¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, ¿verdad, compas? Resulta que el Papa León XIV, ese gringo-peruano, le pegó con toda al tema del hambre en el mundo. No se anduvo con rodeos, directo al grano, diciendo que es un ‘fracaso colectivo’. Como si no fuera obvio, ¿eh? Pero bueno, él lo dijo desde la plataforma de la FAO, así que ya le dio más eco.
La cosa es que la ONU, específicamente el Programa Mundial de Alimentos, anda gritando que hay niveles récords de hambre a nivel global. ¡Una torta! Imagínate, 319 millones de personas pasando penurias, con 44 millones en emergencia total. Uno se queda pensando, ¿cómo llegamos a esto?
Y ni hablar de los nenes, que son los que más sufren. Malnutrición, enfermedades, retraso en el crecimiento… Una espina clavada en el corazón, diay. El Papa lo recalcó, explicando que esto no es cosa de la China, sino que es clara señal de una economía que no tiene alma, un modelo de desarrollo chueco y un sistema de distribución de recursos totalmente injusto e insostenible. ¡Qué cargazo!
Lo que más me quedó grabado de lo que dijo fue cómo se desperdicia comida a gran escala mientras hay gente rebuscando en la basura para sobrevivir. ¡Qué sal! ¿Cómo demonios podemos justificar semejante desigualdad? Que unos pocos tengan acceso a banquetes dignos de reyes y otros estén peleándose por cáscaras de plátano. No tiene lógica ni pies ni cabeza.
El pontífice mencionó varios países como ejemplos claros de la crisis: Ucrania, Gaza, Haití, Afganistán… Una lista larga de tragedias donde la pobreza se ha convertido en el pan de cada día. Y pa' colmo, ahora usan hasta la comida como arma de guerra, ¡qué atrocidad! Ya ni la paz se respeta, parece.
El PMA advierte que si siguen recortando fondos, 13.7 millones de personas que reciben ayuda podrían caer en hambre extrema. Seis operaciones clave están en riesgo, en países como Haití y Afganistán. Ya nos vemos venir, compas, ¿no? Un panorama bien oscuro si no hacemos algo al respecto.
Ahora, hablando claro, esto no es solo cosa de la ONU y el Papa. Nos toca a todos ponerle atención. Hay que exigir a nuestros gobiernos que hagan algo concreto, que no solo se queden en promesas vacías. Invertir en agricultura sostenible, combatir el desperdicio de alimentos, promover la igualdad… Son tareas urgentes que no pueden esperar más.
Pero dime, mi pana, ¿tú qué piensas? ¿Crees que realmente estamos dispuestos a cambiar nuestra forma de consumir y producir para construir un mundo más justo y equitativo, o seguiremos mirando para otro lado mientras millones de personas sufren hambre? Deja tu opinión abajo, ¡me interesa saber tu punto de vista!
La cosa es que la ONU, específicamente el Programa Mundial de Alimentos, anda gritando que hay niveles récords de hambre a nivel global. ¡Una torta! Imagínate, 319 millones de personas pasando penurias, con 44 millones en emergencia total. Uno se queda pensando, ¿cómo llegamos a esto?
Y ni hablar de los nenes, que son los que más sufren. Malnutrición, enfermedades, retraso en el crecimiento… Una espina clavada en el corazón, diay. El Papa lo recalcó, explicando que esto no es cosa de la China, sino que es clara señal de una economía que no tiene alma, un modelo de desarrollo chueco y un sistema de distribución de recursos totalmente injusto e insostenible. ¡Qué cargazo!
Lo que más me quedó grabado de lo que dijo fue cómo se desperdicia comida a gran escala mientras hay gente rebuscando en la basura para sobrevivir. ¡Qué sal! ¿Cómo demonios podemos justificar semejante desigualdad? Que unos pocos tengan acceso a banquetes dignos de reyes y otros estén peleándose por cáscaras de plátano. No tiene lógica ni pies ni cabeza.
El pontífice mencionó varios países como ejemplos claros de la crisis: Ucrania, Gaza, Haití, Afganistán… Una lista larga de tragedias donde la pobreza se ha convertido en el pan de cada día. Y pa' colmo, ahora usan hasta la comida como arma de guerra, ¡qué atrocidad! Ya ni la paz se respeta, parece.
El PMA advierte que si siguen recortando fondos, 13.7 millones de personas que reciben ayuda podrían caer en hambre extrema. Seis operaciones clave están en riesgo, en países como Haití y Afganistán. Ya nos vemos venir, compas, ¿no? Un panorama bien oscuro si no hacemos algo al respecto.
Ahora, hablando claro, esto no es solo cosa de la ONU y el Papa. Nos toca a todos ponerle atención. Hay que exigir a nuestros gobiernos que hagan algo concreto, que no solo se queden en promesas vacías. Invertir en agricultura sostenible, combatir el desperdicio de alimentos, promover la igualdad… Son tareas urgentes que no pueden esperar más.
Pero dime, mi pana, ¿tú qué piensas? ¿Crees que realmente estamos dispuestos a cambiar nuestra forma de consumir y producir para construir un mundo más justo y equitativo, o seguiremos mirando para otro lado mientras millones de personas sufren hambre? Deja tu opinión abajo, ¡me interesa saber tu punto de vista!