¡Ay, Dios mío! Quién iba a decir que Costa Rica, tierra de Pura Vida y tranquilidad, se convertiría en un centro neurálgico pa’ mandar a joder a los delincuentes más pesados. Resulta que la reforma constitucional, esa que dieron unos cuantos legisladores despistados, está dando frutos –aunque tardíos– y parece que los malos ya están empacando las maletas pa’ ir a cumplir tiempo en canas fuera.
Durante años, Costa Rica era un refugio seguro para gente que andaba huyendo de la justicia en otros lugares. Con todos los derechos y garantías que tenemos aquí, muchos delincuentes, algunos hasta con nombres rebuscados, se hacían los pobres y se escudaban en la nacionalidad –ya sea de pura cepa o comprada– para evitar extrádicion. ¡Un despique! Pero bueno, ahora las cosas cambiaron y parece que la pachanga se les acabó.
La clave de todo esto fue la aprobación de la reforma constitucional que permite extraditar a costarricenses, sean de nacimiento o naturalizados, acusados de narcotráfico o terrorismo. Una movida audaz, ¿eh?, que generó algunas quejas de los abogados defensores, los mismos que siempre buscan atajos legales para sacar a sus clientes de cualquier aprieto. Pero bueno, la ley es la ley y ahora toca jugarle limpio.
Y los resultados, ¿cuáles son? Pues, pa’ su sorpresa, no han sido pocos. Según datos oficiales del OIJ y la Fiscalía, ya se han logrado someter a 15 ticos bajo arresto con fines de extradición. Quince varas en tan poco tiempo, ¡qué carga! Imaginen si seguimos acelerando el paso... podría limpiarnos el gallito a fondo.
Michael Soto, el jefe interino de la policía judicial, no se anda con rodeos. Dice que este año ha sido crucial gracias a la coordinación internacional. Ha ido a visitar a varios países, incluyendo Estados Unidos, Bélgica, Italia y España, buscando fortalecer lazos y compartir información. Pa’ qué quedarse con los brazos cruzados cuando podemos trabajar juntos pa’ combatir el delito?
Carlo Díaz, el fiscal general, enfatiza la importancia de la colaboración con la DEA, la agencia antinarcóticos estadounidense. La DEA, señores, es como el lobo hambriento que no se rinde fácilmente. Con su experiencia y recursos, es un aliado indispensable pa’ rastrear el dinero sucio y desmantelar las redes criminales que operan en Costa Rica.
Pero ojo, esto no significa que hemos ganado la batalla contra la delincuencia. La inseguridad sigue siendo un problema grave en nuestro país, y todavía hay mucho trabajo por hacer. Esta herramienta de extradición es solamente una pieza más del rompecabezas, pero una pieza importante que nos permite atacar directamente a los líderes de las organizaciones criminales y cortarles la cabeza a las serpientes.
En fin, la verdad es que estos avances son alentadores, pero aún queda mucho por recorrer. ¿Será suficiente con extraditar a los peces gordos para reducir la violencia y recuperar la tranquilidad en nuestras calles? ¿O necesitamos medidas más drásticas, como invertir más en educación y programas sociales para prevenir la delincuencia desde la raíz? ¡Diganme qué piensan ustedes!
Durante años, Costa Rica era un refugio seguro para gente que andaba huyendo de la justicia en otros lugares. Con todos los derechos y garantías que tenemos aquí, muchos delincuentes, algunos hasta con nombres rebuscados, se hacían los pobres y se escudaban en la nacionalidad –ya sea de pura cepa o comprada– para evitar extrádicion. ¡Un despique! Pero bueno, ahora las cosas cambiaron y parece que la pachanga se les acabó.
La clave de todo esto fue la aprobación de la reforma constitucional que permite extraditar a costarricenses, sean de nacimiento o naturalizados, acusados de narcotráfico o terrorismo. Una movida audaz, ¿eh?, que generó algunas quejas de los abogados defensores, los mismos que siempre buscan atajos legales para sacar a sus clientes de cualquier aprieto. Pero bueno, la ley es la ley y ahora toca jugarle limpio.
Y los resultados, ¿cuáles son? Pues, pa’ su sorpresa, no han sido pocos. Según datos oficiales del OIJ y la Fiscalía, ya se han logrado someter a 15 ticos bajo arresto con fines de extradición. Quince varas en tan poco tiempo, ¡qué carga! Imaginen si seguimos acelerando el paso... podría limpiarnos el gallito a fondo.
Michael Soto, el jefe interino de la policía judicial, no se anda con rodeos. Dice que este año ha sido crucial gracias a la coordinación internacional. Ha ido a visitar a varios países, incluyendo Estados Unidos, Bélgica, Italia y España, buscando fortalecer lazos y compartir información. Pa’ qué quedarse con los brazos cruzados cuando podemos trabajar juntos pa’ combatir el delito?
Carlo Díaz, el fiscal general, enfatiza la importancia de la colaboración con la DEA, la agencia antinarcóticos estadounidense. La DEA, señores, es como el lobo hambriento que no se rinde fácilmente. Con su experiencia y recursos, es un aliado indispensable pa’ rastrear el dinero sucio y desmantelar las redes criminales que operan en Costa Rica.
Pero ojo, esto no significa que hemos ganado la batalla contra la delincuencia. La inseguridad sigue siendo un problema grave en nuestro país, y todavía hay mucho trabajo por hacer. Esta herramienta de extradición es solamente una pieza más del rompecabezas, pero una pieza importante que nos permite atacar directamente a los líderes de las organizaciones criminales y cortarles la cabeza a las serpientes.
En fin, la verdad es que estos avances son alentadores, pero aún queda mucho por recorrer. ¿Será suficiente con extraditar a los peces gordos para reducir la violencia y recuperar la tranquilidad en nuestras calles? ¿O necesitamos medidas más drásticas, como invertir más en educación y programas sociales para prevenir la delincuencia desde la raíz? ¡Diganme qué piensan ustedes!
