¡Qué susto nos llevamos acá en Costa Rica, raza! Un incidentazo sacudió a Pocosol de San Carlos esta tarde, cuando un angelito de apenas dos años se fue directo a un pozo de unos 20 metros de profundidad. Imagínense el panicote que debió haber vivido la familia y toda la comunidad… ¡una verdadera torta!
La llamada llegó rapidísimo al 9-1-1 y en cuestión de minutos ya estaban ahí los bravos de Bomberos, paramédicos, el equipo de Rescate en Cavernas y hasta el Grupo USAR. Se movilizaron todos los recursos disponibles porque, díganle a quien diga, meterse en un pozo así no es juego de niños. La prioridad era sacar al peque con vida, eso sí que nadie lo dudaba.
Según lo que se pudo averiguar, el nene andaba jugando solito por la zona, cerca del pozo, y bum, se fue de picada. Hasta ahora no hay muchos detalles sobre cómo sucedió exactamente, pero las autoridades ya están investigando para aclarar qué pasó y así evitar que esto vuelva a pasar. Uno nunca sabe cuándo esos huecos pueden representar un peligro, especialmente si hay chamacos correteando alrededor.
Esta situación nos recuerda, una vez más, que tenemos que estar ojo avizor con estas cosas que pueden parecer inofensivas. Muchos pozos viejos abandonados quedan tirados por ahí, peligrosamente abiertos, esperando a que alguien se les vaya encima. Ya varias veces los organismos de prevención han dicho que lo ideal es taparlos bien o ponerles bardas altas para que los niños no puedan acercarse. Pero parece que todavía hay mucho por hacer, ¿verdad?
El operativo de rescate se puso en marcha de inmediato, con personal especializado en rescates verticales, con equipos que miden la calidad del aire adentro del pozo, todo para garantizar la seguridad del muchacho y de los rescatistas. Era una carrera contra el tiempo, porque cada segundo cuenta en situaciones así. La tensión se podía cortar con un cuchillo, puro nerviosismo entre los familiares y vecinos que se quedaron esperando noticias.
Ahora, vean, este caso no es aislado, ¿eh? Hemos visto cosas parecidas en otras partes del país. Por eso es fundamental que las comunidades estén alertas y trabajen juntas con las autoridades para identificar y solucionar estos riesgos. Hay que darle duro a la prevención, porque prevenir siempre es mejor que lamentar, como dice mi abuela. Y claro, también hace falta que los dueños de terrenos hagan responsablemente sus labores de mantenimiento, para que estos accidentes sean cosa del pasado.
Esperemos que todo salga bien y que pronto podamos tener buenas noticias sobre el estado de salud del peque. Todos estamos rezando porque se recupere pronto y pueda volver a jugar con sus amigos y su familia. Este tipo de sucesos nos toca la fibra sensible, nos hace valorar lo importante y nos motiva a construir una sociedad más segura y protegida para nuestros hijos.
Es una barbaridad que haya que estar pendiente de estos riesgos tan básicos, ¿no creen? Con tantas preocupaciones que ya tenemos, ¿hasta dónde llegará la irresponsabilidad de algunas personas? Ahora me pregunto: ¿Deberían endurecerse las leyes para obligar a tapiar los pozos abandonados y sancionar a quienes no lo hacen, o sería suficiente con intensificar las campañas de concientización ciudadana?
La llamada llegó rapidísimo al 9-1-1 y en cuestión de minutos ya estaban ahí los bravos de Bomberos, paramédicos, el equipo de Rescate en Cavernas y hasta el Grupo USAR. Se movilizaron todos los recursos disponibles porque, díganle a quien diga, meterse en un pozo así no es juego de niños. La prioridad era sacar al peque con vida, eso sí que nadie lo dudaba.
Según lo que se pudo averiguar, el nene andaba jugando solito por la zona, cerca del pozo, y bum, se fue de picada. Hasta ahora no hay muchos detalles sobre cómo sucedió exactamente, pero las autoridades ya están investigando para aclarar qué pasó y así evitar que esto vuelva a pasar. Uno nunca sabe cuándo esos huecos pueden representar un peligro, especialmente si hay chamacos correteando alrededor.
Esta situación nos recuerda, una vez más, que tenemos que estar ojo avizor con estas cosas que pueden parecer inofensivas. Muchos pozos viejos abandonados quedan tirados por ahí, peligrosamente abiertos, esperando a que alguien se les vaya encima. Ya varias veces los organismos de prevención han dicho que lo ideal es taparlos bien o ponerles bardas altas para que los niños no puedan acercarse. Pero parece que todavía hay mucho por hacer, ¿verdad?
El operativo de rescate se puso en marcha de inmediato, con personal especializado en rescates verticales, con equipos que miden la calidad del aire adentro del pozo, todo para garantizar la seguridad del muchacho y de los rescatistas. Era una carrera contra el tiempo, porque cada segundo cuenta en situaciones así. La tensión se podía cortar con un cuchillo, puro nerviosismo entre los familiares y vecinos que se quedaron esperando noticias.
Ahora, vean, este caso no es aislado, ¿eh? Hemos visto cosas parecidas en otras partes del país. Por eso es fundamental que las comunidades estén alertas y trabajen juntas con las autoridades para identificar y solucionar estos riesgos. Hay que darle duro a la prevención, porque prevenir siempre es mejor que lamentar, como dice mi abuela. Y claro, también hace falta que los dueños de terrenos hagan responsablemente sus labores de mantenimiento, para que estos accidentes sean cosa del pasado.
Esperemos que todo salga bien y que pronto podamos tener buenas noticias sobre el estado de salud del peque. Todos estamos rezando porque se recupere pronto y pueda volver a jugar con sus amigos y su familia. Este tipo de sucesos nos toca la fibra sensible, nos hace valorar lo importante y nos motiva a construir una sociedad más segura y protegida para nuestros hijos.
Es una barbaridad que haya que estar pendiente de estos riesgos tan básicos, ¿no creen? Con tantas preocupaciones que ya tenemos, ¿hasta dónde llegará la irresponsabilidad de algunas personas? Ahora me pregunto: ¿Deberían endurecerse las leyes para obligar a tapiar los pozos abandonados y sancionar a quienes no lo hacen, o sería suficiente con intensificar las campañas de concientización ciudadana?