¡Ay, mándale! ¿Quién iba a pensar que un detalle así nos iba a tocar vivir?
Desamparados está que arde, pura pena y bronca. Se apagó la luz de Don Álvaro, alias 'Cupido', el señor de las flores que alegraba las mañanas y las tardes de nuestra capital. Un tipo sencillo, trabajador, siempre con una sonrisa y un ramo listo para esos enamorados que andaban buscando qué regalársele a su media naranja.
Desde Los Guido hasta el centro de San José, todos conocían a 'Cupido'. Él era parte del paisaje, como esas palmeras que nos identifican. Llegaba con su carrito lleno de color y perfume, preguntando si necesitabas una flor para pedir perdoncito, para declararle amor a alguien o simplemente para levantarle el ánimo a esa persona que andaba bajoneada. Era un ícono, vamos.
Pero la cosa se tornó tragedia, pura sal. Según el OIJ, este vicioso –porque así era él, de buen corazón– se topó con un tipo llamado Zamora, parece que buscando quién sabe qué. Al parecer, este Zamora le pidió doscientas colones, un peaje, como dicen algunos por ahí. Y cuando Don Álvaro le dijo que no tenía ni pa' eso, el vicioso se encabronó y le soltó una pedrada tremenda en la cabeza. ¡Qué torta!
La Fuerza Pública llegó rápido y agarró al sospechoso, pero el daño ya estaba hecho. Don Álvaro quedó tirado ahí, en la calle, con sus flores esparcidas alrededor... una imagen que te cala hondo, diay. De verdad que esto da que pensar, ¿hasta dónde llega la gente para sacar provecho de otros?
La comunidad está destrozada, qué carga. Desde la señora Carmen que vende empanadas en la esquina hasta el muchacho que lustra zapatos frente a la soda Arenal, todos lo querían a Don Álvaro. Todos guardamos un buen recuerdo, una anécdota divertida, una sonrisa gracias a él. Era un faro de bondad en medio del tráfico y el estrés de la ciudad. Ahora, ¿qué vamos a hacer sin sus flores y sus buenos días?
Este caso ha levantado toda la espuma, la gente está pidiendo que le caigan todas las tintas al responsable. No es posible que un hombre tan trabajador y querido termine así, por unos míseros doscientos colones. Esto demuestra la falta de valores que hay en nuestra sociedad, la necesidad urgente de rescatar la ética y el respeto por el prójimo. La policía anda haciendo su trabajo, pero la gente quiere ver justicia, y pronto.
Don Álvaro Monge dejó un legado imborrable en Desamparados, un ejemplo de humildad, esfuerzo y cariño. Su memoria vivirá en cada ramo que regalemos, en cada sonrisa que compartiremos, en cada acto de bondad que realizaremos. Ahora, dime tú, ¿crees que la respuesta a este terrible incidente radica en mejorar la seguridad pública o en fortalecer los valores morales en nuestras comunidades?
Desamparados está que arde, pura pena y bronca. Se apagó la luz de Don Álvaro, alias 'Cupido', el señor de las flores que alegraba las mañanas y las tardes de nuestra capital. Un tipo sencillo, trabajador, siempre con una sonrisa y un ramo listo para esos enamorados que andaban buscando qué regalársele a su media naranja.
Desde Los Guido hasta el centro de San José, todos conocían a 'Cupido'. Él era parte del paisaje, como esas palmeras que nos identifican. Llegaba con su carrito lleno de color y perfume, preguntando si necesitabas una flor para pedir perdoncito, para declararle amor a alguien o simplemente para levantarle el ánimo a esa persona que andaba bajoneada. Era un ícono, vamos.
Pero la cosa se tornó tragedia, pura sal. Según el OIJ, este vicioso –porque así era él, de buen corazón– se topó con un tipo llamado Zamora, parece que buscando quién sabe qué. Al parecer, este Zamora le pidió doscientas colones, un peaje, como dicen algunos por ahí. Y cuando Don Álvaro le dijo que no tenía ni pa' eso, el vicioso se encabronó y le soltó una pedrada tremenda en la cabeza. ¡Qué torta!
La Fuerza Pública llegó rápido y agarró al sospechoso, pero el daño ya estaba hecho. Don Álvaro quedó tirado ahí, en la calle, con sus flores esparcidas alrededor... una imagen que te cala hondo, diay. De verdad que esto da que pensar, ¿hasta dónde llega la gente para sacar provecho de otros?
La comunidad está destrozada, qué carga. Desde la señora Carmen que vende empanadas en la esquina hasta el muchacho que lustra zapatos frente a la soda Arenal, todos lo querían a Don Álvaro. Todos guardamos un buen recuerdo, una anécdota divertida, una sonrisa gracias a él. Era un faro de bondad en medio del tráfico y el estrés de la ciudad. Ahora, ¿qué vamos a hacer sin sus flores y sus buenos días?
Este caso ha levantado toda la espuma, la gente está pidiendo que le caigan todas las tintas al responsable. No es posible que un hombre tan trabajador y querido termine así, por unos míseros doscientos colones. Esto demuestra la falta de valores que hay en nuestra sociedad, la necesidad urgente de rescatar la ética y el respeto por el prójimo. La policía anda haciendo su trabajo, pero la gente quiere ver justicia, y pronto.
Don Álvaro Monge dejó un legado imborrable en Desamparados, un ejemplo de humildad, esfuerzo y cariño. Su memoria vivirá en cada ramo que regalemos, en cada sonrisa que compartiremos, en cada acto de bondad que realizaremos. Ahora, dime tú, ¿crees que la respuesta a este terrible incidente radica en mejorar la seguridad pública o en fortalecer los valores morales en nuestras comunidades?