¡Ay, Dios mío! Se armó un tremendo relajo en Orotina y alrededores. El OIJ anduvo moviéndose como alma que lleva devilín, allanando casas y hasta metiéndose al bote de San Sebastián para agarrar a unos tipos dedicados a la extorsión ‘gota a gota’. Parece que estos señores estaban haciendo macanas bien feas a varios vecinos, y ahora les tocó bailar con otra música.
La cosa es así: estos extorsionadores le prestaban lana a la gente con intereses que te sacan las canas verdes. Cuando los clientes no podían pagar – y créeme, con esos intereses era difícil– empezaban las amenazas, los cobros a domicilio… y parece que las cosas escalaron bastante. Según el reporte, estamos hablando de intimidación, golpes, hasta bala. ¡Imagínate el susto!
En medio de todo este brete, salió a la luz que el supuesto jefe de toda la banda es un tipo llamado Manfred, que casualmente anda recluido en la cárcel de San Sebastián. ¡Desde adentro dirigiendo el negocio! Vaya maquina. Lo curioso es que Manfred también tiene encima un doble homicidio, la muerte de una señora García y un señor Pavón que pasó hace unos meses. Parece que este huevito tiene historial, diay.
El director del OIJ, Randall Zúñiga, salió a declarar que la situación se puso peor después de capturar a Manfred en mayo. Dijo textualmente: “Tenemos varias denuncias de extorsión en Orotina y San Mateo, y la violencia usada por este grupo ha ido aumentando considerablemente”. Claro, porque cuando el patrón está preso, los secuaces tienen que demostrar quién manda, ¿verdad?
Y ni hablar de los casos que mencionaron. Víctimas heridas, otras baleadas... incluso estuvieron a punto de hacerle algo terrible a una nena que estaba acompañando a su papá. ¡Eso sí que es llegar demasiado lejos! La verdad es que da qué pensar cómo algunos mae se creen dueños de la ley y salen a amedrentar a la gente para sacar provecho.
Entre los detenidos también encontraron al hijastro de Manfred, que aparentemente asumió el mando de las operaciones mientras el jefe cumplía condena. Este chamo, pa’lante, buscando hacerse el importante. Ahora tendrán que rendir cuentas ante la justicia y enfrentar todas las consecuencias de sus actos.
Los judiciales todavía andan buscando pruebas en las casas allanadas, tratando de juntar todos los pedazos del rompecabezas para que el caso quede bien sólido. Dicen que hay documentos, registros de pagos, celulares con mensajes amenazantes… toda la papelería que demuestre la magnitud de esta estafa. Esperemos que la Fiscalía le ponga empeño a este caso y le dé duro a estos delincuentes.
Con todo esto, me pregunto: ¿Cómo podemos, como sociedad, evitar que estos grupos de extorsionarios se aprovechen de personas vulnerables? ¿Será que necesitamos leyes más estrictas, mayor control por parte de las autoridades, o simplemente cambiar nuestra cultura para dejar de caer en estas trampas? ¡Déjenme sus opiniones, parce!”
La cosa es así: estos extorsionadores le prestaban lana a la gente con intereses que te sacan las canas verdes. Cuando los clientes no podían pagar – y créeme, con esos intereses era difícil– empezaban las amenazas, los cobros a domicilio… y parece que las cosas escalaron bastante. Según el reporte, estamos hablando de intimidación, golpes, hasta bala. ¡Imagínate el susto!
En medio de todo este brete, salió a la luz que el supuesto jefe de toda la banda es un tipo llamado Manfred, que casualmente anda recluido en la cárcel de San Sebastián. ¡Desde adentro dirigiendo el negocio! Vaya maquina. Lo curioso es que Manfred también tiene encima un doble homicidio, la muerte de una señora García y un señor Pavón que pasó hace unos meses. Parece que este huevito tiene historial, diay.
El director del OIJ, Randall Zúñiga, salió a declarar que la situación se puso peor después de capturar a Manfred en mayo. Dijo textualmente: “Tenemos varias denuncias de extorsión en Orotina y San Mateo, y la violencia usada por este grupo ha ido aumentando considerablemente”. Claro, porque cuando el patrón está preso, los secuaces tienen que demostrar quién manda, ¿verdad?
Y ni hablar de los casos que mencionaron. Víctimas heridas, otras baleadas... incluso estuvieron a punto de hacerle algo terrible a una nena que estaba acompañando a su papá. ¡Eso sí que es llegar demasiado lejos! La verdad es que da qué pensar cómo algunos mae se creen dueños de la ley y salen a amedrentar a la gente para sacar provecho.
Entre los detenidos también encontraron al hijastro de Manfred, que aparentemente asumió el mando de las operaciones mientras el jefe cumplía condena. Este chamo, pa’lante, buscando hacerse el importante. Ahora tendrán que rendir cuentas ante la justicia y enfrentar todas las consecuencias de sus actos.
Los judiciales todavía andan buscando pruebas en las casas allanadas, tratando de juntar todos los pedazos del rompecabezas para que el caso quede bien sólido. Dicen que hay documentos, registros de pagos, celulares con mensajes amenazantes… toda la papelería que demuestre la magnitud de esta estafa. Esperemos que la Fiscalía le ponga empeño a este caso y le dé duro a estos delincuentes.
Con todo esto, me pregunto: ¿Cómo podemos, como sociedad, evitar que estos grupos de extorsionarios se aprovechen de personas vulnerables? ¿Será que necesitamos leyes más estrictas, mayor control por parte de las autoridades, o simplemente cambiar nuestra cultura para dejar de caer en estas trampas? ¡Déjenme sus opiniones, parce!”