AHORA LA PREGUNTA DEL MILLON ¿ES EL REGISTRO HISTÓRICO FIDEDIGNO?
Ya que no estuvimos presentes al principio del primer siglo para ver realmente los milagros de Jesús, es obvio que dependemos en los registros históricos para nuestra fe en su validez. ¿Podemos confiar en el testimonio de aquellos que afirmaron que habían visto los milagros de Cristo?
Vamos a considerar la credibilidad de los cuatro escritores de los relatos del evangelio. Dos de estos, Mateo y Juan, eran apóstoles de Cristo que estuvieron con Él casi cada día por tres años y medio. Ellos fueron testigos oculares de los hechos del Señor. Marcos, quien escribió como un protegido de Pedro (vid. el comentario de Ireneo [ca. 140-203 d.C.], Against Heresies—Contra Herejías III,i,1), probablemente registró el testimonio de ese eminente apóstol, y posiblemente también escribió de algún conocimiento de primera mano. Finalmente, Lucas (conocido como un historiador excelente) afirmó que había “investigado con diligencia todas las cosas desde su origen” (Lucas 1:3). Aparte de las suposiciones de la parcialidad escéptica, no existe razón para cuestionar estas constancias. Estos hombres declararon firme y armoniosamente que Jesús de Nazaret ejecutó numerosos milagros, y así autenticó Su afirmación de ser el Hijo de Dios (vid. Juan 20:30,31). Si sus narraciones deben ser rechazadas, ¿sobre qué fundamento debe ser hecho? Existen solo pocas posibilidades.
¿Fueron éstos, hombres sinceros e inteligentes que simplemente ignoraban los hechos reales? ¿Fueron “ingenuos engañados”, incapaces de juzgar los eventos que observaron? ¿O fueron charlatanes deshonestos deseosos de perpetrar una decepción? En realidad, ninguna de estas teorías armonizan con la evidencia—y la evidencia es lo único importante. ¿Cuáles son los hechos?
(1) Uno no puede sostener que ellos estaban mal informados de las circunstancias del primer siglo. Ellos estuvieron allí. Entonces, ellos estaban en una mejor posición que los críticos infieles modernos (los cuales están separados de la escena por milenios) como para evaluar la situación.
(2) No existe justificación para sugerir que ellos eran histéricos y no fiables como historiadores. Al registrar estos eventos extraordinarios—los cuales fueron vistos personalmente por ellos—escribieron con una tranquilidad y un comportamiento imparcial que desafía completamente cualquier explicación.
(3) Sus documentos son precisos en detalles históricos innumerables. Ya que estos son en muchas maneras variados, ¿por qué se debería suponer que son incorrectos en sus narraciones acerca de las señales de Jesús?
(4) El hecho de que los escritores del evangelio sean tan armoniosos en sus testimonios acerca de los milagros del Señor sostiene la fidelidad de sus relatos. [NOTA: Aunque las narraciones del evangelio a veces se complementan el uno al otro, nunca se contradicen. El hecho es que las diferencias reflejadas por los varios autores muestran una falta de colusión].
(5) Sus escritos indican una honradez escrupulosa que hace a las producciones extremadamente creíbles. Por ejemplo, Mateo, con candor incriminatorio, declaró que cuando el Señor fue arrestado “todos los discípulos [incluyendo Mateo—WJ] dejándole, huyeron” (Mateo 26:56). ¿Porque va a mentir un hombre al mencionar su cobardia? Solo porque es sincero.
(6) La integridad de los escritores del evangelio es mostrada por el hecho de que estuvieron listos a sufrir las consecuencias de su testimonio. No tenían nada que ganar (y mucho que perder, desde un punto de vista físico/material) al insistir que Jesús hizo milagros genuinos. Ellos sufrieron el odio de sus contemporáneos. Fueron sujetos a tortura e incluso a muerte, no simplemente por una creencia llevada emocionalmente, sino por su testimonio acerca de los milagros que presenciaron personalmente. Nunca se retractaron. Este nivel de dedicación expresa la prueba más alta de autenticidad.
Cuando todos los hechos son vistos, y cuando estos son analizados con una objetividad honesta, la conclusión es clara. Jesús realmente hizo milagros, y por ende fue Quien clamó ser—el Mesías, el Hijo de Dios.
Amigos, con sinceridad, sin van a debatir algo, informensen primero, no hagan comentarios sin bases, y dejen de utilizar textos de otros para debatir. Busquen sus fuentes y hagan cosas serias, no tiene gracia lanzar un par de lineas al azar y pretender con eso destruir una teoria solida, lo unico que hacen es quedar mal parados.
Y antes de que alguien salga con un copy page, lo anterior, como lo he mencionado en repetidas ocasiones, fue parte del estudio presentado por su persona, para un curso universitario.
Bibliografia usada, por si alguien tiene curiosidad fue el libro de Wayne Jackson "Los Milagros de Cristo Versus los Milagros Modernos de la Editorial Apologetics Press