¡Ay, Dios mío, qué bronca! Aquí estamos, a escasos dos mese de las elecciones y la gente anda más preocupada que nunca por la seguridad. No es cuento, la criminalidad nos está comiendo vivo y parece que nadie tiene la respuesta clara. Uno se siente como en una película de terror, esperando a que salga el monstro de debajo de la cama… o peor, a que te roben la cartera a plena luz del día.
Según los últimos datos del CIEP de la UCR, casi la mitad del país –el 42,4%, para ser exactos– considera que la inseguridad es el tema número uno que los candidatos deberían estar abordando. Y vaya que lo deberían, porque la situación pinta fea. Tenemos unos 805 homicidios acumulados hasta ahora, superando las cifras del año pasado. ¡Eso sí da qué pensar! Algunos expertos dicen que esta es la administración más violenta de la historia, y eso, maestro, no es precisamente un rótulo que queramos tener colgado.
Pero bueno, no solo es la violencia directa. También hay un miedo generalizado, una sensación constante de vulnerabilidad. Ya ni se puede caminar tranquilo por la calle, ni dejar a los niños jugando afuera. Se vive con el corazón en la boca, checando si la puerta está bien cerrada y rezando para que todo esté bien. ¡Esto no es vivir, esto es sobrevivir!
Y no solo la inseguridad preocupa, claro. La gente también quiere ver empleos decentes, que baje el costo de vida, que la CCSS no se siga hundiendo. Todos esos temas son importantes, pero la inseguridad es el detonante, el que prende la mecha de la indignación popular. Porque ¿de qué sirve tener plata si no puedes salir de casa sin sentirte amenazado?
Lo curioso es que, pese a tanta preocupación, todavía hay mucha gente indiferente, desconectada de la campaña. Según el mismo estudio del CIEP, cerca del 43,5% de la población todavía no le pone mucho interés a lo que dicen los candidatos. ¡Imagínate! Dos meses para votar y medio mundo sigue sin saber ni quién va a competir. Ahí hay un problema serio, un caldo de cultivo perfecto para la apatía y la manipulación.
En cuanto a las preferencias de voto, la cosa está re pareja. Laura Fernández, de PPSO, lleva la delantera con un 30%, pero Álvaro Ramos, del PLN, le pisa los talones con un 8%. Ariel Robles, Claudia Dobles… todos peleando por migajas. Y lo peor es que un 45% de los votantes todavía no se han decidido. Eso significa que cualquier cosa puede pasar, que el resultado final es totalmente impredecible. ¡Es pura lotería!
Y hablando de lotería, ¿será que alguien va a echarle ganas y presentar unas propuestas REALES, que realmente sirvan para solucionar este problema de inseguridad? O seguiremos escuchando promesas vacías, discursos grandilocuentes y medidas tímidas que no llegan a ningún lado. Porque, díganlo en voz alta, la situación es grave y requiere de soluciones audaces y contundentes. Necesitamos un cambio radical, una política de seguridad que funcione de verdad.
Así que ahí lo tienen, mis queridos lectores. Una radiografía de la situación actual, con toda la crudeza necesaria. Ahora les pregunto, ¿cree usted que alguno de los candidatos actuales tiene realmente la capacidad de revertir esta espiral de violencia y devolverle la tranquilidad al país? ¿O estamos condenados a seguir viviendo con el miedo como compañero inseparable?
Según los últimos datos del CIEP de la UCR, casi la mitad del país –el 42,4%, para ser exactos– considera que la inseguridad es el tema número uno que los candidatos deberían estar abordando. Y vaya que lo deberían, porque la situación pinta fea. Tenemos unos 805 homicidios acumulados hasta ahora, superando las cifras del año pasado. ¡Eso sí da qué pensar! Algunos expertos dicen que esta es la administración más violenta de la historia, y eso, maestro, no es precisamente un rótulo que queramos tener colgado.
Pero bueno, no solo es la violencia directa. También hay un miedo generalizado, una sensación constante de vulnerabilidad. Ya ni se puede caminar tranquilo por la calle, ni dejar a los niños jugando afuera. Se vive con el corazón en la boca, checando si la puerta está bien cerrada y rezando para que todo esté bien. ¡Esto no es vivir, esto es sobrevivir!
Y no solo la inseguridad preocupa, claro. La gente también quiere ver empleos decentes, que baje el costo de vida, que la CCSS no se siga hundiendo. Todos esos temas son importantes, pero la inseguridad es el detonante, el que prende la mecha de la indignación popular. Porque ¿de qué sirve tener plata si no puedes salir de casa sin sentirte amenazado?
Lo curioso es que, pese a tanta preocupación, todavía hay mucha gente indiferente, desconectada de la campaña. Según el mismo estudio del CIEP, cerca del 43,5% de la población todavía no le pone mucho interés a lo que dicen los candidatos. ¡Imagínate! Dos meses para votar y medio mundo sigue sin saber ni quién va a competir. Ahí hay un problema serio, un caldo de cultivo perfecto para la apatía y la manipulación.
En cuanto a las preferencias de voto, la cosa está re pareja. Laura Fernández, de PPSO, lleva la delantera con un 30%, pero Álvaro Ramos, del PLN, le pisa los talones con un 8%. Ariel Robles, Claudia Dobles… todos peleando por migajas. Y lo peor es que un 45% de los votantes todavía no se han decidido. Eso significa que cualquier cosa puede pasar, que el resultado final es totalmente impredecible. ¡Es pura lotería!
Y hablando de lotería, ¿será que alguien va a echarle ganas y presentar unas propuestas REALES, que realmente sirvan para solucionar este problema de inseguridad? O seguiremos escuchando promesas vacías, discursos grandilocuentes y medidas tímidas que no llegan a ningún lado. Porque, díganlo en voz alta, la situación es grave y requiere de soluciones audaces y contundentes. Necesitamos un cambio radical, una política de seguridad que funcione de verdad.
Así que ahí lo tienen, mis queridos lectores. Una radiografía de la situación actual, con toda la crudeza necesaria. Ahora les pregunto, ¿cree usted que alguno de los candidatos actuales tiene realmente la capacidad de revertir esta espiral de violencia y devolverle la tranquilidad al país? ¿O estamos condenados a seguir viviendo con el miedo como compañero inseparable?