chinos, y tener contento a ambos es vital para su estabilidad.
El Canal de Panamá, por supuesto, sigue siendo el elefante en la habitación. Su importancia estratégica global es innegable, y la preocupación de Estados Unidos por la influencia china en la región es comprensible, aunque la forma en que están tratando de abordar el problema deja mucho que desear. Amenazar a funcionarios con quitarles las visas no precisamente fortalece las relaciones diplomáticas, sino que las pone a prueba.
La reacción de Mulino ha sido contundente, defendiendo la soberanía panameña y rechazando cualquier tipo de presión externa. Sin embargo, la realidad es que Panamá depende significativamente de la cooperación americana, así que esta situación puede tener consecuencias económicas y políticas importantes. Veremos cómo evoluciona la cosa, porque de momento pinta complicado.
Muchos expertos señalan que esto podría ser una señal de la creciente tensión entre Estados Unidos y China a nivel mundial, y Panamá está justo en medio de todo esto. Además, la política intervencionista de Estados Unidos en Latinoamérica no es novedad, pero esta vez parece haber escalado a otro nivel, generando incertidumbre y poniendo en riesgo la independencia de Panamá. Este brete se lo están tragando con chinchorro.
En fin, la verdad es que toda esta movida es un verdadero aquelarre. ¿Creen ustedes que Panamá podrá mantener su autonomía frente a las presiones de Estados Unidos y China, o terminará cediendo ante las demandas de alguna de estas potencias? ¿Será este el principio de una nueva etapa de injerencia extranjera en la región?