¡Ay, Dios mío! Quién iba a decir que nuestro país, ese remanso de paz que siempre nos vendieron, estaría así. Según la última encuesta, casi el 60% de los costarricenses anda preocupadísimos por la inseguridad y la delincuencia. ¡Qué torta! Parece que hasta el clima cambió y trajo consigo un ambiente de tensión que se siente en cada esquina.
Parece mentira, pero hace unos pocos años, podías dejar la puerta abierta y nadie te robaba el gato. Ahora, ni siquiera salir a comprar el pan sin estar pendiente de quién viene detrás. La encuesta de Enfoques Investigaciones pinta un panorama sombrío: la seguridad superó hasta a la economía, al costo de vida y al desempleo, temas que siempre estuvieron en la lista de preocupaciones nacionales. La corrupción, que solía encabezar las listas, ahora quedó relegada a un tercer plano, como diciendo que ya tenemos otros problemas más urgentes.
Lo más preocupante es que esta sensación de inseguridad va más allá de los titulares de los periódicos. Un 34% de los encuestados quiere que el Gobierno le dé prioridad a resolver el tema de la delincuencia. Eso sí que es demostrativo, porque es prácticamente igual al porcentaje que pide soluciones para el costo de vida y el empleo, dos temas que siempre andaban pegados. Pero ver que la inseguridad está arriba de eso, ¡qué nivel!
Pero, ¿quién tiene la culpa? Ahí es donde la cosa se pone interesante. Según la encuesta, un buen montón de gente –casi el 17%– cree que la falla está en todos los poderes de la República: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Otro 15% echa la bronca a la Asamblea Legislativa y sus diputados, esos que a veces parece que están más pendientes de sus propios intereses que de los del país. Un 14% apunta directamente al Poder Judicial, esos jueces y fiscales que deberían estar garantizando la justicia, pero a veces dan la impresión de andar perdidos en el camino.
Por supuesto, hay quienes culpan al presidente y al Poder Ejecutivo, representando el 14% de las respuestas. Otros, un magrito de un 4%, apuntan con el dedo a la policía, aunque la verdad es que ellos están haciendo lo que pueden con los recursos que tienen. Y luego están los nostálgicos que culpan a los gobiernos anteriores (otro 4%), y un grueso de personas (23%) que simplemente prefieren no opinar, seguramente porque están hartos de tanta controversia. Es un panorama dividido, brete complicado.
Lo raro del caso es que, a pesar de toda esta preocupación, muchos costarricenses aún creen que la situación no ha empeorado tanto desde que llegó el gobierno de Rodrigo Chaves. Un 54% piensa que la inseguridad no se agravó, mientras que un 45% opina lo contrario. Aunque, honestamente, hablando con la gente en la calle, muchos dicen que la cosa se puso peor, especialmente en temas como la corrupción (que según la encuesta sí ha aumentado significativamente), el costo de vida y la pobreza.
Y aquí viene lo más sorprendente: a pesar de toda esta incertidumbre y frustración, la mayoría de los costarricenses (¡ojo!, un 89%!) están totalmente a favor de construir una megacárcel, una especie de “depósito” para los criminales más pesados, inspirado en el modelo salvadoreño. Además, un 72% aprueba la idea de extraditar a costarricenses que estén involucrados en el narcotráfico, aunque eso signifique cambiar la Constitución. ¡Qué nivel de desesperación, chunches!
En fin, la realidad es clara: la inseguridad se ha convertido en el principal problema de Costa Rica. Las cifras hablan por sí solas: más de 900 homicidios en 2023 y proyecciones similares para 2025. El narcotráfico, el crimen organizado y la corrupción están erosionando nuestra sociedad. Entonces, ¿qué podemos esperar? ¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestras libertades individuales en aras de la seguridad? ¿Será suficiente con construir una megacárcel y extraditar a los sospechosos, o necesitamos un cambio mucho más profundo en nuestra forma de pensar y actuar?
Parece mentira, pero hace unos pocos años, podías dejar la puerta abierta y nadie te robaba el gato. Ahora, ni siquiera salir a comprar el pan sin estar pendiente de quién viene detrás. La encuesta de Enfoques Investigaciones pinta un panorama sombrío: la seguridad superó hasta a la economía, al costo de vida y al desempleo, temas que siempre estuvieron en la lista de preocupaciones nacionales. La corrupción, que solía encabezar las listas, ahora quedó relegada a un tercer plano, como diciendo que ya tenemos otros problemas más urgentes.
Lo más preocupante es que esta sensación de inseguridad va más allá de los titulares de los periódicos. Un 34% de los encuestados quiere que el Gobierno le dé prioridad a resolver el tema de la delincuencia. Eso sí que es demostrativo, porque es prácticamente igual al porcentaje que pide soluciones para el costo de vida y el empleo, dos temas que siempre andaban pegados. Pero ver que la inseguridad está arriba de eso, ¡qué nivel!
Pero, ¿quién tiene la culpa? Ahí es donde la cosa se pone interesante. Según la encuesta, un buen montón de gente –casi el 17%– cree que la falla está en todos los poderes de la República: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Otro 15% echa la bronca a la Asamblea Legislativa y sus diputados, esos que a veces parece que están más pendientes de sus propios intereses que de los del país. Un 14% apunta directamente al Poder Judicial, esos jueces y fiscales que deberían estar garantizando la justicia, pero a veces dan la impresión de andar perdidos en el camino.
Por supuesto, hay quienes culpan al presidente y al Poder Ejecutivo, representando el 14% de las respuestas. Otros, un magrito de un 4%, apuntan con el dedo a la policía, aunque la verdad es que ellos están haciendo lo que pueden con los recursos que tienen. Y luego están los nostálgicos que culpan a los gobiernos anteriores (otro 4%), y un grueso de personas (23%) que simplemente prefieren no opinar, seguramente porque están hartos de tanta controversia. Es un panorama dividido, brete complicado.
Lo raro del caso es que, a pesar de toda esta preocupación, muchos costarricenses aún creen que la situación no ha empeorado tanto desde que llegó el gobierno de Rodrigo Chaves. Un 54% piensa que la inseguridad no se agravó, mientras que un 45% opina lo contrario. Aunque, honestamente, hablando con la gente en la calle, muchos dicen que la cosa se puso peor, especialmente en temas como la corrupción (que según la encuesta sí ha aumentado significativamente), el costo de vida y la pobreza.
Y aquí viene lo más sorprendente: a pesar de toda esta incertidumbre y frustración, la mayoría de los costarricenses (¡ojo!, un 89%!) están totalmente a favor de construir una megacárcel, una especie de “depósito” para los criminales más pesados, inspirado en el modelo salvadoreño. Además, un 72% aprueba la idea de extraditar a costarricenses que estén involucrados en el narcotráfico, aunque eso signifique cambiar la Constitución. ¡Qué nivel de desesperación, chunches!
En fin, la realidad es clara: la inseguridad se ha convertido en el principal problema de Costa Rica. Las cifras hablan por sí solas: más de 900 homicidios en 2023 y proyecciones similares para 2025. El narcotráfico, el crimen organizado y la corrupción están erosionando nuestra sociedad. Entonces, ¿qué podemos esperar? ¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestras libertades individuales en aras de la seguridad? ¿Será suficiente con construir una megacárcel y extraditar a los sospechosos, o necesitamos un cambio mucho más profundo en nuestra forma de pensar y actuar?
