Miren, pues, esto se puso interesante. Con la consulta ya casi encima, la licenciada Laura Fernández Delgado, candidata del PPSO, está soltando cañas a diestra y siniestra, diciendo que llega preparada pa’ gobernar. Ella insiste que no necesita ‘curva de aprendizaje’, ¡qué va! Parece que quiere convencernos de que conoce hasta los rincones más oscuros de la administración pública.
Y ojo, porque este momento electoral está más complicado que un brete. La gente anda descreída de toda la política, viendo cómo las cosas se van cuesta abajo, y la confianza en las instituciones es más baja que el suelo. Así que la estrategia de Fernández parece ser la contracara de eso: ‘yo sé lo que hago, yo conozco el sistema, y no voy a andar dando tumbos’. Suena bonito, pero la pregunta es si eso conecta con el votante común, el que se preocupa por el precio del frijol y si le alcanza pa’ pagar las cuentas.
Fernández empezó su discurso tirándole bala con su currículum: directora de asesoría parlamentaria en la Asamblea, ministra, jefa de gabinete presidencial… ¡parece que ha tocado todos los palos! Luego suma su paso por la gerencia municipal, diciendo que eso le da una visión práctica de cómo funciona el día a día del gobierno local. Dice que eso le da un plus, que sabe qué significa atender al ciudadano de verdad, no solo desde la oficina central. Pero bueno, también sabemos que esos cargos a veces se les mete polvo, y no siempre significan resultados tangibles para la gente.
Según ella, conoce a fondo todas las 335 instituciones públicas que tenemos acá en Costa Rica. ¡Imagínate! Quiere vendernos la idea de que ella tiene el mapa completo, que puede identificar los problemas al instante y ponerle parche sin necesidad de consultoría externa. Eso suena ambicioso, mándale duro, pero es justo lo que la gente busca: alguien que llegue con las ideas claras y no tenga que aprender sobre la marcha. Mas, ¿realmente conoce los problemas de raíz o solo los síntomas?
Ahora, hay que ser sinceros, esta campaña electoral tiene un sabor amargo. El desgaste institucional es palpable, la polarización está a tope, y muchos nos preguntamos si realmente alguno de estos candidatos tiene la capacidad de sacar al país adelante. Entonces, la promesa de Fernández de llegar lista pa’ mandar se escucha como un bálsamo, aunque sea un poco exagerado. Pero digámoslo claro: la experiencia en el sector público no garantiza que seas un buen gobernante. Hay muchos burócratas que saben todo sobre leyes y reglamentos, pero no tienen ni la menor idea de cómo mejorar la vida de la gente.
Y ahí viene el quid de la cuestión. Porque mientras Fernández presume su conocimiento técnico, otros candidatos apuestan por discursos de cambio radical, prometiendo acabar con la corrupción y modernizar el Estado. La diferencia es que esos discursos suelen quedarse en el aire, mientras que la experiencia de Fernández tiene un costo político: se asocia con el statu quo, con las mismas estructuras que la gente critica. Un verdadero dilema, mijo…
Además, hay que recordar que la política es un juego de apariencias, y que a veces la experiencia puede convertirse en rutina, en una forma de perpetuar los mismos errores. Quizás lo que necesitamos ahora no es alguien que ya sabe cómo se hacen las cosas, sino alguien dispuesto a cuestionarlas, a romper paradigmas y a apostar por nuevas ideas. No vaya a ser que terminemos eligiendo al mismo perro con diferente collar. Se los digo, ¡me da chirria!
Así que, mi gente, la pregunta es la siguiente: ¿cree usted que la experiencia en el sector público es suficiente para liderar un país, o necesitamos un cambio profundo en la manera de hacer política? Dejen sus opiniones en los comentarios, ¡quiero saber qué piensa el foro sobre este tema tan candente! ¿Estamos buscando un gestor eficiente o un visionario transformador?
Y ojo, porque este momento electoral está más complicado que un brete. La gente anda descreída de toda la política, viendo cómo las cosas se van cuesta abajo, y la confianza en las instituciones es más baja que el suelo. Así que la estrategia de Fernández parece ser la contracara de eso: ‘yo sé lo que hago, yo conozco el sistema, y no voy a andar dando tumbos’. Suena bonito, pero la pregunta es si eso conecta con el votante común, el que se preocupa por el precio del frijol y si le alcanza pa’ pagar las cuentas.
Fernández empezó su discurso tirándole bala con su currículum: directora de asesoría parlamentaria en la Asamblea, ministra, jefa de gabinete presidencial… ¡parece que ha tocado todos los palos! Luego suma su paso por la gerencia municipal, diciendo que eso le da una visión práctica de cómo funciona el día a día del gobierno local. Dice que eso le da un plus, que sabe qué significa atender al ciudadano de verdad, no solo desde la oficina central. Pero bueno, también sabemos que esos cargos a veces se les mete polvo, y no siempre significan resultados tangibles para la gente.
Según ella, conoce a fondo todas las 335 instituciones públicas que tenemos acá en Costa Rica. ¡Imagínate! Quiere vendernos la idea de que ella tiene el mapa completo, que puede identificar los problemas al instante y ponerle parche sin necesidad de consultoría externa. Eso suena ambicioso, mándale duro, pero es justo lo que la gente busca: alguien que llegue con las ideas claras y no tenga que aprender sobre la marcha. Mas, ¿realmente conoce los problemas de raíz o solo los síntomas?
Ahora, hay que ser sinceros, esta campaña electoral tiene un sabor amargo. El desgaste institucional es palpable, la polarización está a tope, y muchos nos preguntamos si realmente alguno de estos candidatos tiene la capacidad de sacar al país adelante. Entonces, la promesa de Fernández de llegar lista pa’ mandar se escucha como un bálsamo, aunque sea un poco exagerado. Pero digámoslo claro: la experiencia en el sector público no garantiza que seas un buen gobernante. Hay muchos burócratas que saben todo sobre leyes y reglamentos, pero no tienen ni la menor idea de cómo mejorar la vida de la gente.
Y ahí viene el quid de la cuestión. Porque mientras Fernández presume su conocimiento técnico, otros candidatos apuestan por discursos de cambio radical, prometiendo acabar con la corrupción y modernizar el Estado. La diferencia es que esos discursos suelen quedarse en el aire, mientras que la experiencia de Fernández tiene un costo político: se asocia con el statu quo, con las mismas estructuras que la gente critica. Un verdadero dilema, mijo…
Además, hay que recordar que la política es un juego de apariencias, y que a veces la experiencia puede convertirse en rutina, en una forma de perpetuar los mismos errores. Quizás lo que necesitamos ahora no es alguien que ya sabe cómo se hacen las cosas, sino alguien dispuesto a cuestionarlas, a romper paradigmas y a apostar por nuevas ideas. No vaya a ser que terminemos eligiendo al mismo perro con diferente collar. Se los digo, ¡me da chirria!
Así que, mi gente, la pregunta es la siguiente: ¿cree usted que la experiencia en el sector público es suficiente para liderar un país, o necesitamos un cambio profundo en la manera de hacer política? Dejen sus opiniones en los comentarios, ¡quiero saber qué piensa el foro sobre este tema tan candente! ¿Estamos buscando un gestor eficiente o un visionario transformador?