¡Aguántate que te voy a soltar bomba! Resulta que andamos tragándonos la jugada de que la nevera es el electrodoméstico que más come electricidad en casa. ¡Mentira piadosa, mi pana! Lo que realmente nos está dejando pelones en el bolsillo es el horno eléctrico. Sí, ese aparatito que tanto usamos para galletas y pasteles.
Según unos tipos de Sustainability Times – sí, existen esos portales – un horno eléctrico puede estar consumiendo tanta energía como 65 refrigeradoras prendidas al mismo tiempo. ¡Imagínate el diay! Ahí tienes para pagarle al ICE un buen pedazo de mes, sin siquiera darle importancia.
La cosa es así: la nevera trabaja tranquilamente, ahí dándole frío constante, pero con poco esfuerzo. El horno, en cambio, tiene que ponerse a full para subir la temperatura rapidísimo. Un modelo normal anda gastando entre 2.000 y 5.000 watts, lo que se traduce en 40 a 90 kilowatt-hora (kWh) al mes, dependiendo de cuánto lo uses. Eso sí que da para unas cuantas cervezas heladas, ¡y no precisamente pagando la luz!
Pa' ponerle un ejemplo más claro, una refrigeradora moderna apenas requiere entre 300 y 800 watts. Un horno, en cuanto lo enciendes, necesita un chorro de energía pa' calentarse y dispara el consumo. Como si le pusieras turbo a un carrito, pero con electricidad. Un estudio hecho en Francia – sí, los europeos siempre están sacando estas vainas – demostró que el horno puede comer hasta 224 kWh al año, ¡superando a la lavadora, la secadora y hasta el lavavajillas! Qué barbaridad.
Pero la cosa no termina ahí, mi querido lector. ¡Otro golpe bajo! Hasta cuando está apagado, el horno sigue chupando corriente. Por culpa de los relojes digitales, los paneles táctiles y toda esa tecnología que hoy en día ponen en estos aparatos. Llaman a esto “consumo fantasma”. Investigan y dicen que puede ser hasta 67 watts por hora, o sea, entre el 5% y el 26% de tu factura total. ¡Eso es como regalarle dinero al ICE todos los meses!
Pero no te preocupes, que no todo está perdido. No estamos diciendo que tires el horno por la ventana. Podemos hacer algunas cositas pa' ahorrarle un dinerito al bolsillo y ayudar al planeta al mismo tiempo. Primero, aprovecha al máximo: si vas a hornear, haz varias cosas a la vez. Segundo, apágale unos minutitos antes de que termine el tiempo, que el calor que queda sirve pa’ terminar el trabajo. Tercero, abre la puerta lo menos posible, porque cada vez que la abres, pierdes calor y el horno tiene que trabajar más. Y cuarto, ¡lo más importante! Desconéctalo cuando no lo estés usando, especialmente si tiene pantalla o funciones inteligentes.
Aquí en Costa Rica, donde la tarifa eléctrica puede brincarle a cualquiera, saber cómo funcionan nuestros electrodomésticos es crucial. Aparte de ahorrar plata, bajar nuestro consumo de energía ayuda a cuidar el medio ambiente, algo que deberíamos tomarlo más en serio. Así que ya sabes, la próxima vez que pienses en hornear, tómate un momentito para pensar en todo esto. Porque a fin de cuentas, el verdadero ahorro empieza sabiendo dónde se va la lana.
Ahora dime, ¿tú tenías idea de que tu horno era tan goloso de electricidad? ¿Qué medidas piensas tomar tú para evitar que este electrodoméstico se coma tu presupuesto familiar?
Según unos tipos de Sustainability Times – sí, existen esos portales – un horno eléctrico puede estar consumiendo tanta energía como 65 refrigeradoras prendidas al mismo tiempo. ¡Imagínate el diay! Ahí tienes para pagarle al ICE un buen pedazo de mes, sin siquiera darle importancia.
La cosa es así: la nevera trabaja tranquilamente, ahí dándole frío constante, pero con poco esfuerzo. El horno, en cambio, tiene que ponerse a full para subir la temperatura rapidísimo. Un modelo normal anda gastando entre 2.000 y 5.000 watts, lo que se traduce en 40 a 90 kilowatt-hora (kWh) al mes, dependiendo de cuánto lo uses. Eso sí que da para unas cuantas cervezas heladas, ¡y no precisamente pagando la luz!
Pa' ponerle un ejemplo más claro, una refrigeradora moderna apenas requiere entre 300 y 800 watts. Un horno, en cuanto lo enciendes, necesita un chorro de energía pa' calentarse y dispara el consumo. Como si le pusieras turbo a un carrito, pero con electricidad. Un estudio hecho en Francia – sí, los europeos siempre están sacando estas vainas – demostró que el horno puede comer hasta 224 kWh al año, ¡superando a la lavadora, la secadora y hasta el lavavajillas! Qué barbaridad.
Pero la cosa no termina ahí, mi querido lector. ¡Otro golpe bajo! Hasta cuando está apagado, el horno sigue chupando corriente. Por culpa de los relojes digitales, los paneles táctiles y toda esa tecnología que hoy en día ponen en estos aparatos. Llaman a esto “consumo fantasma”. Investigan y dicen que puede ser hasta 67 watts por hora, o sea, entre el 5% y el 26% de tu factura total. ¡Eso es como regalarle dinero al ICE todos los meses!
Pero no te preocupes, que no todo está perdido. No estamos diciendo que tires el horno por la ventana. Podemos hacer algunas cositas pa' ahorrarle un dinerito al bolsillo y ayudar al planeta al mismo tiempo. Primero, aprovecha al máximo: si vas a hornear, haz varias cosas a la vez. Segundo, apágale unos minutitos antes de que termine el tiempo, que el calor que queda sirve pa’ terminar el trabajo. Tercero, abre la puerta lo menos posible, porque cada vez que la abres, pierdes calor y el horno tiene que trabajar más. Y cuarto, ¡lo más importante! Desconéctalo cuando no lo estés usando, especialmente si tiene pantalla o funciones inteligentes.
Aquí en Costa Rica, donde la tarifa eléctrica puede brincarle a cualquiera, saber cómo funcionan nuestros electrodomésticos es crucial. Aparte de ahorrar plata, bajar nuestro consumo de energía ayuda a cuidar el medio ambiente, algo que deberíamos tomarlo más en serio. Así que ya sabes, la próxima vez que pienses en hornear, tómate un momentito para pensar en todo esto. Porque a fin de cuentas, el verdadero ahorro empieza sabiendo dónde se va la lana.
Ahora dime, ¿tú tenías idea de que tu horno era tan goloso de electricidad? ¿Qué medidas piensas tomar tú para evitar que este electrodoméstico se coma tu presupuesto familiar?